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sábado, 23 de septiembre de 2023

Los Diarios de Emil Ciorán

1 Reseña de sus Diarios

2. Dossier

1. Reseña de Karina Sainz Borgo, "Los diarios inéditos de Cioran, el hombre que quiso ser español", en Vozpopuli, 20/01/2020

Tras la muerte del filósofo y escritor rumano Emil Cioran, su mujer Simone Boué encontró treinta y cuatro cuadernos entre los papeles de su buhardilla en L’Odeon parisino. Excepto la fecha, nada diferenciaba uno del otro. El más temprano comenzaba en 1957 y el último pertenecía a 1972. Quince años de anotaciones. Ella nunca pensó en abrirlos, e incluso dio por hecho que se trataba del mismo. Y aunque la mitad tenía la indicación de ser destruidos, Boué los conservó.  

Los diarios los publicó Gallimard en Francia y en España vieron la luz en castellano en el 2000, cinco años tras la muerte del escritor y tres después de que su mujer muriese ahogada. Los editó Tusquets con traducción de Carlos Manzano. Ahora, cuando se cumple el vigésimo quinto aniversario de la desaparición del escritor y pensador, el sello publica no sólo una nueva traducción, a cargo de Maika Lahoz, sino el resto de los textos que permanecían inéditos en español. Alrededor de unas 800 páginas de las que Vozpopuli ofrece un adelanto.

Cuando se cumple el vigésimo quinto aniversario de la desaparición de Ciorán, Tusquets publica los diarios que permanecían inéditos en español

A mitad de camino entre el dietario y el apunte, los diarios de Cioran poseen la naturaleza breve y fibrosa de su escritura. El fragmento lo preside todo. En lo breve reside la verdad y la redención del arte como aquello que hace soportable la vida. Inyectadas de pasión y desesperanza, pero afeitados de cualquier sentimentalismo, en estas páginas Cioran retrata desde sus encuentros con Michaux o Beckett en París hasta su fascinación por la música —"estaba muerto, Bach me ha resucitado", escribe un 15 de agosto de 1960— o la lectura de los místicos.

Durante décadas, Cioran paseó por el Barrio Latino de París, envuelto en una gabardina y con la melena desordenada, ajeno a su celebridad y a su propio envejecimiento, dijo  de él Fernando Savater en su obituario. Cioran había nacido en Rasinari, una aldea de Transilvania (Rumania), el 8 de abril de 1911. En su juventud tuvo verdadero interés el movimiento fascista y nacionalista rumano, Guardia de Hierro, también por el nazismo, con el que se familiarizó en 1933 mientras estudió en la Universidad de Berlín. Renegó de ambos.

Tras mudarse a París, en 1937, Cioran hablaba rumano, alemán, inglés, ruso, italiano y español. Sentía por España una atracción exagerada, casi una imantación.  "Yo estaba hecho para España, para la lengua española. Era un fanático de santa Teresa de Ávila, y sigo siéndolo (...) Me fascinaba de ella el exceso, un exceso procedente de esa locura particular, inconfundible, propia de España. En mi juventud, lamenté no haber sido español. España me fascinaba, por ofrecer el ejemplo de los más prodigiosos fracasos. ¡Uno de los países más poderosos del mundo, hundido en tal decadencia!".

"España me fascinaba, por ofrecer el ejemplo de los más prodigiosos fracasos"

Dedica no pocas menciones en sus diarios. “En Europa occidental, España es el último país que todavía tiene alma. Todas las hazañas y todos los incumplimientos de España han pasado a sus cantos. Su secreto: la nostalgia como saber, la ciencia del pesar”, escribe en septiembre del año 1961. “Esta edición de los diarios puede fascinar a los lectores devotos de Cioran. No cuenta intimidades, porque era muy discreto, pero su lectura es una forma de entrar a la sala de máquinas de su pensamiento. Aquí están reflejadas sus obsesiones, sus querencias, sus histerias, su obsesión por la música de Bach y su querencia por su literatura de los grandes místicos, su devoción por los paisajes, desde Rusia hasta España”,  comenta a Vozpopuli el editor Josep María Ventosa, responsable de la publicación de estos diarios.

Como Milan Kundera, Cioran abandonó su lengua y abrazó el francés. Su primer libro, En las cimas de la desesperación, fue publicado en Rumania en 1934. Galardonado con el Premio de la Comisión y el Premio de Jóvenes Escritores, fue una de las mejores obras narradas por un joven escritor inédito. A ese siguieron El Libro de los delirios (1935), La transfiguración de Rumania (1936), y De lágrimas y de Santos (1937), todos escritos en Rumano y reeditados también por Tusquets en su colección Biblioteca Cioran. En 1949 escribe su primer libro en francés, Una breve historia de la decadencia. Cinco años después, en 1957, comienza a barruntar estos diarios.

Si entendemos a Cioran en su concepción de que el poder es el mal, su vigencia resulta clarísima, aún 25 años después de muerto

“Uno de los aspectos que está más presente es ese escepticismo radical, lo segundo más destacado es el gusto por un estilo fragmentario. También se aprecia el placer que sentía por ser un pensador intempestivo, porque todo libro debe dejar una herida en el lector. La mayoría de quienes lo leen reconocen su poder de trastornador. Salta a la vista también su gusto por estar en contra de todo, en algún momento llegó a decir que de Adán en adelante, estaba en contra de todo”, asegura Ventosa de estas páginas

Si entendemos a Cioran en su concepción de que el poder es el mal, su vigencia resulta clarísima, aún 25 años después de muerto. La pregunta que permanece busca esclarecer si Cioran es un pensador que escribe o un escritor que piensa. “No hay que subestimarlo como pensador. Estaba influido por Nietzsche, Kierkegaard  y Heidegger,  pero tiene una voluntad de estilo que resulta muy atractiva para el lector”, asegura Josep María Ventosa sobre estos Cuadernos de borrador,  como los llamó Boué, cuya palabras abren también esta edición.

