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martes, 13 de febrero de 2024

Credo del hispanófobo hispanoamericano

I

De Quora:

Credo del Buen Hispanófobo Latinoamericano.

Reza conmigo:

Creo en la Leyenda Negra Antiespañola.

Creo en Latinoamérica. No Hispanoamérica.

Creo en el genocidio de indígenas.

Creo en el robo del oro.

Creo en que todo indígena es bueno.

Creo en la falsedad del canibalismo mexica y otros canibalismos.

Creo que los nativos americanos fueron masacrados por un enemigo muchísimo menor en número. No parlamentaban, solo atacaban.

Creo que Hernán Cortés no fue el primer fundador de la patria novohispana.

Creo que Malinche y las tribus colaboradoras son traidores al actual México.

Creo que fueron los vikingos, y no Colón, los que descubrieron América.

Creo que Colón era italiano, y no genovés juramentado a Castilla, aunque Italia se unificó en el siglo XIX.

Creo en que la Virgen de Guadalupe no tiene nada que ver con España.

Creo que Sir Drake no era un pirata.

Creo que Simón Bolívar fue un patriota americano y no odiaba a los indígenas.

Creo que Atahualpa no fue asesinado con complicidad de su hermano Huáscar.

Creo que Hernando de Soto superó con mucho los asesinatos de indios cometidos por el ejército estadounidense.

Creo que Fray Bartolomé de las Casas no exageró en varios millones los indios muertos en una sola isla.

Creo que a México los gringos no le robaron más de la mitad de su territorio.

Creo que los españoles destruyeron la civilización maya después de que ya hubiera desaparecido.

Creo en que con el genocidio de indios los españoles provocaron otra pequeña edad de hielo en todo el planeta en 1610.

Creo que los habitantes de Nueva España no vendieron miles de toneladas de plata a China enriqueciéndose con ese comercio.

Creo que Estados Unidos y Gran Bretaña no han sido los inductores y beneficiados de las Independencias americanas.

Creo que el exterminio casi total del bisonte por Estados Unidos no produjo ninguna hambruna en los indios americanos.

Creo que la aniquilación casi total de los indios por los Estados Unidos de Norteamérica y Canadá no produjo ningún cambio climático.

Creo que las misiones y conventos fueron diseñados para explotar a los pacíficos indígenas y no para convertirlos al cristianismo y darles trabajo y protección.

Creo que no fueron Magallanes y Elcano los que dieron la primera vuelta al mundo, sino el capitán Cook.

Creo que no fue la Monarquía española la única monarquía europea en legislar a favor de los indígenas.

Creo que fue España la que provocó a Estados Unidos para que estos se defendieran en Cuba provocando su independencia.

Creo que los filipinos no fueron engañados por Estados Unidos para independizarse de España.

Creo que después de su independencia Filipinas no tuvo que sufrir algún que otro millón de muertos para independizarse esta vez de Estados Unidos.

Creo que los españoles o partidarios de ellos capturados durante las guerras de Independencia fueron tratados con derechos humanos.

Creo que las universidades, hospitales, catedrales, carreteras, puertos, ciudades... se construyeron en América sin los conocimientos de los españoles.

Creo que las naciones hispanoamericanas independizadas hace 200 años son pobres por culpa de los españoles.

Creo en las mamarrachadas sin contrastar históricamente que dice History Chanel fruto de su anglofilia e hispanofobia.

Creo que los españoles actuales son unos falsos porque dicen que ellos nunca estuvieron en América.

Creo que los españoles (y también los europeos) no se bañan.

Creo que la parte de mi genética española es lo que me hace peor que los white, los indians y los negroes.

SI CUMPLES TODO ESTE CREDO ERES EL PERFECTO HISPANÓFOBO "LATINOAMERICANO"

Qui odit genus suum, semetipsum odit.

II

De Álvar Álvarson en Quora

¿Es cierto que los pueblos prehispánicos de América estaban tan avanzados en urbanismo, astronomía, matemáticas, medicina o ciencias naturales como los europeos, o incluso más?

Respuesta corta:

No.

Es un invento del indigenismo político para ensalzar las culturas amerindias a la vez que se denosta la Europea y principalmente la Española.

Respuesta larga:

No existe ni un solo avance científico de estas materias en América previo al viejo mundo, esto es, que cualquier cosa que los amerindios tuviesen, hacia milenios o cientos de años que se usaba en Eurasia. Ni una sola contribución científica al mundo actual es de origen precolombino.

No sólo eso, cuando los españoles llegaron a América, los nativos más avanzados estaban comenzando a salir del Neolítico y recién entrando en la edad del bronce.

Cito algunos ejemplos, en relación a las materias citadas para ponernos en contraste.

Urbanismo: las calzadas y alcantarillado europeas son miles de años mas antiguas y eficientes que las Américanas, los cuales desconocian los acueductos y su arquitectura era primitiva y poco eficiente. Los Europeos podían construir puentes sofisticados y edificios practicables útiles de varias plantas, torres de gran altura y envergadura, presas hidráulicas, estructuras metálicas, ruedas y poleas, grúas, puertos, y un largo, etc. Los nativos de Mesoamérica eran muy buenos canteros y escultores, pero no eran tan sofisticados como los europeos solo hay que ver una escultura del siglo XV Europea y una contemporánea Azteca.

Astronomía (esta es una de mis favoritas ya que permite ver el desfase de forma matemática): Los pueblos más avanzados de América contaban con calendarios y habían logrado incluso trazar el recorrido y órbita de algunos astros, si, pero cientos de años mas tarde de que lo hicieran en el viejo mundo. Además su calendario era increíblemente impreciso, para que se haga una idea la traslación solar terrestre es exactamente de 365,246363 días (365 días 6 horas 9 minutos, 9 segundos). Algo que sabemos hoy gracias a avanzadas y muy precisas técnicas. En 1500 el calendario usado era el Juliano del año 58aC. Su duración era de 365,25 días. En 1515 Los Españoles de la universidad de Salamanca precisaron aún más la duración del año con el que más tarde se convertiría en el Calendario Gregoriano en 365,2425 días (365 días 5 horas 48 minutos 45 segundos). ¡¡Su margen de error era de apenas una hora!!

Para que se hagan una idea del desfase, el calendario Azteca contaba con 18 meses de 20 días, que dan un total de 360 días, con un error de mas de 120 horas.

-Edito y Corrijo: Con el paso del tiempo corrigieron dicho desfase añadiendo 5 "días malos" o "aciagos", que se usaron para arreglar este desfase producido. Haciendo que el error sea mucho menor, sin embargo este arreglo es un parche que genera desfases, si bien aumenta la precisión del calendario, este sigue estando muy lejos de ser tan preciso como el calendario Gregoriano o el Juliano. Añadir días sin más no es una buena práctica porque entonces se producen desfases con fechas clave, como los equinoccios o los solsticios. Sin embargo debo reconocer que la precisión de estos calendarios era mayor de la que tenia conocimiento en un principio, por ello quiero pedir disculpas por este error y agradecer a Victor Amury Simental su corrección.

Matemáticas: simplemente le invito a que me diga un solo principio matemático de origen precolombino. No existen documentos de cosas tan básicas como trigonometría o álgebra, lo más parecido y avanzado que tenían era su sistema de tributación o el uso de ábacos o similares, como la Yupana inca o el tzintzin azteca, y no tenían nada de sofisticado.

Medicina: En el siglo XVI los europeos y asiáticos ya tenían tratados de anatomía y medicina estudiaban los sistemas nerviosos y circulatorios del ser humano, usaban antisépticos y tenían cirujanos capaces de hacer prótesis. Lo más parecido que se observa en la América precolombina son trepanaciones craneales y prótesis para proteger dichas trepanaciones, cabe decir que esto es verdaderamente sorprendente y avanzado. Pero no más que las que también realizaban los europeos, tenemos evidencia de tanto las trepanaciones como prótesis dentales en Eurasia de hace miles de años. El conocimiento medicinal de los nativos se reducía al uso de sustancias psicotrópicas, también algo avanzado, pero algo que todas las demás civilizaciones hacían desde la prehistoria.

Ciencias naturales: para la época del descubrimiento los europeos ya tenían un avanzado entendimiento del funcionamiento del mundo, la agricultura europea estaba muchísimo mas avanzada, sabían cómo hacer procreación selectiva de animales y plantas, fíjese que lograron cultivar plantas no autóctonas como el trigo o la vid en lugares inhóspitos para estas, sabían construir invernaderos desde el siglo XIII, entendían la necesidad de la preservación del entorno, habían trazado avanzados mapas y cartas náuticas, eran capaces de recorrer el mundo, sabían cómo usar las corrientes marítimas y del aire para navegar… por su parte los nativos americanos, no sabían ni dónde estaban, no tenían mapas, ni estaban comunicados entre ellos, solo los incas sabían domesticar ganado, casi todos los animales de gran tamaño, como los caballos fueron extintos por la caza masiva descontrolada, y los mayas habían arruinado su imperio al destruir su entorno por culpa de técnicas de cultivo erróneas que arruinaron la tierra. (Esto solo ha pasado dos veces a esa escala en la historia, en Yucatán y en Mesopotamia)

Edito y añado: Como están viniendo muchos con el tema de la domesticación del maíz… El maíz que comemos hoy día, no es el mismo, ni de lejos que comían los nativos. Este, es descrito por los Europeos como una especie similar al trigo, y es que, en 2000 años de domesticación los nativos habían convertido los teosintes en esto: (véase enlace)

Esto, es el maíz de los nativos americanos. Como pueden ver, tiene cierta similitud con el trigo.

Y esto que ven a continuación, abajo a la derecha, es el maíz tras 100 años de domesticación Europea, representado en un cuadro de Jean Martell del siglo XVII: (véase enlace)

Para obviar todo esto y crear ese mito esta afirmación se respalda en una serie de falacias históricas:

Crónicas y comentarios históricos completamente sacados de contexto:

Por ejemplo si un cronista, o un arqueólogo decía que incas y aztecas eran sociedades muy avanzadas, esto es más que suficiente para crear toda esta fantasía… ignorando que este comentario se hace en comparación al resto de sociedades amerindias, esto es, que el comentario puesto en su contexto no es "incas y aztecas eran sociedades muy avanzadas", si no: "en comparación con el resto de pueblos amerindios que los rodeaban, incas y aztecas eran sociedades muy avanzadas".

