miércoles, 12 de abril de 2017

DISOLUCIONES

Ahora que ETA se ha disuelto y se han quedado sin coco al que demonizar, tal vez disuelvan el otro coco, el MOVIMIENTO que ha matado unas mil veces más gente en España y cuyos descendentudos (y aprovechados subidos a su tren) siguen reinando en España con leyes ad hoc  (por ejemplo la Ley de Amnistía de 1977, denunciada por todo tipo de organismos internacionales de derechos humanos), guardadas por leguleyos y políticos afines opustúlico-romanos, desde que Harry Potter Suárez los convirtió con su varita mágica en demócratas. Porque ese tipo de crímenes no prescribe en el derecho internacional, ni siquiera en Europa (suponiendo estemos en ella, aunque nos hayan metido en ella los mismos que no socorrieron a la democracia española cuando los amigos de Hitler y Mussolini la ejecutaron aquí, por miedo al coco rojo, que tampoco era muy rosa, la verdad). Y, pues no van a devolver las propiedades saqueadas por el Movimiento (algo que ya expuso en su tragedia La Muralla, 1954, un hombre del régimen, pero íntegro, como Joaquín Calvo Sotelo), que al menos se sepa quiénes engordaron con ellas y se dé sepultura a los cien mil muertos que quedan. ¿A alguien le da grima se sepa de qué asesinos desciende? ¿Les ofende la verdad? Para Quevedo tenía la consistencia del escupitajo: "Quiero echarla de mi boca", etc. ¡Bah!



Si feo fue lo de Paracuellos, donde fusilaron a dos mil personas, más lo fue el genocidio de Córdoba, donde los fascistas mataron a cuatro mil, 1689 de ellas sin identificar aún, desde el mismísimo 18 de julio de 1936, matanza silenciada por los enemigos de la memoria histórica. ¿No les extrañó que ese fuera la única ciudad importante ganada en elecciones por los "comunistas"? Pero los que murieron no fueron solo de izquierdas: los fascistas mataron también a todos los que murieron en la guerra de derechas cuando declararon una guerra tan estúpida como todas lo son. Muchos de la derecha moderada fueron al exilio, y todas esas muertes, las de izquierdas, de derechas y ambidextras, hay que imputarlas solamente a los fascistas (algunos de los cuales todavía se han atrevido a defenderlas en este periódico, teniendo a todos los periódicos pagados por sus amigos para hacerlo más y mejor), quienes, después de la guerra incluso, sin que se les pasara por la cabeza siquiera la palabra reconciliación, continuaron matando hasta que se les acabó la inercia.

Nos quitaron lo único que teníamos, una pobre y difícil democracia, para asegurar la convivencia común. Los militares, sus socios de viaje, la mayoría de la iglesia católica, los también uniformados por la Falange y el Carlismo. Y que no me digan que mataron (unos pocos, tan malos como ellos) al líder de la oposición; ETA mató a un jefe de gobierno y no pasó nada, porque el ejército seguía teniendo el poder, el único poder que sirve para ganar guerras, el militar. "Venceréis pero no convenceréis, venceréis porque tenéis la fuerza, pero no convenceréis porque os falta la razón". Y la llamaron "Guerra civil". Lo dijo un hombre sabio y valiente que se dio cuenta de que se había equivocado y que estuvo a punto de ser fusilado también. Lo dijo Unamuno. Pero ellos jamás se darán cuenta de eso y jamás tendrán la razón. Procurarán que se olvide, mentirán, mentirán una y otra vez, redactarán la historia a su manera y conveniencia, o recurrirán como suelen al silencio, a la negación, incluso a las armas otra vez, pero nunca, nunca les darán la razón: porque no es suya, simplemente. Pueden tener las armas y las balas, pueden tener la quijada de asno de Caín, pueden tener todo lo que han robado y saqueado, pero nada más.

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