2. Dossier

"El filósofo más aterrador de todos los tiempos", transcripción automática sin corregir desde el canal de Youtube Historia incomprendida, 10 sept 2023:

Hoy nos pasearemos por la vida de Emil Cioran, un hombre de pensamientos fragmentarios, que vio a Dios como un ser que se place en el dolor y sufrimiento del hombre, el cual solo comete el error de nacer y reproducirse. 

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Transcripción

El filósofo más terrorífico de todos los tiempos, Emil Ciorán. 31 cosas de su vida y filosofía.

"Por mucho que haya frecuentado a los místicos, en el fondo siempre me he puesto del lado del Diablo; incapaz de igualarlo en poder, he tratado de ser digno de él al menos en insolencia, acritud, arbitrariedad y capricho." Esta es una de las sentencias más fuertes que hizo Emil Ciorán un hombre de pensamiento controversial y de carácter subversivo algunos lo describen como el Nietzsche del siglo XX, solo que más oscuro y al mismo tiempo con mejor humor. También hay quienes lo catalogan de ingenioso, cínico, aforístico, pesimista y morboso. 

Cientos de lectores ven en su estilo de escritura una fascinante, delicada, refrescante y diferente expresión, a pesar del pesimismo que plantea sobre la existencia de la vida.

 Hoy nos pasearemos por la vida de emil lloran un hombre de pensamientos fragmentarios que vio a Dios como un ser que se place en el dolor y sufrimiento del hombre el cual solo comete el error de nacer y reproducirse antes de meternos a fondo.

Número 1 Quién era Emil Ciorán en 1911.

Nació Emil Ciorán, considerado un filósofo francés a pesar de haber nacido en Rumania fue hijo de un sacerdote ortodoxo y una madre líder de la liga de mujeres cristianas y propensa la depresión Escribió unas dos docenas de libros de belleza salvaje e inquietante; es considerado por cientos de críticos como uno de los mejores ensayistas francófonos pero otros perciben el horror en sus planteamientos sobre la vida y Dios.

Número dos De niño sintió que abandonó el Paraíso. 

Ciorán definió los primeros años de su existencia como los más felices Aunque fuesen analfabeto,s amaba a vivir entre los sencillos campesinos de Trasanari, una comuna en Sibiú, condado Transilvania, donde él nació. En su terruño según se sabe jugaba al fútbol con las calaveras que conseguían en el cementerio de su localidad; su padre se lo llevó del pueblo a los 10 años para que ingresara en la escuela en la pequeña ciudad. Emil sintió que dejó el Paraíso; no obstante años después amaría otros lugares de Europa

Número 3 Sufrió de insomnio crónico. 

Ciorán padeció de insomnio durante su  adolescencia y se convirtió en una influencia en su labor como escritor; de acuerdo con lo que él mismo señaló en su momento el insomnio lo hizo retraído, sombrío, pero gracias a eso plasmó ideas en el papel que luego derivarían en su primer libro en lengua rumana.

Número 4. Su formación académica.

Emil se trasladó a la capital del sur de Rumanía; ingresó a la universidad de Bucarest, donde cursó estudios de literatura y filosofía. Su formación se volcó principalmente en la filosofía de Kant, Nietzsche, Schopenhauer y el filósofo francés Henri Bergson. Aquí también descubrió las obras de Pascal y Nietzsche Esto explica en parte su filosofía pesimista y su nihilismo. En 1932 obtuvo su licenciatura después de redactar su tesis acerca del pensamiento de Bergson

Número 5 en la universidad conoció a grandes amigos.

Durante su permanencia en la universidad de Bucarest tuvo como compañeros de estudios a dos hombres que serían sus amigos de por vida: Eugène Ionesco, dramaturgo de vanguardia, y Mircea Eliade, el famoso historiador de la religión y la mitología 

Número 6. Simpatizó con el fascismo de la época en 1933.

Recién graduado se hizo acreedor de una beca de posgrado visitante en la universidad Frederick Wilhelm de Berlín. Allí mostró simpatía por las ideas fascistas de la época mientras enseñaba en la universidad de Berlín de manera muy entusiasta escribió sobre el líder de la Alemania de la Segunda Guerra Mundial; incluso dijo que admiraba de él el culto a lo irracional, el júbilo de la pura vitalidad, la expresión viril de la fuerza sin ningún espíritu crítico ni freno ni control. Una vez le escribió a su amigo Mircea Eliade: "Estoy absolutamente cautivado por el orden político que han establecido aquí." Amó la movilización en masas que observó en suelo alemán y vio en aquella convulsión política una promesa y grandeza históricas que nunca percibió en Rumanía. En 1936 volvió a su país natal y comenzó a quedar cautivado con una especie de organización nacionalista fascista en Rumanía, el movimiento de la Guardia de hierro. Aunque sobre el particular habló pocas veces en su vida, Ciorán elogió la dictadura de Ceaucescu; para él las personas preferían la sumisión a la libertad; su gusto por los ideales fascistas se convirtió durante décadas en motivo de preocupación de sus lectores. 

Número 7 El arte de la escritura lo salvó.

Ciorán destacó a lo largo de su vida el alivio que le producía escribir: esta práctica tenía un efecto tranquilizador. "Si detestas a alguien, toma un papel y escribe 10, 20, 30 veces "X es un tonto" y después de unos minutos te sentirás aliviado: lo detestas menos", sentenció. Nunca buscó ser un guía para los demás a través de lo que en el papel tan solo escribió para sí mismo y para librarse de sus demonios. Escribir fue su tabla de salvación, al punto que en una ocasión le dijo a Fernando Savater que de no haber sido por la escritura se hubiera convertido en asesino o se habría quitado la vida; de hecho, un tema muy recurrente en su obra fue el de poner uno mismo fin a la propia existencia. Esa idea era para él liberadora y a la vez una posibilidad que podemos elegir en cualquier momento, independientemente de la existencia de algún poder superior. En su obra El problema de nacer aseveró: solo tememos el futuro cuando no estamos seguros de poder acabar con nuestra vida cuando queramos. Y fue precisamente por esa idea liberadora que no llegó a atentar contra su existencia. Muchos de sus lectores le hicieron saber que de no haber leído sus libros se hubieran quitado la vida.