Descontextualizar el momento histórico para unos, pero no para otros:

Esto genera no entender la idiosincrasia de los cronistas y exploradores europeos, que teniendo una visión del mundo muy reducida eran impresionables y podían exagerar sus declaraciones, por ejemplo:

Hernán Cortés declaró que el templo mayor de Technotitlan era mucho mas grande y más alto que la torre de la catedral de Sevilla, pero el templo mayor que no es la pirámide más grande de América, mide unos 60m de altura, la mas alta, La Danta 72m, y la catedral de Sevilla entonces media casi 100m. También hablaba de como en lo alto de cada Cuh cabían cientos de monjes, donde realmente no caben más de una decena, etc.

Otros escritores hablaban de cientos de miles de personas, donde algunos más realistas y con más fundamento hablan de apenas unos pocos miles.

A su vez es muy común comparar a los europeos de aquel entonces, con las sociedades actuales, lo cual les hace parecer mucho más atrasados, mientras que se compara una versión idealizada de los pueblos amerindios con una demonizada de los europeos, realizada a base de lo que citaré en el siguiente punto.

Uso de mitos y falacias historicas decimonónicas:

A la vez que se idealiza la cultura amerindia mostrándola como una especie de arcadia ideal, de paraíso en la tierra, carente de guerras, enfermedades y pobreza. Tiende a reducir Europa a una serie de leyendas oscurantistas muchas veces anacrónicas y demostradas como falaces hasta el hartazgo. Los europeos no se lavaban, no sabían medicina, eran unos guarros, eran crueles, machistas y barbáricos… mientras que los nativos eran aseados, pulcros, igualitarios y mas civilizados que en la actualidad.

Cherrypicking, dar por válidos solo aquellos datos que nos interesan, mientras ignoramos los que los contradicen:

Es muy típico aceptar todo lo dicho por Bartolomé de las Casas (cuyas narraciones y descripciones son vagas o erróneas) mientras ignoramos a Bernal del Castillo (quien narra con precisión y detalle lugares y hechos demostrados como ciertos a través de la evidencia arqueológica), los indigenistas toman las declaraciones sobre la conquista de México (siglo XVI) de Hernández de Texcoco( siglo XVII )al pie de la letra, mientras se ignoran las de Cortés (autor de la conquista) cuando conviene. Si un cronista español dice que en tal ciudad mataron a 400 nativos, es una muestra de su barbarie, pero si el mismo cronista dice en la siguiente línea que lo hicieron porque estaban sacrificando a otros 1521 nativos aliados, se convierte automáticamente en un dato falso y exagerado.

Inversión de la carga de la prueba:

Hacer declaraciones extraordinarias sobre la tecnología amerindia y Exigir al interlocutor que demuestre que estás no eran así.

Es muy típico el argumento de: "los nativos estaban muy avanzados, pero todos esos avances se perdieron porque los españoles bárbaros los destruyeron en las hogueras" un argumento maravillosamente paradójico; pues: ¿Si los españoles los destruyeron en las hogueras, como sabe de esos avances tan magníficos? De haberlos destruido no podríamos hablar de ellos, pues no habrían llegado hasta nuestros días. ¿Y si sabemos de ellos porque no los destruyeron todos? Bien sea porque consiguieron salvarlos o simplemente los españoles no los quisieron destruir realmente, ¿Cuáles son, donde están y en qué consisten? ¿Como los indios aliados de los españoles permitieron que se destruyesen sus avances, o es que solo los poseían los aztecas? ¿Por qué no hay restos de dichos avances entre los yacimientos arqueológicos precolombinos? ¿ Insinúan que los españoles rebuscaron entre restos de la antigüedad previos a su llegada para buscar y destruir dicha evidencia también?

¿Y como encaja está afirmación con el irrefutable hecho histórico de que la corona española enviase a cientos de frailes y monjes, como Bernardino de Sahagún, a escribir, registrar y preservar las culturas nativas, sus costumbres y sus idiomas? O sea: ¿Los principales tratados sobre cultura amerindia son los de los propios españoles, pero al mismo tiempo hicieron todo lo posible por destruirlo todo?

Es una argumentación, simplemente insostenible.

Negación de todo mérito: argumentar que los avances Europeos "no cuentan" porque no son realmente Europeos.

Este argumento es simplemente estúpido, si los europeos estaban más avanzados era porque tenían esos conocimientos, independientemente de cómo los obtuvieran, desarrollados por ellos mismos, copiados a otras civilizaciones o caídos del cielo por gracia divina.

Pero cuando todo lo anterior falla, se recurre a esta falacia como un intento de seguir devaluando a la civilización europea o española. Y digo falacia, porque la mayoría de avances que se atribuyen a otras civilizaciones y que estás regalaron a los españoles por buena voluntad, ni suelen ser exactamente los mismos avances aunque estén basados en ellos, está falacia se divide en cinco categorías:

-Inventos relacionados: Por ejemplo: la pólvora (invento chino) y un mosquete (invento español), no son lo mismo, del mismo modo que el queroseno y un avión no son el mismo avance científico aunque uno dependa del otro), sin embargo se habla de la pólvora únicamente, para quitar a España de la ecuación. Y eso por no hablar de que la pólvora inicial china, y la usada por los europeos para la guerra en el siglo XV tienen tanta semejanza entre ellas como la pólvora granulada usada en el siglo XIX y la pólvora nitrocelulosica de hoy día.

-Inventos convergentes: La forja se atribuye a los Indios, pero esta surgió en diferentes puntos del mundo, aunque no fuera simultáneamente. Además, tiende a ignorarse, que, al contrario de lo que piensa mucha gente, el acero europeo y concretamente el español de aquella época estaban muy avanzados. Algo parecido pasa con la navegación que alguien en una respuesta atribuyó a un invento chino, cuando los restos arqueológicos navales europeos son más antiguos que cualquiera chino.

-Atribuciones erróneas: atribuir invenciones a civilizaciones que no tienen nada que ver, relacionado con el ejemplo anterior, se atribuye la navegación a China, pero las cartas náuticas más antiguas del mundo, son, precisamente españolas.

-Discontinuidad histórica/racial/étnica argumental: argumentar que aquellos inventos propios de Europa no son de Europa porqué son de… Roma, o celtas, o griegos, así, sin más, y se quedan tan anchos. Como si estos no fueran Europeos

-Negar la mayor: en otra respuesta a esta pregunta, alguien argumentó, y no es la primera vez que oigo esto, que: "el renacimiento no es el origen de invenciones propias, si no el redescubrimiento de tecnologías perdidas de la Europa clásica o de otras civilizaciones".

No sabía que antes del siglo XV ya hubiese navíos transoceánicos, ni prensa, ni sextantes, ni telescopios, ni pintura al óleo, ni arbotantes, cartas náuticas, vaciado del metal, antisépticos, hospitales, universidades, ni tratados de medicina/anatomía precisos sobre el sistema neurológico o del cardio-respiratorio previos a Miquel Servet, o teorías heliocéntricas fundamentadas previas a Copérnico o Galileo, ni teorías económicas de mercado, tratados y leyes sobre los derechos del individuo y de las personas, microscopios, barómetros, termómetros, altos hornos y hierro colado, aserraderos y fraguas mecánicas hidráulicas y eólicas, relojes, resortes, brújulas secas, cuadrantes geométricos, y un muy, pero que muy largo etc.

Y aún así, cuando todo esto falla, sigue quedando la carta maestra de la estupidez argumental mas grande de todas, que mama de la anterior:

"El verdadero mérito de los amerindios es haberse desarrollado tanto en completo aislamiento":

Este argumento, estúpido como el que más, comete tres enormes errores:

-Primero: insinúa que a los Europeos las cosas les venían regaladas del cielo o que otras civilizaciones compartían o regalaban su tecnología por propia voluntad. Ignorando por completo, que generalmente estás tecnologías eran secretos bien guardados, por ejemplo: los gusanos de seda estaban tan protegidos por los chinos que su venta estaba considerada traición y podía ser motivo de muerte.

-Segundo: asumir que Europa y Asia estaban cerca geopolíticamente hablando. Para empezar, la distancia entre Venecia y China por tierra es de unos 7400 kilómetros y entre Lisboa y Shangái, por mar es ¡¡¡de más de 40000km!!!, Mientras que la distancia entre Technotitlan y Perú ¡¡es de a penas 6000 kilómetros!! Además, Con la caída del imperio mongol y el alzamiento de los imperios de Oriente Medio, enemigos mortales de los Europeos desde el siglo VIII, la ruta de la seda, por tierra queda prácticamente inhabilitada debido a las tasas y la piratería. Solo quedaba la ruta por mar, que es 7 veces mayor que la distancia entre los dos grandes imperios precolombinos, y 5 veces mayor que la distancia entre Europa y América.

-Tercero: Asumir que aztecas, incas, mayas, etc. Contaban con las mismas innovaciones y que no podían compartir nada entre ellos. Y esto es importante, porque aztecas podrían haber aprendido ganadería de los incas, así como el uso de la rueda, y estos la construcción de carreteras y adecuación del entorno para sus necesidades de los aztecas,y todos podrían haber aprendido la forja de bronce de aquellos pueblos precolombinos que la conocían. Pero no lo hicieron, porque su atraso no era producto de su aislamiento, si no al revés, su aislamiento era producto de su atraso.

Por su parte, los Europeos fueron a buscar soluciones para sus problemas, a los Europeos nadie les regalo el progreso, ni les cayó del cielo…

…Salieron a buscarlo

domingo, 13 de febrero de 2022

Ronald Fraser, el historiador de lo que no se publica

Lucas Marco, "Ronald Fraser, el escritor que narró la historia oral de la Guerra Civil", El Diario.es, 12 de febrero de 2022:

Se cumple una década de la muerte del autor británico de 'Recuérdalo tú y recuérdaselo a otros' y de 'Escondido', obras fundamentales sobre la Guerra Civil y el franquismo

"El historiador oral político debe crear una síntesis dinámica de las grandes líneas de transformación y de la manera en que fueron experimentadas por los entrevistados. Sólo así, creo, las historias individuales pueden finalmente constituirse en historia". El historiador británico Ronald Fraser (Hamburgo, 1930 - Valencia, 2012) fue el artífice de lo que hoy se conoce como memoria oral y escribió obras fundamentales para comprender la experiencia de la Guerra Civil española y del franquismo como Recuérdalo tú y recuérdaselo a otros, un excepcional fresco de la contienda basado en 300 fuentes orales, o Escondido, sobre la experiencia como topo del alcalde de Mijas Manuel Cortés durante tres décadas.

"La lucha contra el fascismo, en un sentido romántico, marcó el ambiente de su generación", explica la catedrática de Historia Contemporánea de la Universitat de València Aurora Bosch, viuda de Fraser.