Número 8. Su primer libro, Sobre las alturas de la desesperación, fue su primera obra publicada en 1934 en Bucarest.

Tenía entonces 23 años; el libro es una reflexión acerca de la futilidad de la vida y la imposibilidad de hallar una felicidad permanente en un mundo dominado por el sufrimiento y el absurdo tras la publicación se hizo acreedor al premio de la Real Academia para escritores jóvenes después publicó otros libros en rumano cuando aún era un veinteañero. 

Número 9 En las duras palabras de su madre en ese primer libro subyacen todos los gérmenes para los pensamientos que elaboraría en sus siguientes obras y se ha dicho que, por tratarse del hijo de un sacerdote ortodoxo, el material terminó siendo vergonzoso para su familia. Su madre llegó al punto de decirle que "si hubiera sabido que te convertirías en una persona tan miserable, me habría hecho un aborto". Esas palabras le hicieron concebir la vida como una coincidencia, lo cual era una Liberación para él, pues, desde su visión, vivir no tenía sentido. En una ocasión le dijo a un amigo: "Soy simplemente un accidente, ¿por qué tomarlo todo tan en serio?".

Número 10 La transfiguración de Rumanía, una crítica al país y una alabanza a naciones como Francia, cercano como era a los fascistas rumanos durante la década de los 30. 

En su obra La transfiguración de Rumanía, Ciorán se refirió al contraste que existía entre naciones pequeñas como Rumanía y reprochó la actitud de sus compatriotas. Y es que mientras estuvo en Bucarest pudo conocer un universo cultural completamente nuevo. Aunque entonces catalogó de interesantes a los perdedores, a los procrastinadores, a quienes desperdiciaban la vida como vocación; no obstante, esta visión cambió cuando se fue de Bucarest; entonces elogió a naciones como Francia o Alemania por tomar sus destinos en sus propias manos.

Número 11 En 1937 se fue de Bucarest a París.

Ciorán se propuso irse a París. Se dirigió a la Junta Universitaria con el argumento de que requería una beca para poder continuar sus estudios sobre Bergsón en la  capital francesa; fue así como en 1937 con el apoyo del Instituto Francés de Bucarest logró trasladarse hasta la ciudad de la luz, que se convertiría en su nueva casa por el resto de su vida

Número 12 Una intensa época de pobreza en París. Su estancia en esta ciudad.

No fue fácil al comienzo cubrir los gastos hasta final de mes: era todo un reto; también experimentó un autoexilio debido al choque cultural e idiomático; el insomnio seguía apoderándose de él.

Número 13 Tuvo una vida sencilla.

Cioran pasaba el tiempo en su sencillo apartamento allí mientras escribía sus siguientes libros, trabajaba como corrector y traductor; evitó la compañía de literatos, pero le gustaba frecuentar el área alrededor de los jardines de Luxemburgo. En una ocasión rehusó recibir dos premios literarios franceses.

Número 14 Decidió escribir en francés y logró liberarse de su insomnio.

En Francia se dedicó a escribir en su lengua natal Lágrimas y santos, publicado en 1937; en 1943 escribió su último artículo en rumano y en 1946 se produjo la ruptura definitiva. En el lapso que va de 1937 a 1949, Ciorán aprendió francés hasta que se sintió capaz de hacer una publicación en su nueva lengua. Ciorán empezó a concebir la idea de escribir en francés mientras traducía líneas del poeta Mallarmé. Entonces concluyó que seguir usando su lengua materna en el papel era una tontería. En francés empleó un estilo compuesto enteramente de fragmentos aforísticos, pero en su prosa mantenía la paradoja de plantear la desesperación con gran belleza artística; así surgieron en sus obras dos periodos:

El periodo rumano temprano.

El periodo francés posterior y maduro.

También logró deshacerse del insomnio, puesto que quedaba extenuado debido a sus largos paseos en bicicleta por la campiña francesa.

Número 15 Su primer libro en francés fue Una breve historia de la decadencia.

Fue su primera obra en francés: la reescribió cuatro veces, incluso después de que la editorial la aceptara el libro terminó por publicarse en el año de 1949. El francés Bernard Henri-Levy opinó lo siguiente: "En este libro se ha dicho todo y lo único que le queda es repetirse lujosamente, lo cual hizo. No podía estar más de acuerdo ya que considero que este es el libro más importante de Ciorán y la base de su filosofía." Entre la reubicación de Ciorán en Francia y la aparición del libro tuvieron lugar los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial 

Número 16. Su primer libro polarizó a los lectores.

Pese al reconocimiento del que gozaba en algunos círculos literarios, Ciorán no tuvo un público más amplio enseguida, al contrario: transcurrieron varios años. Mientras esto se concretó, tras la publicación Una breve historia de la decadencia Ciorán comenzó a ser descartado por muchos lectores porque lo percibieron demasiado malhumorado y pesimista, sobre todo en una cultura europea de posguerra. Que prácticamente se estaba enfocando en lograr un optimismo obligatorio. Otros lectores elogiaron esta obra. El crítico literario francés Maurice manifestó sobre C. "aquel cuya llegada ha sido preparada por todos los filósofos del vacío y del absurdo, presagio de malas noticias por excelencia"

Número 17 La ambivalencia de la prosa de Una breve historia de la decadencia.

Aunque había diferencias bien marcadas, Ciorán tenía aspectos en común con Nietzsche, pues decidió exponer las hipocresías de la condición humana; no obstante, en su prosa subyace un entusiasmo y una especie de éxtasis, esto a pesar de su desesperación y pesimismo. Muchas voces podían alternarse en la prosa de Ciorán: algunas ocasiones filosóficas, otras poéticas y hasta políticas; incluso este libro se ha catalogado como una especie de canción, un testamento conflictivo y agonístico de la magnífica futilidad que es la humanidad. 