El escritor, nacido en Alemania y de ascendencia estadounidense, había trabajado como periodista para la agencia Reuters y el San Francisco Chronicle. También fue un activo miembro del consejo editorial de la revista británica New Left Review, una de las publicaciones marxistas más influyentes de la izquierda. Traductor de autores españoles como Antonio Ferres o Luis Martín-Santos, Fraser se dedicó también entre 1965 y 1969 a publicar ininterrumpidamente 25 relatos sobre los más diversos trabajos, el empleo industrial, administrativo, profesional e informal, que daría pie a dos volúmenes bajo el título Work.

Tras abandonar Reuters se instaló en 1957 en Mijas, el municipio andaluz de la provincia de Málaga, para escribir su primera novela. Casi una década después, atraído por la noticia de que el alcalde republicano Manuel Cortés había salido de su escondite tras 30 años oculto de la represión franquista, volvió a la localidad para grabar la historia del topo. "Se le ocurre que ahí hay algo muy interesante", señala la historiadora Aurora Bosch.

El libro Escondido, que narra la impresionante experiencia de Manuel Cortés, obtuvo un amplio reconocimiento de Ronald Fraser ("En la montaña de libros sobre la Guerra Civil española, no existe otro tan breve y al mismo tiempo tan completo, tan indefenso y a la vez tan sutil, tan humanamente conmovedor como éste", escribió Arthur Miller). "No era un historiador convencional, empezó por la literatura y sólo posteriormente se dedica a la historia oral", explica Aurora Bosch.

Con el éxito de Escondido (publicado originalmente en castellano por la editorial Alfons el Magnànim y reeditado después por Crítica), Ronald Fraser emprendió la investigación de otra obra clave en su trayectoria: Recuérdalo tú y recuérdaselo a otros.

"Recorriendo el país durante dos años en 1973-1975, encontrando a los interlocutores que podía, finalmente entrevistó a más de 300 testigos, grabando por encima de los tres millones de palabras y enviando las cintas de cada etapa a [su amigo, el filósofo André] Gorz en París por miedo a que la policía franquista las descubriera y las confiscara", escribe el historiador Perry Anderson en el obituario de Fraser publicado en la New Left Review.

"Siempre me decía que a un extranjero le contaban muchas más cosas", recuerda Aurora Bosch. "Nunca se había hecho nada como esto", remacha Perry Anderson. El libro, publicado en dos tomos, se convirtió en la gran historia oral de la Guerra Civil española a través de las vivencias de combatientes y testigos anónimos. "Lo que se proponía y lograba hacer era recoger la experiencia popular no al margen, sino en lo más profundo de un gran conflicto sociopolítico y militar, a través de un sorprendente abanico de vidas individuales", explica Anderson en el obituario de su amigo.

"Su interés parte de la literatura y también de la experiencia como algo importante a tener en cuenta, de la idea de que en la historia se tenía que reflejar la parte subjetiva de cómo las personas viven su acontecimiento", sostiene Aurora Bosch, quien apostilla: "Cuando empezó a trabajar con esto, ni siquiera se llamaba historia oral, fue posteriormente cuando de alguna manera se acuña el término, pero él ya había empezado".

En 1984 publicó "el más insólito de sus libros", según Perry Anderson. En busca de un pasado, una mezcla de historia oral, psicoanálisis y autobiografía en el que Fraser indaga sobre su infancia la mansión de Amnersfield, entre 1933 y 1945 a través de los testimonios de los sirvientes que habían trabajado para la familia, localizados tres décadas después. "Era la idea de ver cómo te veían los otros y de utilizar el psicoanálisis para descubrir cómo te ves a ti mismo, con la distancia de la propia biografía", afirma Aurora Bosch.

Los últimos años de su vida, Fraser emprendió el gran reto de trazar la memoria oral de la guerra por la independencia que se plasmaría en La maldita guerra de España. Historia social de la guerra de la independencia, 1808-1814. "Consideraba que la guerra por la independencia era muy importante, ya era un escritor muy conocido pero se metió en una obra que le costó más que los libros anteriores", señala su viuda.

El "desafío mayor", a diferencia de sus obras anteriores, consistía en "hacer una historia social de la guerra por la independencia sin tener posibilidad de entrevistar a sus propias fuentes", agrega Aurora Bosch. Como una "historia desde abajo", en la línea de Recuérdalo tú y recuérdaselo a otros, su gran obra realza "los momentos colectivos y los destinos individuales de un color o intensidad particulares", señala Perry Anderson.

El pionero trabajo de Ronald Fraser se plasmó también en el documental 30 años de oscuridad, una mezcla de animación y entrevistas (en las que el escritor británico era uno de los principales testimonios) o en la más reciente película producida por Netflix La trinchera infinita, protagonizada por Antonio de la Torre y Belén Cuesta. "Creo que estaría muy contento de esta estela de otras personas que han querido indagar en ese pasado oculto, hubiera estado encantado de ver que abrió un camino de interés por la memoria de España silenciada y, en muchos casos oculta, que se refleja en obras muy notables como La trinchera infinita", dice la historiadora Aurora Bosch.

"Escribiendo, grabando e investigando solo en España estaba acostumbrado a la soledad. La única virtud que admitía era la perseverancia", concluye Perry Anderson.

sábado, 9 de enero de 2021

Carta del rey Juan Carlos I al Sha en 1977 pidiéndole siete millones de dólares para el partido de Suárez

 La carta de Juan Carlos I al Sha de Persia el 22 de junio de 1977

Cándido Marquesán Millán

En Nueva Tribuna, 6 de enero de 2021:

Soy cada vez más consciente de las inmensas lagunas que tenemos los españoles sobre determinados comportamientos del Rey Emérito desde que accedió a la Jefatura del Estado, tras la muerte de Franco. De esos desconocimientos son responsables la política, la academia y los medios de comunicación.

Como señala el periodista Fernando Ramos en su artículo Los escándalos de la Corona española en la prensa digital y el futuro de la Monarquía. De la amnesia y silencio cómplice al tratamiento exhaustivo en los medios de 2012. Durante la transición política primero, y más tarde, a lo largo de su reinado, los medios de comunicación españoles, salvo contadas excepciones, se han autoadministrado sucesivamente una dosis de amnesia y otra de tolerancia o ignorancia o tratamiento benévolo de aquellos aspectos que afectaban al Rey, su casa y su familia, de modo que ese “pacto tácito” tuvo una vigencia inesperada. No pocas veces, tras aparecer determinadas informaciones en la prensa extranjera, los medios españoles se daban por enterados de asuntos relativos a nuestro jefe de Estado de los que daban cuenta con detalle periódicos de otros países de Europa y de los Estados Unidos.

La falta de debate que la sociedad española echa de menos sobre el dilema monarquía o república, se evidencia en la medida que los menores de 40 o 50 años se manifiestan despegados de una institución sobre la que sus padres no pudieron opinar. Pero lo que resulta especialmente perverso intelectualmente, es que se pretenda argüir que existió un verdadero debate acerca de la Constitución de 1978 en su aspecto esencial: la forma de Jefatura del Estado. En este sentido, conviene recordar que el instrumento que imposibilitó en su día ese necesario debate –que sigue pendiente- fue el Decreto-Ley de 1 de abril de 1977 (BOE: 12-4-1977, nº 87), sobre libertad de expresión, como nueva normativa sobre la materia que derogaba el artículo 2 de la Ley de Prensa, suprimía parcialmente el secuestro administrativo de publicaciones y grabaciones y reforzaba los mecanismos jurídicos para la persecución de los delitos de calumnia e injuria. El art. 3º. B) del citado Decreto establecía que la Administración podía decretar el secuestro administrativo cuando un impreso gráfico o sonoro contuviese noticias, comentarios o informaciones que fuesen contrarios a la unidad de España, constituyesen demérito o menoscabo de la Monarquía o que de cualquier forma atentase al prestigio institucional de las Fuerzas Armadas. Nadie podía predecir entonces la dirección de los acontecimientos, pero ante la amenaza de secuestro, muy pocos se arriesgaron a cuestionar la monarquía, proponer una profunda reforma del Ejército o fórmulas de articulación territorial del Estado fuera del marcado terreno para debatirlo. Aquel proceso derivó –algunos afirman que cautivados por la simpatía personal del monarca- en un tratamiento exquisito de las cosas del Rey. No habría de ser en los periódicos, sino en algunos libros donde fijarían su residencia las críticas o los comentarios más comprometidos.

Según Chomsky y Herman en la transmisión de mensajes simbólicos para el ciudadano de la calle, los medios, aparte de las funciones tradicionales (entretener, divertir e informar) inculcan valores y pautas de comportamiento para integrarse, y, por lo tanto, aceptan, las estructuras institucionales de la sociedad. Así pues, pueden convertirse en los mejores creadores de ese “imaginario monárquico” que se quiere imponer como un elemento casi natural, como parte del ecosistema de la sociedad moderna. Ese concepto de “Imaginario monárquico” es como una especie de sentimiento generalizado de aceptación sumisa de que hay personas, situaciones e instituciones que existen “per se”, sin que a los demás nos sea dado cuestionarlas. La monarquía es una de ellas, la más evidente, sin duda. Además de ser su representante, Juan Carlos I un dechado de perfección, por lo que todos los españoles de bien deberíamos estar profundamente agradecidos. Nos ha traído la democracia bajo el brazo.

También en la misma línea es el artículo de Adolfo Carratalá El tratamiento de la Monarquía española en las viñetas de los medios digitales. La actitud de los medios de comunicación españoles hacia la Monarquía ha recibido diferentes denominaciones, pero todas coinciden en apuntar a la sumisión de las principales empresas periodísticas ante la Corona: “pacto del olvido”, “silencio crítico”, “blindaje mediático”, “cordón sanitario” o “pacto de silencio”. El discurso hegemónico, producido y difundido por los medios, ha otorgado una cobertura privilegiada a la institución. Mediante ese pacto tácito de complicidad, prensa, radio y televisión se han sometido a un tratamiento que combinaba dosis de amnesia con otras de tolerancia, ignorancia y aproximación benévola a aquellos aspectos más sensibles vinculados con la Casa Real.

La Monarquía española forma parte, por lo tanto, de los principales tabúes de los periodistas españoles. La prensa se esforzó en representar a Juan Carlos I como “actor democratizador” y “héroe de la fundación del régimen democrático”, en un claro intento por silenciar el vínculo del rey con Franco y evitar, así, erosionar la figura del monarca. Esta tarea legitimadora no fue exclusiva de los redactores o de los fotógrafos. Incluso durante la transición, los humoristas adoptaron el mismo tono que los periodistas frente a la figura de Juan Carlos I”, que acabó siendo convertido “en un personaje estereotipado y simbólico para favorecer el flujo democrático”. Aquel tipo de tratamiento se asentó y consolidó alcanzando a la práctica totalidad del ecosistema comunicativo español, a excepción de “medios de comunicación menores, con escasa influencia, o de carácter irreverente y satírico”, como la revista El Jueves. Este semanario humorístico ha sido el principal reducto de crítica mordaz contra la Corona durante años. El semanario satírico El Cocodrilo fue secuestrado el 18 de noviembre de 1985 por el artículo “Cosas reales. Con el debido respeto, 10 años de borbonez”. Los medios comenzaron a romper este pacto de silencio cuando irrumpieron los escándalos del caso Urdangarín o la cacería del rey en Boswana. En los medios escritos el primero que inició su capacidad crítica hacia la Monarquía fue Público. Luego se sumaron muchos medios digitales, que han proliferado en el panorama informativo. Y cuando los escándalos de la Monarquía eran inocultables no tuvieron otra opción que sumarse los grandes medios. Eso sí, con diferencias. No es lo mismo El País que ABC. Hoy da la impresión que la mayoría de los medios tienen barra libre para atacar al Emérito, y así proteger a Felipe VI y a la institución monárquica. Lo que no deja de ser perverso es que muchos medios acusan a Unidas Podemos del descrédito de la institución monárquica. La monarquía se desacredita por sí misma.

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Hecha esta digresión sobre el buen trato mediático a la monarquía hasta la segunda década del siglo XXI, quiero fijarme en un hecho paradigmático de este pacto de silencio, que es la carta dirigida por Juan Carlos I al Sha de Persia el 22 de junio de 1977 y que fue enviada desde la Zarzuela. He podido conocerla en la Tesis Doctoral de Luis Fernando Ramos Fernández Las limitaciones a la Libertad de Expresión, derivadas de la reinstauración de la Monarquía en España del 2014. La reproduzco y posteriormente haré un resumen del comentario extraído de la Tesis. Apareció en 1991 en la edición del diario de Asadollah Alam, ministro del Interior y Primer Ministro del Sha Reza Pahlevi.

Mi querido hermano: Para empezar, quisiera decirte cuán inmensamente agradecido estoy por que hayas enviado a tu sobrino, el príncipe Shahram, a verme, facilitándome así una respuesta rápida a mi petición en un momento difícil para mi país. Me gustaría a continuación informarte de la situación política en España y del desarrollo de la campaña de los partidos políticos, antes, durante y después de las elecciones. Cuarenta años de un régimen totalmente personal han hecho muchas cosas que son buenas para el país, pero al mismo tiempo dejaron a España con muy deficientes estructuras políticas, tanto como para suponer un enorme riesgo para el fortalecimiento de la monarquía. Después de los seis primeros meses de gobierno de Arias, que yo estuve igualmente obligado a heredar, en julio de 1976 designé a un hombre más joven, con menos compromisos, a quien yo conocía bien y que gozaba de mi plena confianza: Adolfo Suárez. Desde aquel momento prometí solemnemente seguir el camino de la democracia, esforzándome siempre en ir un paso por delante de los acontecimientos a fin de prevenir una situación como la de Portugal que podría resultar aún más nefasta en este país mío. La legalización de diversos partidos políticos les permitió participar libremente en la campaña electoral, elaborar su estrategia y emplear todos los medios de comunicación para su propaganda y la presentación de la imagen de sus líderes, al tiempo que se aseguraron un sólido soporte financiero. La derecha, asistida por la banca de España; el socialismo, por Willy Brandt, Venezuela y otros países socialistas europeos; los comunistas, por sus medios habituales. Entretanto, el presidente Suárez, a quien yo confié firmemente la responsabilidad del gobierno, pudo participar en la campaña electoral sólo en los últimos ocho días, privado de las ventajas y oportunidades que expliqué ya anteriormente y de las que se pudieron beneficiar los otros partidos políticos. A pesar de todo, solo, y con una organización apenas formada, financiado por préstamos a corto plazo de ciertos particulares, logró asegurar una victoria total y decisiva. Al mismo tiempo, sin embargo, el partido socialista obtuvo un porcentaje de votos más alto de lo esperado, lo que supone una seria amenaza para la seguridad del país y para la estabilidad de la monarquía, ya que fuentes fidedignas me han informado que su partido es marxista. Cierta parte del electorado no es consciente de ello y los votan en la creencia de que con el socialismo España recibirá ayuda de algunos grandes países europeos, como Alemania, o en su defecto de países como Venezuela, para la reactivación de la economía española. Por esa razón es imperativo que Adolfo Suárez reestructure y consolide la coalición política centrista, creando un partido político que sirva de soporte a la monarquía y a la estabilidad de España. Para lograrlo, el presidente Suárez claramente necesita más que nunca cualquier ayuda posible, ya sea de sus compañeros o de países amigos que buscan preservar la civilización occidental y las monarquías establecidas. Por esta razón, mi querido hermano, me tomo la libertad de pedir tu apoyo en nombre del partido político del presidente Suárez, ahora en difícil coyuntura; las elecciones municipales se celebrarán dentro de seis meses y será ahí más que nada donde pondremos nuestro futuro en la balanza. Por eso me tomo la libertad, con todos mis respetos, de someter a tu generosa consideración la posibilidad de conceder diez millones de dólares como tu contribución personal al fortalecimiento de la monarquía española. En caso de que mi petición merezca tu aprobación, me tomo la libertad de recomendar la visita a Teherán de mi amigo personal Alexis Mardas, que tomará nota de tus instrucciones. Con todo mi respeto y amistad. Tu hermano, JUAN CARLOS”.

Charles Powell en su biografía de Juan Carlos I un Rey para la democracia de 1995, recuerda que, a los pocos días de las elecciones, don Juan Carlos escribió una larga carta al Sha de Irán, a quien había visto en varias ocasiones desde su primera visita a Teherán en 1969, en la que pasa a revista a la situación política española. El autor sigue el relato que de este asunto hace el periodista e investigador Jesús Cacho en un libro anterior, de gran éxito, por cuanto descubría los entresijos del poder económico y mediático en España.

Según Powell, no parece que el papel de un rey constitucional sea intervenir de modo tan directo en política. La carta famosa comienza aludiendo al régimen del que Juan Carlos era heredero, y dando la sensación de que no tenía nada que ver con él -Ya trataron los medios de desvincularlo del régimen franquista-. No obstante, reconoce que los cuarenta años de régimen absolutamente personal hicieron mucho bien al país, pero al mismo tiempo privaron a España .de estructuras políticas, lo cual suponía enorme riesgo para el fortalecimiento de la monarquía. Para fortalecerla era preciso ayudar al partido de la “Reforma”, es decir a la UCD, mediante los adecuados apoyos económicos, entre reyes, que cerraran el paso a los socialistas y otros partidos de izquierda, y que por aquel entonces todavía se declaraban republicanos-Luego en el debate constitucional socialistas y comunistas aceptaron la monarquía-. El tono de la carta es patético, y llama la atención sobre los riesgos de que ganen los socialistas. Peligraría la monarquía y la estabilidad del país, ¿quién podría crear esa inestabilidad? Obviamente, los militares. Y los socialistas podían recibir ayudas de sus partidos hermanos. Era preciso apoyar a Suárez con diez millones de dólares.

Powell tiene que reconocer que de haberse conocido el contenido de esta carta en el verano de 1977, el prestigio y la autoridad del rey habrían resultado gravemente dañados, no sólo porque revelaba hasta qué punto estaba dispuesto a intervenir en favor de una opción política concreta sino debido al carácter no democrático del régimen iraní. No resulta fácil determinar en qué medida reflejaba esta carta la verdadera postura de don Juan Carlos ante el reciente proceso electoral. Al ir dirigida a un autócrata poco amigo de la democracia parlamentaria, el monarca español no tenía más remedio que exagerar la gravedad de la amenaza que podía suponer el PSOE para justificar la petición de ayuda, en parte porque los malos resultados del PCE no permitían azuzar el fantasma de un supuesto “peligro comunista”. No olvidemos que en aquel contexto, el poder, todo el poder del Estado estaba en manos de la UCD, con su red de gobernadores civiles con las capacidades de las que los dotara el franquismo, intactas. Y ahora, el refuerzo del Rey. La respuesta del Sha vino a decir que estudiaría el caso y respondería, pero no sabemos si el dinero finalmente llegó. Powell afirma que el aplazamiento de las elecciones municipales a 1979 causó gran alivio en la Zarzuela, donde estaba vivo el recuerdo de las de 1931 que provocaron la caída de la monarquía de Alfonso XIII.

lunes, 16 de noviembre de 2020

Horrores en Córdoba durante la Guerra Civil

María Serrano, "Menores fusiladas y ancianas que morían de hambre en prisión: la represión franquista contra las mujeres en Córdoba", Público, 14-XI-2020

Consejos de guerra en clave de género en Córdoba y su provincia. Así fue la represión franquista en esta provincia andaluza.

La represión franquista contra las mujeres no tuvo medida, ni en Córdoba ni en su provincia. Se habla de genocidio, con más de diez mil fusilados. Pero en clave de género la cifra también estremece. Más de 1.400 mujeres, de las 15.000 personas asesinadas que el investigador Julio Guijarro recopila desde hace ocho años de los fondos de archivos militares.

El papel destacado de las mujeres como protagonistas del cambio en los años 30 trajo en Córdoba una verdadera revolución social. "El régimen franquista pretendía ocultarlo, aquel tiempo donde las mujeres fueron protagonistas, y contra ellas se ejerció la misma represión que contra los hombres, a la que habrá que sumar otra causa específica de género".

Condenadas a prisión o a muerte, detenidas, ejecutadas por ser mujeres y madres, esposas o compañeras, hijas o hermanas de militantes perseguidos o por el simple hecho de haber acudido a una manifestación. Los delitos sexuales también quedaron latentes, casos de abusos contra menores que han sido localizados en el Archivo del Tribunal Militar Territorial Segundo de Sevilla.

Foto general de ‘El Pozo’, situada a escasos kilómetros de Medina del Campo, donde la ARMH de Valladolid ha encontrado restos humanos a 31 metros bajo tierra. A 31 metros bajo el suelo: la fosa en un pozo de Valladolid que los falangistas quisieron ocultar

Guijarro señala a Público que el contexto no es casual: "La represión fue más elevada en aquellas provincias que se resistieron al golpe de Estado y se enfrentaron a las tropas franquistas, manteniendo un frente de guerra estable, como sería el caso de Jaén o el norte de Córdoba", asegura. El régimen intentó silenciar a toda costa la represión contra mujeres de todas las edades, aunque a partir de las investigaciones publicadas es posible confirmar que Córdoba y  Jaén serían las regiones con más casos de mujeres represaliadas de toda Andalucía. Guijarro, en una compleja tarea de búsqueda, ha podido rescatar casos. Se habla de mujeres, hermanas que fueron rapadas, vejadas, fallecidas en prisión. Algunas eran menores de edad, como Carmen y María Pedrajas, otras como Martina y Dionisia son condenadas a muerte por ajuste de cuentas a los 53 y 60 años de edad. Ancianas como Bibiana Romero mueren de hambre o falta de higiene en prisión. Los casos de abusos a menores por parte de militares y guardias civiles fueron sobreseídos.