Número 18 Su filosofía de vida.

Pese a que no ha existido una escuela o academia del pesimismo, si ha habido una tradición de filósofos negativos y este autor de pesimismo, filosofía, ética, espíritu ha señalado que pueden tomarse como parte de esta tradición a grandes pensadores: Unamuno, Camus y Ciorán, uno de los grandes textos existenciales del siglo XX fue Del sentido trágico de la vida, escrito por Unamuno, una de las frases célebres del también filósofo español es: "La verdad es que la razón es enemiga de la vida", con lo que se refiere a que las razones enferman la conciencia. Y esta es una enfermedad para los hombres. Esta afirmación no solo fue absorbida por Ciorán, sino también exacerbada es precisamente la conciencia como enfermedad el punto del que parte la Filosofía de la desesperación de Ciorán. En uno de sus Aforismos a Severo, "la conciencia es mucho más que la espina, es el puñal en la carne" Ciorán afirmó que la conciencia nos permite reflexionar y comprender nuestra existencia del pasado y la del futuro, por ello su filosofía se basa en la conciencia del tiempo; no obstante, esta capacidad de acuerdo con Ciorán implica un costo terrible, si bien sabemos que existimos, también sabemos que vamos a morir: siempre esperamos algo, pero no sin las limitaciones insuperables del tiempo: todos vamos a perecer en algún momento, lo que hace que el futuro no sea otra cosa que un pasado que todavía está por llegar: esto nos diferencia de los animales, los cuales sí están preparados para vivir, puesto que ellos no tienen conciencia del tiempo ni de la muerte: a esta solo la temen por instinto; no saben que pueden morir cuando se sienten enfermos, mientras que nosotros pensamos en la muerte aun cuando estamos sanos. Cioran es un representante de la filosofía de la desesperación, cuyos planteamientos versan en el hecho de que, en un mundo ideal, solo habría rocas; y, si hay que incluir a algún ser vivo, los más idóneos son las plantas.

Número 19 El pesimismo como parte de la filosofía de Ciorán.

En Ciorán tuvo mucha influencia la filosofía pesimista de Schopenhauer, al igual que la de Schopenhauer, la filosofía de Ciorán promueve una especie de negación de la vida; sin embargo, el pensador rumano era mucho más pesimista: mientras el filósofo alemán planteaba que cuando escapamos de la voluntad de vivir tenemos una pequeña victoria, unos instantes, Ciorán vislumbró algo que mejore nuestra condición la única opción que tenemos es administrar el desastre. Total, no obstante, el editor Joseph María Ventosa expresó sobre Ciorán al margen del pesimismo todas las personas que le trataron destacan su facilidad para hacer reír a la gente con su sarcasmo brutal; nada que ver con la imagen de cenizo con que se le podría asociar. Para el editor, a Ciorán le gustaba la existencia con sus búsquedas perdidas y dolores.

Número 20. Ciorán no aprobaba la reproducción humana.

Ciorán desaprobaba la condición humana que nos mueve a la reproducción. Eso posiblemente explique por qué no tuvo hijos con su compañera. En uno de sus cuadernos, que fue publicado póstumamente en 1997, manifestó: "Con lo que sé, con lo que siento, no podría dar la vida sin ponerme en total contradicción conmigo mismo, sin ser intelectualmente deshonesto y moralmente criminal", de manera que sí él condenaba a la condición humana que ciegamente nos mueve a perpetuarnos, a pesar de la total imposibilidad de encontrar un sentido satisfactorio a la vida, a los sufrimientos por los que nos toca atravesar y que se repetirán en las futuras generaciones, lo que convierte a la vida en un incesante sufrir 

Número 21. La filosofía de la desesperación niega la vida sin desear la muerte. 

Es lógico preguntarse por qué si filósofos y pensadores tan importantes como Schopenhauer y Cioran percibían la existencia humana como algo tan pesimista, no terminaron por poner fin a sus vidas. Schopenhauer pensaba que quien tome esa decisión busca asesinar la voluntad de vivir dentro de él; no obstante, quien acaba con su existencia no niega obligatoriamente por eso la voluntad de vivir, cosa que sí hacen los escépticos y Ciorán era un escéptico. En Anatemas y admiraciones se refirió a sí mismo como el escéptico de turno de un mundo en descomposición; sí era escéptico de las verdades absolutas, y planteó que en la metafísica del conocimiento no hallamos ayuda, así que de con su filosofía acabar con nuestra vida es en realidad una alternativa válida pero no es una acción necesaria ni eficaz. Pues porque el daño ya está hecho una vez se reproduce el nacimiento y eso no cambia con la acción de poner por nuestra propia mano fin a nuestra existencia, de manera que tal acción se convierte en algo fútil, en algo más que está en contra de nuestra condición humana. Esta visión suya la podemos corroborar en el siguiente aforismo: "No vale la pena matarse, ya que siempre se mata demasiado tarde" La filosofía de la desesperación niega la vida sin desear la muerte; esto se puede observar en Una breve historia de la decadencia donde manifestó que la acción de quitarse la vida es algo así como un tesoro al que todos tenemos acceso; sin embargo, tenemos la opción de pasar toda nuestra vida sin usarlo de forma paradójica. Cuando abrazamos la desesperación es cuando podemos hallar un atisbo de existencia auténtica. 

Número 22 Su filosofía consideró que la historia era algo carente de sentido.

Este conocimiento que tenemos sobre el tiempo convierte a la historia en algo carente de sentido porque solo una adaptación que realizamos respecto a nuestra condición temporal es un invento nuestro al que llenamos de ilusiones, religiones e ideales de todo tipo. Los animales tienen todo lo que necesitan; obviamente la cultura no forma parte de sus requerimientos y la historia tampoco.

Número 23 Ciorán y su disidente escritura aforística.