Pedrajas y Carmen Luna, menores fusiladas sin juicio

El caso de las hermanas María y Carmen Pedrajas Sánchez, de 17 y 18 años, resulta espeluznante. Vecinas de Hornachuelos, las dos ingresan en la Prisión Provincial de Córdoba el 18 de septiembre de 1936. Carmen sale de prisión para ser ejecutada sin juicio el 2 de octubre. Su hermana María tuvo el mismo destino dos días después. A pesar de ser menores de edad y no constar ningún procedimiento judicial en su contra, el jefe de Orden Público Bruno Ibáñez las manda fusilar por Bando de Guerra. Sus familias nunca supieron dónde se produjo la ejecución ni dónde están sus cuerpos.

Carmen Luna fue apodada por los fascistas de forma despectiva "la cateta". Trabajaba en la casa de unos señoritos del pueblo como sirvienta y es ejecutada en Córdoba el 29 de diciembre a los 18 años por el simple hecho de haber acudido a una manifestación.

Martina y Dionisia eran vecinas del pueblo minero de Peñarroya Pueblonuevo. Las hermanas Alcántara Calvo son sometidas al código de justicia militar y a su pompa judicial en diciembre de 1939. "El sumario muestra el ajuste de cuentas que vivieron estas mujeres, ya de avanzada edad, con graves acusaciones por parte de los vencedores". En el consejo de guerra, al que ha tenido acceso Público, como en "la instrucción el juez no se muestra imparcial y las dos mujeres fueron condenadas a muerte por su papel destacado en la retaguardia".

Martina sería fusilada el 11 de diciembre a los 53 años de edad. A Dionisia se le conmutaría la pena de muerte por cadena perpetua., aunque no resistiría la terrible noticia del fusilamiento de su hermana. El parte médico muestra que fallece por "colapso cardiaco", un argumento por el que cabe pensar que "fueron sometidas a malos tratos en la prisión de Pueblonuevo". Dionisia tenía 60 años de edad.

"Quedaría desposeída de su cabellera"

"La represión fue la misma para todos los que apoyaron al maquis, sin distinción de género", concluye Guijarro. El caso de Encarna Vega es uno de los ejemplos más claros de cómo la justicia franquista condenaba a las mujeres por el simple hecho de tener a su marido huido en Francia. "En los los sumarios no aparecen testimonios tan claros de mujeres rapadas por los franquistas", sostiene el investigador.

Encarrnación Vega tenía 29 años y era vecina de Villanueva del Duque. Debido a la ausencia de su marido tuvo que sobrevivir con el estraperlo "siendo al terminar la guerra desposeída de su cabellera y paseada por las calles por Fuerzas Nacionales para que sirviera de escarnio". La justicia militar la condenó en 1946 a 12 años en consejo de guerra por apoyo a la resistencia guerrillera.

La Guardia Civil falsificaba las declaraciones de estas mujeres

La Guardia Civil falsificaba las declaraciones de estas mujeres, que les arrancan a base de malos tratos que podían durar una semana. Las amenazas de palizas a sus hijas, o vejaciones (peladas). El trámite siempre era el mismo. Pasan a prisión, y meses después, ya ante el juez militar, esas mujeres niegan que sean ciertas aquellas declaraciones porque fueron maltratadas. En la imagen se muestra cómo esta joven cordobesa, Carmen, de 25 años, niega ante juez militar en 1947 su declaración anterior "por los malos tratos a que la sometieron hasta el extremo de cortarle el pelo, por no quererle decir lo que ellos querían".

Bibiana fue detenida por asuntos relacionados con la resistencia guerrillera, su caso fue sobreseído por fallecimiento, no llegó a ser condenada. Muere en la Prisión Provincial de Córdoba con 75 años el 24 de noviembre de 1941. Su cuerpo sigue en las fosas comunes de Córdoba, al igual que María Antonia Baena Granados. Con ocho hijos, fue condenada a 30 años y fallece en la Prisión Provincial de Córdoba con 82 años el 8 de noviembre de 1946.

El caso de Isidora Márquez, sin duda puede ser el más estremecedor. Condenada a cadena perpetua con 97 años en Hinojosa del Duque. La justicia la llevó a itinerar incluso por varias cárceles. "Esta mujer pasó por la Prisión de Mujeres de Málaga y Gerona, su expediente estaba incompleto porque las dos piezas localizadas no estaban unidas; solamente se podrá completar la investigación sobre el total de la represión franquista cuando se localicen y se describan todos los sumarios abiertos contra la población". Sin embargo, Isidora tuvo la fortuna de salir con vida y regresar a su casa en prisión atenuada con 100 años.

"Abusos deshonestos” a menores por parte de militares franquistas

En medio del entramado de casos, Guijarro encontró lo más sorprendente, casos sobreseídos de sumarios instruidos contra guardias civiles y militares franquistas por delito de "abusos deshonestos" a niñas de entre 2 y 15 años. A pesar de que no son delitos políticos, se procesa a militares en las causas por abuso de menores. "Los casos de malos tratos, abusos o violaciones fueron en general sobreseídos por la justicia militar franquista, siendo absueltos los acusados".

En los expedientes se alegaba a favor de los acusados. Eximían la culpa por "las costumbres libertinas de las mujeres, para roturas de himen, o su falta de higiene para contraer enfermedades venéreas". El informe del médico militar era determinante. "Es frecuente en ambiente de clase social inferior y por su falta de higiene". El informe por el que se sobresee el caso está fechado, en este caso concreto, en enero de 1950.

viernes, 17 de julio de 2020

Frases de Almudena Grandes

Las frases más subrayadas en los libros de Almudena Grandes

VERNE  24 OCT 2018

Almudena Grandes ha ganado el Premio Nacional de Narrativa 2018 por su novela Los pacientes del doctor García, la cuarta entregra de la saga Episodios de una Guerra Interminable. "Ha conseguido un difícil y preciso equilibrio entre lo imaginado y la lealtad a la verdad histórica”, dice el jurado sobre esta obra. Estas son las frases más subrayadas por los lectores de Kindle de este y otros libros de Almudena Grandes, datos facilitados por Amazon a petición de Verne.

Los pacientes del doctor García (2017)

- Norman Bethune lo ha conseguido. Por primera vez en la historia, una transfusión de sangre conservada en frigorífico le devuelve la vida a un desahuciado.

- Por la dureza de corazón que brotaba en el centro exacto de la mezquindad, por la mezquindad que nacía de la costumbre de la pobreza, por la pobreza que hacía duras y mezquinas a madres como la suya.

- Primero eliminaremos a los subversivos; después a sus cómplices; luego a sus simpatizantes; por último, a los indiferentes y a los tibios.

- El 21 de diciembre de 1959, Francisco Franco vuelve a ganar la guerra.

- De todas las historias de la Historia sin duda la más triste es la de España, porque termina mal. [Esta es de Jaime Gil de Biedma]

Las edades de Lulú (1989)

- No existe caída más dura que la caída de una persona soberbia, ni un estupor semejante al que un soberbio prueba al caer. Tampoco existe, o al menos yo no lo conozco, un estímulo tan feroz como el que aprieta los dientes de una soberbia despechada.

- La belleza es un monstruo, una deidad sangrienta a la que hay que aplacar con constantes sacrificios.

- Yo creo que la literatura no tiene que ver con las respuestas, sino con las preguntas. Un buen escritor no es el que intenta iluminar a la humanidad, respondiendo a las grandes cuestiones universales que angustian a sus congéneres, sino el que se hace preguntas a sí mismo y las traslada en sus libros al lector, para compartir con él quizás no lo mejor, pero sí lo más esencial que posee. Desde este punto de vista, las certezas son mucho menos valiosas que las dudas, y las contradicciones representan más un estímulo que una dificultad.

- Entonces, como tantas otras veces en mi vida, grité con los labios cerrados, grité hacia dentro y hacia el mundo al mismo tiempo, grité sin mover un solo músculo de la cara pero con los músculos del alma estrujados en un puño.

- "Feliz” es un adjetivo complicado, demasiado extraordinario. Si se repite pierde valor, en lugar de ganarlo.

Los besos en el pan (2015)

- Porque en España, hasta hace treinta años, los hijos heredaban la pobreza, pero también la dignidad de sus padres, una manera de ser pobres sin sentirse humillados, sin dejar de ser dignos ni de luchar por el futuro.

- Pero los españoles, que durante muchos siglos supimos ser pobres con dignidad, nunca habíamos sabido ser dóciles. Nunca, hasta ahora.

- Cuando se caía un trozo de pan al suelo, los adultos obligaban a los niños a recogerlo y a darle un beso antes de devolverlo a la panera, tanta hambre habían pasado sus familias en aquellos años en los que murieron todas esas personas queridas cuyas historias nadie quiso contarles.

- Hay que ser muy valiente para pedir ayuda, ¿sabes? Pero hay que ser todavía más valiente para aceptarla.

- Después, alguien nos dijo que había que olvidar, que el futuro consistía en olvidar todo lo que había ocurrido. Que para construir la democracia era imprescindible mirar hacia delante, hacer como que aquí nunca había pasado nada. Y al olvidar lo malo, los españoles olvidamos también lo bueno. No parecía importante porque, de repente, éramos guapos, éramos modernos, estábamos de moda... ¿Para qué recordar la guerra, el hambre, centenares de miles de muertos, tanta miseria?

Las tres bodas de Manolita (2014)

- Sin embargo, con el tiempo comprendí que la alegría era un arma superior al odio, las sonrisas más útiles, más feroces que los gestos de rabia y desaliento.

- La de siempre, esos carcas beatos de mierda que se creen que este país es suyo y que es natural que sus jornaleros se mueran de hambre, pero no toleran que quitemos los crucifijos de las escuelas.

- La insufrible torpeza de quienes se empeñaban en hacer llevadera la insoportable carga de la muerte.

- Como los recuerdos dolían, no recordaban. Como las lágrimas herían, no lloraban. Como los sentimientos debilitaban, no sentían.

- Porque solo los hombres cultos son libres, y en el supremo esfuerzo revolucionario que traerá consigo la emancipación de nuestros hermanos, no caben quienes han desperdiciado el privilegio de recibir educación…

El corazón helado (2007)

- El dinero, cuando no lo tienes puede serlo todo, pero cuando lo tienes no es nada, nada.

- Cada familia tiene un armario cerrado, lleno hasta arriba de pecados mortales.

- El amor no puede compararse excepto consigo mismo, y tampoco se puede deshacer, no se puede mentir, no se puede obviar mientras exista.

- No tengas miedo de las ideas, Julio, porque los hombres sin ideas no son hombres del todo.

- Solo podemos afirmar con certeza que el todo es igual a la suma de las partes cuando las partes se ignoran entre sí.

lunes, 22 de junio de 2020

Breve historia de la esclavitud en España

Julio Tovar, "Breve historia de la esclavitud en España", en Público, 21-VI-2020


“¡Ay!, cuando amaso yo,
sabrosito sale el pan.
¡Ay!, panadero soy
y esclavo del catalán!”

Canto popular cubano recogido en ABELLÓ I GÜELL, T., La resposta catalana a la crisi i la pèrdua colonial de 1898, Barcelona, Generalitat de Catalunya, 1998, pp. 171

Los viejos maniseros solían cantar una copla y que todavía se recuerda en las calles viejas de la Habana: 

“¡Desde el fondo de un barranco.
Grita un negro con afán:
¡Dios mío, quién fuera blanco,
Aunque fuera catalán”.

Los versos, memoria de los años de esclavitud en Cuba y que ya se difundían en 1870 en la metrópoli, han sido interpretados de múltiples maneras: recordaban tanto el pasado esclavista de gran parte de la burguesía catalana como también, y esta era la interpretación del escritor Alejo Carpentier, cierta conmiseración de los afrocubanos por la laboriosidad de los catalanes allí.

Cuba fue, así, ya desde su primera colonización el “gran pecado esclavista” de España como potencia imperial. En ese sentido, Bartolomé de Las Casas pudo instigar las Leyes Nuevas… en 1542, que protegían a los indios y que resultan uno de los grandes hallazgos humanísticos de la tradición hispana, pero este Estado Imperial no tuvo la misma consideración con los afrocubanos que comenzaban a llenar por centenas las plantaciones del caribe conquistado. 

La esclavitud en España, antes del dominio americano, se remonta a los primeros tratantes portugueses de esclavos en ciudades comerciales como Sevilla. Portugal fue la avanzadilla, la “pionera en la esclavitud atlántica” según historiadores, que tomaría España como ejemplo. A pesar de todo, los números de esclavos en Cuba, el principal nodo de importación de mano de obra esclava, no superarían los 1.000 en 1544. El volumen en comparación con Portugal, que en aquel tiempo superaba los 50.000 esclavos, era mínimo y la gran explotación económica se centraría en el continente americano y los metales preciosos. 

Todo cambia en el siglo XVIII: el monopolio de los borbones se trastoca con la conquista de la Habana en 1762 por el Reino Unido. La dominación, que duró solo un año, “abrió la isla al comercio de esclavos africanos” y aumentó cada mes en al menos 4.000 esclavos la mano de obra no emancipada. Aunque los ingenios azucareros, clave en la revitalización económica de la colonia, se databan de antes, pronto empezarán a crecer en número y con ello la importación de mano de obra africana. Entre el año 1763 y 1792, 70.000 africanos llegaron como mano de obra de una burguesía floreciente, que vivía del azúcar, y comenzaba a tener influencia peninsular. Su felicidad debida a la trata pronto comenzaría a nublarse: con la emancipación de los esclavos franceses en Haití en 1794, la libertad comenzaría a ser un ideal de futuro para los miles de negros cubanos. 

Haití, la dictadura negra y las revueltas cubanas

En julio de 1792 la Asamblea Nacional Francesa recibe una carta de los jefes de la revuelta en su posesión de la isla La Española. Es una carta de emancipación, valiente, donde los nuevos dominadores de su colonia caribeña afirman:

“Todos somos negros, es verdad, pero decidnos, caballeros, vosotros que sois tan juiciosos, ¿cuál es la ley que dice el hombre negro debe pertenecer como propiedad al blanco?”

Dividida en dos zonas, una española y francesa, será en la última donde se establezca un sistema de plantaciones de éxito. Ésta será emancipada en plena revolución francesa el 4 de abril de 1792. La ejecución del Rey en la metrópoli, un año después, desembocó en el conflicto total allí agravado por la abolición de la esclavitud ya en 1794. Las potencias enemigas, España e Inglaterra, intentaron arrebatar la colonia aprovechando este caos.

Toussaint L’Ouverture será el dique a estas ambiciones: haitiano emancipado que traicionó a su antiguo aliado, la corona española, pasó a ser la fuerza determinante en la isla. Su victoria sobre los ingleses, en 1798, no pacificó el territorio, sino que inició una oleada de escabechinas entre negros, blancos y mulatos. Aunque L’Ouverture pudo controlar débilmente la isla ya para 1800, fusilando incluso a los suyos, la Francia de Napoleón no reconoció la independencia e invadió con éxito el territorio. El corso reinstauró la esclavitud, encarceló a L’Ouverture, pero no pudo dominar la situación. Poco después, en 1804, Jean-Jacques Dessalines, un subalterno de L’Ouverture, pudo establecer un estado independiente a costa de la masacre de casi todos los colonos blancos que quedaban en la isla (se da el número de 5.000 asesinatos). 

Estos muertos y la desastrosa evolución política posterior de Haití, donde su tejido productivo se desbarató, fueron claves para reforzar la institución de la esclavitud en la cercana isla de Cuba. La historiadora cubana Ada Ferrer recuerda cómo la colonia española creó una leyenda luctuosa a través de los testimonios orales de los supervivientes de “lo que sucedió en Haití”. En contrapartida, la caída económica de la antigua colonia francesa potenció la economía cubana, convirtiéndose en una pieza codiciada por el resto de potencias por su creciente producción azucarera. Así, la primera línea de ferrocarril en España uniría La Habana y Bejucal tan pronto como en 1837; la metrópoli tardaría más de diez años en tener vías férreas entre Barcelona y Mataró.

Las revueltas en Cuba comenzaron tan pronto como en 1795, dirigidas por esclavos liberados, aunque la más importante sería criolla y dirigida por Joaquín Infante en 1809. La metrópoli pudo controlar todas las conspiraciones, una de las pocas colonias que no se escapó al poder imperial español, aunque sufrió revueltas de esclavos dirigidas casi siempre por mulatos en la zona oriental. La represión por los gobiernos liberales fue brutal y en 1844 alcanzó su auge con el fusilamiento de 78 insurrectos luego de una “supuesta”conspiración para masacrar a los blancos e instigar mil fechorías. Los negros, a decir de la investigadora Martha Silvia Escalona Sánchez, comenzarían a ser “la representación del mal” para la conservadora burguesía habanera. Muy pronto la caída de la reina Isabel II, en septiembre de 1868, cambiaría todo.

La democracia llega a España…pero no a Cuba

Todo el hemiciclo está expectante, todos esperan el gran discurso, el que busca redimir a los negros y fijar la posición de los republicanos en el debate sobre la esclavitud. Don Emilio Castelar y Ripoll, así, sube a la tribuna, toma sus acostumbrados vasos de agua con azúcar y declama un discurso memorable: 

“¿Creéis que hay en el mundo algo más horrible, algo más espantoso, más abominable que el negrero? El monstruo marino que pasa bajo la quilla de su barco, el tiburón que le sigue husmeando la carne, tiene más conciencia que aquel hombre. Llega a la costa, coge su alijo, lo encierra, aglomerándolo, embutiéndolo en el vientre de aquel horroroso barco, ataúd flotante de gentes vivas. Cuando un crucero le persigue, aligera su carga, arrojando la mitad al océano. Bajo los chasquidos del látigo se unen los ayes de las almas con las inmundicias de los cuerpos. El negrero les muerde las carnes con la fusta, y el recuerdo de la patria ausente, la nostalgia, les muerde con el dolor de los corazones”.

Su proclama acaba, así, con una invocación a toda la cámara, apelando a sus profundos sentimientos cristianos:

“¡Hijos de este siglo, este siglo os reclama que lo hagáis más grande que el siglo XV, el primero de la Historia moderna con sus descubrimientos, y más grande que el siglo XVIII, el último de la Historia moderna, con sus revoluciones! ¡Levantaos, legisladores españoles, y haced del siglo XIX, vosotros que podéis poner su cúspide, el siglo de la redención definitiva y total de todos los esclavos!”

Es el 20 de junio de 1870 y la esclavitud solo sobrevive ya en las colonias hispanas, protegida por asociaciones como los centros hispano-ultramarinos. Estos centros, que albergan a los políticos reaccionarios y conservadores, consideran la trata institución imposible de abolir por el “temor” a la pérdida de la colonia y acusan a los republicanos federales, partidarios de la abolición total, de “mantener relaciones con los rebeldes”, según el análisis de la trabajadora del CSIC Inés Roldán de Montaud.

España es, desde 1869, una monarquía democrática por sufragio universal masculino, con una fuerte oposición republicana y varias colonias con regímenes relativos de servidumbre. Es en Cuba, como hemos visto, donde la esclavitud es un problema social, y para ello se han hecho decenas de reglamentos buscando controlar a cualquier población emancipada. Castelar da la cifra de 300.00 esclavos en Cuba y 700.000 libres, dando una cifra inferior a los 100.000 no emancipados para Puerto Rico. Segismundo Moret, Ministro de Ultramar, en su respuesta al gran orador fue paternalista y, para los ojos actuales, inmoral ya que habló del“saludo amistoso” entre el viejo esclavo y el dueño de la plantación

El gobierno progresista, con todo, aprobó una ley de “libertad de vientres” en junio de 1870 que liberaba a los hijos de los esclavos, aun dejando este tema sin resolver del todo en plena monarquía democrática. El historiador social José Antonio Piqueras especula si esa “libertad de vientres” y algunos manejos del general Prim en Cuba, en plena guerra de los diez años, pudieron instigar su asesinato en diciembre de 1870. Los debates, a pesar de todo, seguirían en los últimos años de la efímera monarquía democrática de Amadeo I de Saboya y al comienzo de la Primera República. Esta última pudo abolir el 22 de marzo de 1873 la esclavitud en Puerto Rico, aunque no consiguió hacerlo en el caso de Cuba. Una victoria para las sociedades abolicionistas, sin duda, pero quizá incompleta. La abolición total tardaría todavía más de diez años en llegar y la República no viviría para verla.