El aforismo es uno de los géneros literarios preferidos por Ciorán: es conciso y coherente; el consideraba la escritura aforística como la forma de expresión más disidente, pues la despreciaban personas serias como los profesores, porque así se suelen decir cosas contradictorias; pero Ciorán no veía los aforismos como decretos, sino como verdades momentáneas, y argumentó que él podía dar explicaciones de cada aforismo que usó porque todos tienen una causa. Ciorán es considerado uno de los cuatro grandes maestros del aforismo. Los otros son Heráclito, Schopenhauer y Nietzsche. Su libro El problema de nacer está compuesto enteramente de aforismos y en Los dioses hay una sección compuesta enteramente de aforismos.

Veamos dos muestras de este tipo de escritura en Ciorán: "Me llevo bastante bien con alguien solo cuando está en su punto más bajo y no tiene ganas ni fuerzas para restaurar sus ilusiones habituales". "Si pudiéramos vernos como nos ven los demás, nos desvaneceríamos en el acto".

Número 24. Tuvo una complicada visión de Dios.

Ciorán ha sido catalogado como agnóstico, ateo y como un creyente ateo. Para Ciorán Dios es un ser que disfruta viendo sufrir al hombre y llevándolo a una existencia que es ilusión y tormento; he allí su nihilismo, su visión de ver la vida como algo carente de sentido, sin verdades en las que apoyarse; en esto último, una vez más se hace presente su escepticismo, para él; en la existencia misma prevalece el mal sobre el bien. Fernando Savater, buen amigo de Ciorán, dijo: "En Francia se convirtió en un pesimista irónico, pero en Rumania era más místico, una especie de religioso contrariado: nunca le perdonó a Dios que no  existiera. Ventosa expresó, aludiendo a la compleja relación que Ciorán mantenía con Dios, que le gustaba cuando describían el escritor rumano como místico, pero ateo

Número 25 El pecado original en Ciorán.

El pecado original fue un tema de interés para Ciorán: concibió al hombre como una criatura que estaba manchada por el pecado original, y que en el interior de las personas yace una semilla podrida que las hace creerse el centro del mundo, y todo porque no puede asimilar la idea de que su propia existencia es insignificante. Incluso de acuerdo con su visión, el hombre llegó a considerarse a la par y hasta más importante que Dios, y está viciado por sus actos, porque en él hay una maldad en marcha en este planteamiento se percibe la influencia que la filosofía de Nietzsche tuvo sobre él. Además de que en ambos se ve el ejercicio de la escritura fragmentaria 

Número 26 Un hombre de matices .

En Anatemas y admiraciones escribió una frase controversial: "Por mucho que haya frecuentado a los místicos en el fondo siempre me he puesto del lado del Diablo; incapaz de igualarlo en poder, he tratado de ser digno de él, al menos en insolencia, acritud, arbitrariedad y capricho; además admiro el budismo de la variedad más desconsoladora".

Número 27 Simone Boué fue su compañera de vida.

Ciorán conoció a Simone Boué, una profesora de liceo con la que permaneció por el lapso de unos 50 años; la pareja nunca se casó, ni tuvo hijos. Ella permaneció con él hasta su  muerte. Fernando Savater describió a Simone con estas cuatro características: "Vivaz, irónica, inteligente y discreta, era ella una mujer elegante y que bien pudo haberse desenvuelto con gracia en las pasarelas".

Número 28 Lo que abordó en sus escritos.

Ciorán tenía temas recurrentes en su obra. Escribió meditaciones líricas y expansivas, con frecuencia de naturaleza metafísica, donde habitualmente hablaba sobre la soledad, la desesperación, la muerte, la música, la historia, la santidad y los místicos.

Número 29 Su extraña relación con el fracaso.

Ciorán analizó el fracaso en su país natal y entre sus coterráneos, aunque después de haberse ido de Rumania se sintió secretamente endeudado con esa tierra de fracasos. Portales como Los Ángeles Review Off señalan que Ciorán tenía razón al sentirse en deuda con su Rumania natal debido a que los rumanos mantienen con el fracaso una relación única. Incluso en el idioma tienen muchos vocablos asociados con el fracaso. En París le dijo una vez a un amigo: me gustaría escribir una filosofía del fracaso con el subtítulo "para uso exclusivo del pueblo rumano", pero no creo que pueda hacerlo. Por momentos recordaba aquella extraña mezcla de admiración, ternura y fascinación que tuvo por los grandes perdedores y por el interminable espectáculo del fracaso en Bucarest. "Mis mejores amigos en Rumanía no eran  escritores en absoluto, sino fracasados", afirmó en una ocasión. Por otra parte, Ciorán concibió la condición humana como un fracaso o proyecto fallido. En El problema de nacer escribió textualmente frases como "ya no quiere ser hombre, la vida es un fracaso del gusto que ni la muerte ni la poesía logran corregir"

Número 30 Su muerte el 20 de junio de 1995 con 84 años de edad.

Ciorán falleció como consecuencia de los embates del Alzheimer, enfermedad que le robó la posibilidad de acabar con su propia existencia después de haberle hecho perder la conciencia de su propia identidad. Los últimos años de su vida los pasó en un hospital de París.

Número 31 ¿Es realmente Ciorán el filósofo más terrorífico de todos los tiempos?

Sus detractores, que son muchos, afirmarían que sí. Hay muchas opiniones en contra de la postura pesimista que tuvo Emil sobre la vida, pero mucho más sobre las posturas que planteó en relación con Dios. Algunos siempre aluden al momento en que uno de sus libros, donde hablaba de misticismo, llenó de horror al editor de la imprenta, el hombre descrito por muchos como bueno y temeroso de Dios, se negó a tocar el libro al darse cuenta del contenido blasfemo; se lavó las manos y Ciorán no tuvo otra opción que publicar su libro en otrol lugar; entre las duras frases que escribió Ciorán basta la siguiente: "Si la verdad no aburriese, hace tiempo que la ciencia habría sacado a Dios de circulación". Por otra parte sus ideas filosóficas, según muchas voces, no se han sabido entender sus planteamientos fueron el resultado del tumultoso contexto político y social de la Europa de entreguerras de los años en las que vio el surgimiento de ideologías totalitarias y la desilusión que esas bideologías trajeron años después: todo esto lo llevó a cuestionar los fundamentos de la existencia humana y el significado de la vida misma, Emil Ciorán es uno de esos pocos pensadores que han ahondado en las profundidades de la desesperación y el nihilismo con una prosa que deleita. Algunos han descrito a Ciorán como una guía espiritual de la negación de vivir y de la tentación de no existir. Pese a toda la controversia que puede seguir generando, no se puede negar que el trabajo de Emil Ciorán provoca fascinación: él desafía la sabiduría convencional, pero también nos obliga a que confrontemos las paradojas inherentes a nuestra propia existencia. Su legado filosófico se evidencia entre los existencialistas, pesimistas y pensadores del absurdo por igual y sus escritos han sido la inspiración para filósofos, escritores y artistas, incluidos Albert Camus, Thomas Bernard y Fernando Pessoa [¿?] 

martes, 15 de agosto de 2023

Formas de criar depresión por acoso ambiental

 -Las malas experiencias.

-Estar bajo la influencia de mucho stress.

-Las decepciones: que las cosas no te salgan como esperabas.

-Hacer cosas que no quieres o no te gustan.

-Estar confundidos, perdidos, no saber qué hacer, o como afrontar una situación.

-Estar rodeado de gente inconforme que solo te critica, te juzga, te humilla, que no le gusta lo que haces, o siempre le encuentra un pero.

-Que trates de encajar con personas que no te comprenden, o que son diferentes a ti, ya sea porque tienen gustos distintos a los tuyos.

-Que las cosas te salgan mal o al revés.

-Meterte en problemas, en situaciones difíciles inesperadamente, o en cosas que te parecen injustas.

-Ganarte enemigos gratis que te meten en dramas, polémicas o en envidias.

-Que no se vean los resultados de tus esfuerzos, que lo que haces sea en vano, nadie lo reconozca, y sea mal remunerado o mal recompensado.

-Que no consigas superar una situación, y siempre estés estancado tratando de superarlo sin conseguir resultados favorables. (Todo te sale mal, y por mucho tiempo sigues en la misma.)

-Que te traicionen, se aprovechen de ti, perder dignidad, te engañen, jueguen con tus sentimientos, burlas, menosprecios, insultos, que te hagan sentir poca cosa, que te dejen en tus peores momentos, que nadie te ayude, y que te quieran ver mal.

-Nos hace negativos perder la esperanza, la fe, la confianza, el creer que las cosas no se pueden lograr, no pueden mejorar, el creer que somos insuficientes, incapaces, que no merecemos estar mejor, nos hace inseguros, cobardes y baja nuestra autoestima.

viernes, 18 de junio de 2021

Dónde se ha conservado la sabiduría ancestral y en qué consiste

De María Salvadora Barceló y Marcelo Pena, Corresponsales de la revista Esfinge en Palma de Mallorca, en Quora:

Historia del pueblo aborigen australiano

Dentro de Oceanía, un continente dominado por el agua, emerge como la única isla, Australia, con sus más de 7,6 millones de km2, cuya extensión nos hace olvidar su carácter insular. Para facilitar el estudio del resto de las islas de este continente, fue necesario agruparlas bajo unos términos más amplios como son los de Micronesia, Melanesia y Polinesia. La población aborigen llegó a Australia hace unos 40.000 años, aunque hay estudiosos que atrasan su llegada hasta los 60.000 años. Utilizando canoas y toscas embarcaciones, estos primitivos viajeros arribaron a las costas australianas en varias oleadas, desde distintos lugares de la vecina Asia. Tal vez uno de estos lugares de partida, pudo ser la India, ya que con la población india comparten ciertos rasgos como su nariz ancha y algo aplastada o tez oscura. Su increíble capacidad de adaptación al medio les permitió alcanzar una población aproximada de un millón de habitantes a la llegada de los europeos a principios del siglo XVII, en la actualidad sólo quedan unos 200.000 primitivos australianos.

Durante siglos Australia permaneció aislada, evolucionando y cultivando una rica cultura, respetuosa con la Naturaleza y con la Tierra, alejada de cualquier influjo exterior. Parece ser que pudo haber algún contacto con Nueva Guinea, con China y con Malasia y que hasta las costas del norte de Australia llegaron navegantes árabes en torno al siglo XV. Los primeros europeos en llegar a la isla fueron navegantes tan avezados como Magallanes o Saavedra. Sin embargo, fueron los holandeses los primeros en establecer recaladas definitivas en estas latitudes. Les siguieron luego ingleses y franceses. Pero Australia permaneció inexplorada hasta el siglo XVIII. Y en 1829, Gran Bretaña se anexionó toda Australia. El impacto que supuso para la cultura aborigen la llegada y el asentamiento de estas gentes extranjeras fue enorme. Los europeos importaban unas costumbres que escapaban a la comprensión de los aborígenes y que chocaban con su concepción del mundo, desde la explotación de la tierra y de los animales, mediante la agricultura, la ganadería o la minería, hasta la construcción de grandes edificios, fábricas y casas, pasando por el uso de ropa que tapaba todo el cuerpo y de extraños utensilios.

En Australia, los aborígenes sufrieron la enfermedad, la violencia, la desposesión y el desarraigo, principalmente desde el siglo XIX; su población descendió desde el millón de habitantes a la llegada de los europeos, hasta los 200.000 de hoy en día, en torno al 1,5% de la población de Australia. A mediados del siglo XX consiguieron que la ley les concediera derechos sobre la tierra, sin embargo esto no fue suficiente. Para solventar la situación desastrosa en que se hallaba esta población, durante los años 80 y 90 del siglo XX, los distintos gobiernos australianos desarrollaron una serie de medidas destinadas a la mejora de las condiciones de vida de la población aborigen. En la actualidad la población aborigen australiana, más integrada ya en el modo de vida occidental, mantiene viva su tradición y su cultura, mediante la práctica de sus rituales y la producción artística, tanto literaria como pictórica, que deja bien patente la fuerza y la recuperación de esta rica civilización.