La Restauración y el fin de las cadenas

El 3 de enero de 1874 llegó el “termidor” de la república española: el golpe del artillero Manuel Pavía ante el cese de Emilio Castelar en la presidencia. Esto comenzaría esa extraña república pretoriana, dirigida por Serrano, y que finalizaría con la vuelta sin apenas resistencia de Alfonso XII y los borbones gracias al pronunciamiento del general Martínez Campos a finales de ese año. Volvía, en la tradición pendular de España, el régimen conservador, aunque con ciertos matices e inspirado por ese diputado alfonsino que defendió siempre los intereses de los tratantes en Cuba: Antonio Cánovas del Castillo.

Cánovas conocía el problema cubano, fue ministro de ultramar en 1866, y había intentado suprimir la trata y “controlar” la esclavitud. Ahora bien, nunca se hizo ilusiones por la emancipación rápida y defendía un gradualismo en su extinción. De nuevo, el temor a un “nuevo Haití” paralizaba a las elites en la isla, que financiaban muchas de ellas el todavía débil sistema de la Restauración (el militar Manuel Villacampa realizó un pronunciamiento republicano en 1886). Mientras tanto, ya desde 1868, las autoridades hispanas fomentaron la inmigración de españoles a la colonia ante el temor de una revuelta por una mayoría demográfica negra.

La paz de Zanjón, que acababa la guerra permanente en Cuba en 1878, consiguió un compromiso por parte de Martínez Campos de abolir la esclavitud, pero el debate tardó unos años más y solo pudo concretarse en febrero de 1880. Rebecca Scott da el número de 25.000 esclavos liberados en Cuba, un número menor y aceptable para la metrópoli. El régimen canovista, eso sí, hizo subsistir un “patronato” por el cual la población negra permaneció atada a sus antiguos propietarios como “pago” de una compensación, según la interpretación del investigador Luis Miguel García Mora. Lo cierto es que, desde 1886, con el fin del patronato, se ponía fin a cualquier relación esclavista sin salario, siguiendo los criterios del filósofo Antonio Escohotadoen su perspicaz análisis de la esclavitud.

Es probable que esta emancipación llegara demasiado tarde: el malestar de los negros liberados, el cuantioso capital estadounidense a favor de la independencia y la torpe política de la Restauración llevaron a una nueva guerra en Cuba, la definitiva, a finales del siglo XIX. El periodista francés Charles Benoist recogió la declaración del Cánovas anciano, ya desesperado por un conflicto que no podía resolver, en las que afirma que “los negros de África, de importación” solo entendían la fuerza. No viviría para ver lo más temido para él: la conquista y tutelaje de Cuba por parte de EE.UU. en 1898. 

En estos últimos años la burguesía catalana va a obtener sustanciosos capitales de la trata de esclavos y este patronato. El historiador económico barcelonés Jordi Maluquer de Motes recuerda cómo uno de los círculos hispano-ultramarinos más importantes era el de Barcelona:  son los viejos apellidos Goytisolo, Sampa, Xifré o Vidal-Quadras que dominaron la trata y crearon esa imagen no especialmente feliz del catalán entre los afrocubanos. En 2018, como expiación de estas culpas, la alcaldesa Ada Colau retiró la estatua al barcelonés Marqués de Comillas, Antonio López y López, que había sido tratante de esclavos en sus plantaciones. Este hombre, que había sido casi todo en la España de la Restauración, pasaba a ser una persona non-grata: los tiempos habían cambiado.

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BIBLIOGRAFÍA

CASTELAR, E., La abolición de la esclavitud, Barcelona, Linkgua, 2013

ELORZA, A., HERNÁNDEZ SANDOICA, ELENA., La guerra de Cuba (1895 - 1898), Madrid, Alianza, 1998

FERRER, A., Freedom's Mirror: Cuba and Haiti in the Age of Revolution, Cambridge, Cambridge University Press, 2014

GOTT, R., Cuba: A New History, Londres, Yale University Press, 2004

ISRAEL, J., The Enlightenment that Failed: Ideas, Revolution, and Democratic Defeat, 1748-1830, Londres, University Press, 2019

JAMES, C.L.R., The Black Jacobins: Toussaint L'ouverture and the San Domingo Revolution, Londres, Penguin Books, 2001

ROLDÁN DE MONTAUD, I., La Restauración en Cuba: el fracaso de un proceso reformista, Madrid, CSIC, 2000

SMARTT BELL, M., Toussaint Louverture, Nueva York, Vintage Books, 2008

VV.AA., Esclavitud y derechos humanos: la lucha por la libertad del negro en el siglo XIX, Madrid, CSIC, 1990

VV.AA., La administración de Cuba en los siglos XVIII y XIX, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2017

VV.AA., Slavery in the Development of the Americas, Cambridge, Cambridge University Press, 2004

VV.AA., The Cuban Slave Market, 1790-1880, Cambridge, Cambridge University Press, 1995

martes, 12 de marzo de 2019

Los 296 campos de concentración de Franco


(Para leer el reportaje con fotos, pinchad el enlace superior)

El "holocausto ideológico" de Franco: 296 campos de concentración por los que pasaron casi un millón de españoles

El periodista e investigador Carlos Hernández publica este jueves 'Los campos de concentración de Franco', un exhaustivo estudio del sistema represivo creado por los golpistas del 17-18 de julio de 1936. 

Franco sabía del genocidio judío y ordenó salvar sólo a los españoles "indudables"

"Perded la esperanza. Solo saldréis de aquí por la chimenea del crematorio"

MADRID 11/03/2019 23:13 Actualizado: 11/03/2019 23:13 ALEJANDRO TORRÚS

En la España de Franco no hubo cámaras de gas. Tampoco se ideó una 'solución final' para acabar con los judíos o con los gitanos. No. La España de Franco tampoco ideó un plan para invadir a los países vecinos ni vistió de rayas a sus prisioneros. Franco no era Hitler. Pero había similitudes. En la España de Franco lo que hubo fue un "verdadero holocausto ideológico". "Una solución final contra quienes pensaban de forma diferente". 

Así lo expresa el periodista Carlos Hernández de Miguel que este jueves publica Los campos de concentración de Franco (Ediciones B), una investigación de tres años en los que al autor documenta y explica, como nunca antes hasta la fecha, el sistema represivo y de concentración creado por los golpistas del 17-18 de julio de 1936 y que pervivió, aunque en una versión suavizada en algunos aspectos, "hasta después de la muerte del tirano en noviembre de 1975". 

Y es que para los golpistas, la Guerra Civil tuvo en muchos aspectos poco de guerra y mucho de depuración ideológica. Así, los campos de concentración franquistas nacieron apenas 24 horas después del golpe de Estado como parte de un "plan preconcebido por los sublevados" con el objetivo de "sembrar el terror y eliminar al adversario político". El propio general Franco dejó dicho que en una guerra como la que vivía España era preferible "una ocupación sistemática de territorio, acompañada por una limpieza necesaria" que una rápida victoria militar "que deje al país infectado de adversarios".

Así, la idea que más se repetía era la de "limpieza". "Limpiad esta tierra de las hordas sin Patria y sin Dios", diría José María Pemán, intelectual y propagandista de los sublevados. El general Mola, en sus directrices previas al golpe, pidió "eliminar los elementos izquierdistas: comunistas, anarquistas, sindicalistas, masones....". El objetivo también lo señaló el general navarro: "El exterminio de los enemigos de España". El oficial de prensa de Franco, Gonzalo de Aguilera, de hecho, puso número a esa "limpieza". Según sus cálculos, había que "matar, matar y matar" hasta "terminar con un tercio de la población masculina de España". 

El primer paso para ejecutar esta limpieza fue la creación de campos de concentración. Durante los primeros meses de guerra, cada comandante militar de cada provincia y cada general al mando de una unidad fueron abriendo campos en el territorio de su influencia. Solo a partir de julio de 1937, con la creación de la Inspección General de los Campos de Concentración de Prisioneros (ICCP) por parte de Franco se comenzó a "centralizar la gestión". El impacto de esta orden de Franco, sin embargo, fue limitada. Cada general quería hacer y deshacer en sus respectivos campos de concentración. En ellos, no había prisioneros de guerra. No. Había "forajidos", "hordas de delincuentes" y "animales". El franquismo había negado a sus enemigos hasta los derechos de la Convención de Ginebra. 

¿Pero cuántos campos de concentración hubo en la España de Franco? Hay dos respuestas a esta pregunta. La primera respuesta la aporta Carlos Hernández, autor también de la obra Los españoles de Mauthausen: "Solo hubo uno y se llamaba España. La nación entera, a medida que fue siendo conquistado su territorio por las tropas rebeldes, se fue convirtiendo en un gigantesco recinto de concentración. Un recinto en el que, inicialmente, todos sus internos eran culpables".

"La nación entera, a medida que fue siendo conquistado su territorio por las tropas rebeldes, se fue convirtiendo en un gigantesco recinto concentracionario"

La segunda respuesta la aporta el mismo autor con su investigación exhaustiva de los últimos tres años: 296 campos de concentración repartidos por todo el Estado con Andalucía y la Comunidad Valenciana a la cabeza de este ránking de la infamia. El primero de ellos, de hecho, se abrió apenas 48 horas después del golpe de Estado del 17-18 de julio en Zeluán, a unos 25 kilómetros al sur de Melilla, en el antiguo protectorado de Marruecos, donde comenzó el golpe. 

También, el campo de fútbol del Viejo Chamartín, donde jugaba el Madrid, se convirtió en un campo de concentración. Y el Stadium Metropolitano, donde disputaba sus partidos hasta 1966 el Club Atlético de Madrid. Las plazas de toros de la mayoría de localidades del país, como la de Las Ventas (Madrid), la de Alicante, la de la Manzanera en Logroño o la de Baza, en Granada, fueron convertidas en campos de concentración. Igualmente muchos edificios religiosos también fueron utilizados con este fin. ¿Ejemplos? El Monasterio de San Salvador en Celorio (Asturias), el Monasterio de la Merced en Huete (Cuenca), el de la Caridad, en Ciudad Rodrigo (Salamanca) o el de San Clodio, en Ourense, hoy convertido en un hotel & spa.  

Por todos estos pasaron circularon entre 700.000 y un millón de españoles, según ha estimado el autor de la obra. ¿Y cuántos murieron en ellos? Así responde Hernández de Miguel: "El número de víctimas directas supera con creces los 10.000 y el de indirectas es incalculable si tenemos en cuenta que los campos fueron lugar de tránsito para miles y miles de hombres y mujeres que acabarían frente a pelotones de fusilamiento o en cárceles que especialmente en los primeros años de la dictadura fueron verdaderos centros de exterminio". 