Desde la entrada de los europeos en Australia, muchas tribus aborígenes han desaparecido y otras han perdido todo vestigio de su vida tradicional. Pero algunos grupos del norte, oeste y centro han mantenido sus valores, sus creencias y sus ritos tradicionales.

Ritos, tradiciones y religión

Los primeros europeos que observaron a los aborígenes australianos pensaban que no tenían religión alguna. Sin embargo, las creencias espirituales son fundamentales en su vida cotidiana y en sus relaciones sociales. Los mitos pasaban de un área a otra, y todos los grupos participaban de una visión común del mundo, aunque fueran diferentes sus prácticas y sus creencias. Hay una gran diversidad de ritos y cultos.

Más que mirar hacia adelante a una vida después de la muerte, los aborígenes miran hacia atrás, a una era conocida como la edad del sueño, “Dreamtime”. En este período se formo el paisaje tal y como lo conocemos hoy. Seres ancestrales como hombres-canguros, hombres-pájaros (emu), mujeres-pájaro jardineras y hombres-higuera se movían sobre la faz de la tierra cazando, combatiendo, casándose, riendo y realizando ceremonias. Las huellas de sus pies y sus acciones se convirtieron en las montañas, los lagos, los árboles, las cuevas, las estrellas y otras conformaciones del paisaje. Los puntos centrales de estas historias son las localidades totémicas vinculadas a clanes particulares. Estos clanes son considerados como descendientes de seres ancestrales. Un anciano puede señalar a una roca considerada el hombre-higuera y decir: “Este es mi abuelo”.

Los aborígenes no tenían sacerdotes y todos desempeñaban un papel en las ceremonias, los ancianos eran muy respetados. Estos hombres guardaban las tablillas o piedras especiales en las que estaban grabados los modelos que representaban las historias. Estas tablillas estaban ocultas en las cuevas y se sacaban en ocasiones rituales para recordar y enseñar las historias.

El aborigen cree que el mismo espíritu que vive en él, vive también en los animales y en las plantas, en las rocas, en los lagos, en las historias y en los ritos. En el momento de la muerte el espíritu abandona el cuerpo y retorna a una existencia espiritual. Así el aborigen está relacionado con su entorno, con todos los miembros de su parentela y con otros grupos de la vecindad, así como con las generaciones pasadas y futuras. Sus creencias le ayudan a aceptar las circunstancias de la vida y a conocer que, a pesar de las actividades de los espíritus del mal que traen la muerte, la enfermedad y los desastres naturales, hay quien piensa y se cuida de él.

Uno de los elementos que destaca en esta cultura es la fuerte conexión que los aborígenes sienten con la Naturaleza. Esa intensa unión sienta las bases de su visión particular del mundo y del papel que cumple el ser humano en la Tierra y también impregna todos los aspectos de su vida diaria. Creen que el ser humano forma parte de una esencia superior que es la Naturaleza, de la cual forman parte los seres vivos y los muertos, desde la roca, la lluvia, la lombriz, o los árboles, hasta los canguros y los hombres. De acuerdo con esta concepción, el hombre no es un ser superior, sino que comparte el medio ambiente con el resto de los seres de la Tierra, y tan necesaria es la existencia de los lagartos como la suya propia. Para comprender mejor este gran aprecio y respeto que sienten por la Naturaleza, debemos de considerar que estamos ante una sociedad de recolectores y cazadores, cuya supervivencia dependía exclusivamente de los bienes que obtuviesen de la Naturaleza, de ahí la necesidad de preservarla y de mantener su equilibrio. Para preservar ese equilibrio, todos los elementos de la Naturaleza debían ser tenidos en cuenta y todos tenían su función.

Por ello al referirnos a los aborígenes australianos, destacaremos más concretamente a la tribu de los Auténticos, y resulta casi imposible saber si es conveniente hacerlo en pasado o bien en presente, aunque si aún queda alguno vivo serán en escaso número. Toda la información que sigue a continuación, proviene en parte, directamente, y en parte, de forma interpretada, del libro de Noa Gordon “Las Voces del Desierto”, escrito hace unos veinte años. Entonces la tribu ya había decidido no tener más hijos, o sea desaparecer, y sólo quedaba un adolescente entre ellos.

La autora fue elegida por su labor consciente con los jóvenes aborígenes, por no tratarlos como ciudadanos de segunda condenados a realizar únicamente los trabajos que los blancos no querían llevar a cabo. Ésta es una de las causas pero hay otra que tiene si cabe más relevancia; el encuentro con el anciano de la tribu con Noa ya estaba predestinado desde el momento en que nacieron. Así lo sabían los miembros de la tribu, de forma certera pues ellos no ven la intuición y la telepatía como una posibilidad sino como un hecho que forma parte de su realidad.

Como decía fue escogida para ser el testimonio de este pueblo decidido a extinguirse. No dejaron ningún documento escrito que permita saber a ciencia cierta cuáles eran sus creencias, valores, estructuras sociales, etc, ya que como es muy normal entre los aborígenes, no utilizan el lenguaje escrito por considerar que entorpece o deteriora la capacidad memorística de la gente.

Características del pueblo aborigen

Hay una serie de características que les han permitido su desarrollo espiritual:

-Se comunican entre ellos telepáticamente y utilizan la voz para cantar esencialmente.

-Viven una relación muy estrecha con la Naturaleza. Todas las mañanas empiezan el día con una ceremonia donde dan gracias al Universo por ellos mismos, por los amigos y por el mundo global. “Es por mi supremo bien y el supremo bien de la vida en todas partes…”, así comienzan la ceremonia matutina donde también agradecen a plantas y animales que se pongan en su camino, si esto es lo que conviene. Los vegetales estan para alimentar a hombres y animales y para mantener la tierra firme, proporcionar belleza y equilibrar la atmósfera. Los animales para acompañarnos, darnos ejemplo y si fuera necesario alimentarnos. Nunca se quedan sin comida, es como si vegetales y animales atendieran se plegaria matutina.