"Exterminio también porque los cautivos apenas recibían comida y no disponían de las más mínimas condiciones higiénicas ni sanitarias. En lugares como Albatera (Alicante), la plaza de toros de Teruel o el campo de fútbol del Viejo Chamartín, en el que jugaba el Real Madrid, hubo miles de hombres y centenares de mujeres muriéndose literalmente de hambre. En Orduña (Vizcaya), Medina de Rioseco (Valladolid), Isla Saltés (Huelva) o San Marcos (León) perecían de tifus exantemático, pulmonías y tuberculosis", cuenta el libro. 

El primer objetivo de estos campos, además de infundir el terror a toda la población, era clasificar a los cautivos. Para ello, crearon una suerte de tres categorías: "asesinos y forajidos o enemigos de la patria española", que debían ser fusilados o condenados a largas penas; los "bellacos engañados", que podían ser "reeducados mediante el sometimiento, la humillación, el miedo y los trabajos forzados"; y, por último, los "simples hermanos", considerados 'afectos' al Movimiento y que eran liberados o incorporados a las filas del Ejército franquista.

Los fusilamientos, de hecho, se produjeron sin ningún tipo de control durante los primeros meses. Después, se fueron organizando los juicios sumarísimos donde se condenaba a muerte a 20 o 30 presos a la vez. Pero, además, de ser el escenario de una "selección ideológica" y de "lugar de exterminio", los campos sirvieron como lugar de "reeducación". "Franco apostó por eliminar a los irrecuperables y tratar de sanar al resto mediante el sometimiento, la humillación, la propaganda y el lavado de cerebro". ¿Cómo funcionaba esta reeducación?

"Los cautivos eran sometidos a un proceso de deshumanización"

"Los cautivos eran sometidos a un proceso de deshumanización. Despojados de sus pertenencias más personales, la mayor parte de las veces eran rapados al cero e incorporados a una masa impersonal que se movía a toque de corneta y a golpe de porra. Las condiciones infrahumanas en el campo les degradaban psicológicamente desde el primer momento", escribe Carlos Hernández. 

En estas condiciones, los presos eran obligados a formar un mínimo de tres veces al día, cantar el Cara al sol y otros himnos franquistas y rendir honores a la bandera rojigualda haciendo el saludo fascista a la romana. Asimismo, la ICCP ordenó que en los campos se impartieran diariamente dos horas diarias de charlas de adoctrinamiento con temas como Errores del marxismo, Los fines del judaísmo, la masonería y el marxismo o El concepto de España imperial. 

"La Iglesia jugó un papel fundamental en esta tarea 'reeducativa'. En los campos de concentración se reflejó claramente la identificación absoluta de métodos y objetivos entre esta institución, los golpistas y la posterior dictadura. A diferencia de lo que ocurría con la figura del médico, la del capellán nunca se echó de menos en estos recintos. Generalmente con el mayor de los ardores, los sacerdotes lanzaban agresivos y amenazantes sermones a los prisioneros y ejercían de profesores en las clases patrióticas", relata Carlos Hernández. 

La libertad que no llega

Prisioneros del campo de concentración de San Pedro de Cardeña (Burgos) trabajando en la construcción de una carretera cercana.- BIBLIOTECA NACIONAL DE ESPAÑA
Prisioneros del campo de concentración de San Pedro de Cardeña (Burgos) trabajando en la construcción de una carretera cercana.- BIBLIOTECA NACIONAL DE ESPAÑA
El 1 de abril de 1939, hace ahora casi 80 años, Franco dio por concluida la Guerra Civil con aquel mensaje radiofónico de "cautivo y desarmado el Ejército rojo han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares". Sin embargo, la paz no llegó. En ese preciso momento, el número de españoles en campos de concentración superaba "holgadamente" el medio millón, según los cálculos de Hernández. Muchos otros continuaban presos, pero ahora en batallones de trabajadores. 

En noviembre de 1939, de hecho, Franco ordenó cerrar la práctica totalidad de los campos de concentración. De la noche a la mañana numerosos recintos pasaron a depender de la Dirección General de Prisiones o de otras instituciones. En algunos de ellos se evacuó a quienes no habían sido juzgados y solo permanecieron los internos que cumplían condena. En otros establecimientos, por el contrario, solo se procedió al cambio de denominación oficial.

Los ciudadanos que consiguieron abandonar el campo de concentración con vida tampoco alcanzaron la libertad definitiva y real. Cientos de miles de hombres y mujeres siguieron siendo prisioneros durante décadas en las localidades en las que residieron.

"Un buen porcentaje de ellos volvieron a ser detenidos, encarcelados o fusilados tras ser sometidos a nuevos procesos judiciales. Quienes estaban en edad militar tuvieron que hacer la 'mili de Franco', iniciando un nuevo período de cautiverio y trabajo esclavo. Todos, casi sin excepción, permanecieron para siempre vigilados y marginados social y económicamente: los empleos y los nuevos negocios fueron solo para quienes habían combatido en las filas del Ejército vencedor", concluye Carlos Hernández. La guerra había terminado. Ahora comenzaba una vida de pobreza y miseria.

domingo, 27 de enero de 2019

Javier Marías

Lo que nos hacen creer que nos pasa

Javier Marías

27 ENE 2019 

Cuando se proporciona una interpretación de las cosas que ni se justifica ni se discute, y se parte de ella una vez y otra, la pereza se adueña del escenario

TRECE AÑOS después de su muerte el 15 de diciembre de 2005, he releído un breve texto de mi padre, que fue Julián Marías. A diferencia de lo que hace mucha gente, que homenajea a un escritor recién desa­parecido leyendo o releyendo en el acto algunos de sus párrafos, yo me quedo tan triste —sobre todo si el escritor me era cercano— que tardo siglos en asomarme de nuevo a su obra, como si hasta cierto punto me pareciera una ofensa que ésta sobreviva a la persona. (Al autor esa posibilidad, en cambio, lo reconforta un poco en vida.) Son sólo cincuenta páginas, fechadas en 1980, cuando nuestra democracia era muy joven. En 2012 las reeditó en forma de librito la editorial Fórcola, bajo el título La Guerra Civil ¿cómo pudo ocurrir? En su día me había gustado mucho —no todo lo de mi padre me gustaba cabalmente, como supongo que a él tampoco lo mío—, y si ahora he vuelto a él no ha sido porque vea el menor peligro de una situación parecida a la que desembocó en aquella Guerra, ni de lejos. Pese a que el panorama político y económico de nuestro país sea declinante desde hace un decenio o más, no hay que ser nunca agorero ni exagerado.

Precisamente con esta última palabra se inicia este texto. Mi padre tenía veintidós años cuando estalló la Guerra, y recuerda que su primer comentario cuando comprendió que se trataba de eso y no de un golpe de Estado o insurrección triunfantes o fallidos —es decir, de escasa duración en cualquiera de los casos— fue: “¡Señor, qué exageración!” A lo largo de las cincuenta concisas páginas va señalando cómo aquello no le pareció inevitable, en contra de lo que tantos han pensado, sino absolutamente evitable y desproporcionado; por mucho que la convivencia estuviera deteriorada y maltrecha, que los problemas fueran enormes y que casi todos los políticos se comportaran con frivolidad teñida de mala fe. Sostiene que la mayoría de los españoles no querían esa Guerra, sino si acaso su resultado, esto es, la derrota de una porción de sus compatriotas a los que unos y otros no podían ver. Pero sin pasar por una matanza desaforada como la que se produjo durante tres años. Mucho menor en los frentes que en las respectivas retaguardias. Menos sufrida por los combatientes reales que por la población civil. Si he releído este librito no es, como he dicho, por temor, sino por la extraña persistencia española (andaluza, madrileña, catalana o vasca, tanto da) en caer en las peores tentaciones cada cierto tiempo. Mi padre relata demasiadas actitudes reconocibles. Al hablar de la discordia, dice: “Entiendo por tal no la discrepancia, ni el enfrentamiento, ni siquiera la lucha, sino la voluntad de no convivir, la consideración del ‘otro’ como inaceptable, intolerable, insoportable”. Habla de la terrible consigna, tantas veces oída, “Cuanto peor, mejor”, y acuña una expresión para explicar el progresivo envilecimiento: “el temor y respeto a lo despreciable, clave de tantas conductas sucias en la historia”. Y en efecto, cuando los dichos y hechos despreciables empiezan a “pasarse”, a no condenarse con energía y a no ponérseles inmediato freno, uno puede estar seguro de que no van sino a crecer, a ir a más, hasta que llegue un punto en que se admita “todo (incluida la infamia), con tal de que sea ‘de un lado”. Y agrega: “Nadie quería quedarse corto, ser menos que los demás en la adulación de los que mandaban o en la execración de los adversarios”.

Advierte de “la necesidad de un pensamiento alerta, capaz de descubrir las manipulaciones, los sofismas, especialmente los que no consisten en un raciocinio falaz, sino en viciar todo raciocinio de antemano”. (Ay, hoy se ensalzan las “emociones”.) Hubo intelectuales que lo intentaron, pero “se les opuso una espesa cortina de resistencia o difamación…, y llegó un momento en que una parte demasiado grande del pueblo español decidió no escuchar, con lo cual entró en el sonambulismo y marchó, indefenso o fanatizado, a su perdición”. Para él, el verdadero origen de la Guerra no fue la situación objetiva de España, sino su interpretación, o el desajuste de dos interpretaciones que llegaron a excluir a las demás. Esto fue posible por algo que hoy, con las redes sociales, padecemos de manera más extrema: “una forma de sofisma consistente en la reiteración de algo que se da por supuesto”. Cuando se proporciona una interpretación de las cosas que ni se justifica ni se discute, y se parte de ella una vez y otra como de algo obvio que no requiere prueba, la pereza se adueña del escenario y se inocula fácilmente a “las personas sin influencia en la vida colectiva, con un mínimo de responsabilidad, sujetos pasivos de todas las manipulaciones”. A la mayoría, por tanto, que asume con holgazanería las conclusiones simplistas con que se la aturde. Todo esto, por desdicha, resulta hoy reconocible. Al menos nos zafamos de la peste de las tres o cuatro décadas siguientes, en las que se perpetuó el espíritu de la Guerra, para vivir literalmente de las rentas los vencedores, moralmente los perdedores supervivientes. Éstos no fueron muchos, porque millares de ellos fueron ejecutados por Franco cuando ya no había guerra, pero se siguió fomentando su interpretación. Tal vez lo malo no sea nunca tanto lo que nos pasa, cuanto lo que nos hacen creer que nos pasa.