-El alimento no es evidente, por eso hay que pedirlo y agradecerlo diariamente.

-Son auténticos zahoríes; descubren agua en el desierto incluso a grandes profundidades. Por el olor del aire si no está muy profunda y por las vibraciones que captan a través de las manos si está muy honda.

-Desarrollo sobrehumano del olfato, oído y vista. Captan también las vibraciones, por ejemplo de las pisadas o huellas.

-Reconocen si una planta está a punto para ser consumida por el calor o el magnetismo que desprende.

-Miden los territorios con canciones interpretadas en el ritmo correspondiente y estrofas correctas.

-Siempre habían sido vegetarianos, no comen nada que tenga cara, pero siempre sujetos a la ley de agradecer y aprovechar lo que el destino les pone en el camino. Pero al estar mermados los recursos territoriales y el clima haberse vuelto más y más seco dando menos vegetación, han tenido que comer carne y pescado.

-No celebran aniversarios sino que cuando alguien siente que se ha vuelto mejor por su propio esfuerzo y en beneficio de su alma inmortal, entonces el mismo propone una celebración.

-Conocen el simbolismo de todos los animales de su entorno. Del canguro aprenden a ir siempre hacia adelante ya que no sabe retroceder y la necesidad de equilibrio que el realiza con la cola, así como a no reproducirse cuando las circunstancias no son favorables. De la serpiente su capacidad para ir cambiando la piel que ellos interpretan como una necesidad que tiene el hombre de ir cambiando sus puntos de vista o pensamientos a medida que va creciendo.

Nuestra intención era hablar de ritos iniciáticos pero resulta casi absurda esta pretensión, en primer lugar porque sería excepcional que se detallaran tan íntimos detalles, sería muy posible que no fueran ciertos, por no pensar en el mal uso que de ellos se pudiera derivar. Además en vista de los poderes que esta gente tenía despiertos bien podría decirse se movían en otro plano de conciencia, bastante superior al que nos  movemos el resto de mortales que habitamos la Tierra, y es por esto mismo que considero oportuno enumerar algunas características de este admirable pueblo que si tomásemos como referente tan beneficiosa influencia sería para los problemas que acechan al mundo en nuestros días.

Como ejemplo ellos aconsejan tomar lo mínimo necesario de la Madre Tierra, pues cuanto menos tomemos menos tendremos que devolverle.

Por supuesto también ven como algo muy normal y aconsejable hacerle ofrendas, como señal de lo que algún día le devolveremos en su totalidad (sangre, flores,…).

Vamos a intentar seguir unos pasos que son los que la protagonista recorre a lo largo de su Outback por el desierto australiano:

1-El único modo de superar una prueba es realizarla.

2-Liberación del apego a los objetos y a ciertas creencias  (apariencias, falsos valores, prestigio.)

3-Un fuego central rodeado de piedras alrededor del cual se coloca la gente de pié o sentada.

4-Los hombres van adornados con plumas en brazos y tobillos y dibujos de animales hechos en color blanco en brazos, piernas, espalda y cara. También llevan cintas de colores alrededor de la cabeza. Las mujeres llevan dibujos muy bien detallados de motivos florales y vegetales y collares hechos de pequeños objetos de especial significado.

5-Entonces empieza el “corroboree” o ceremonia de despertar la Naturaleza o mejor dicho de entrar en contacto con ella. Una mujer comienza a hacer chocar unos palos, otros la siguen con más palos y palmadas. Los hombres,  llevan unas afiladas lanzas  con las que golpean el suelo, y todo este ritmo está acompañado de canciones y melodías.

6-El Viejo de la tribu no es el más viejo en edad sino el que más madurez y sabiduría alberga.

7-El ritmo pasa de ser muy rápido y acelerado, con semillas secas a modo de maracas, a volverse pausado hasta que la persona para quien se hace la ceremonia percibe que el ritmo de fuera coincide con el batir de su propio corazón.

8-Cuando se para la música debe escoger una piedra de entre muchas que le parecen todas iguales y conservarla, sin saber por qué pues escapa a toda lógica, durante el largo Outback.

9-Ahora se le comunica al elegido que la Divina Unidad ha intercedido para que sus deseos sean escuchados. La prueba empieza, ha sido aceptado.

10-Entonces se pide confianza total en el grupo donde se realiza la prueba. Su vida está en sus manos.

11-En este momento uno se siente prisionero de las circunstancias. No está atado pero su mente le dice que están jugando con él, que no es libre ni tiene derechos como todos los hombres que conoce. Al mismo tiempo reconoce que no está obligado a nada y que si no quisiera , no lo haría en el fondo. Sentimiento de víctima.

12-Aguantar el dolor físico. Aprender a resistir constatando que si uno fija la atención en otra cosa es más fácil y llega incluso a no sentirlo.

13-Vivir la sensación de Eternidad, como si la prueba fuera tan larga, desmesurada y difícil que a uno le parece que cielo y tierra se juntaran o fueran uno en la inmensidad del desierto. La mente busca poner límites.

14-Ahora el tormento de la mente son los lazos familiares y las responsabilidades que se tienen con hijos, familiares, amigos, compromisos materiales, etc…

15-El físico se sigue quejando. Piensa que ya no puede más, pero de repente una pequeña distracción le hace extender sus propios límites hasta donde nunca pensó que podría.

16-La mente busca como ha empezado todo y sí, encuentra cómo y por qué empezó la aventura. Te das cuenta de que por un momento en tu vida o mejor dicho en muchas ocasiones habías deseado cosas que te encuentras en el camino que acabas de empezar. Conexión. Sabes de siempre que habías deseado aquello, de una manera oculta y anhelada.

17-Reconocer que la oportunidad llega en un momento en que sí es posible llevarla a cabo, quiero decir que las circunstancias lo permiten.

18-El miedo de no poder aguantar y las ganas de huir te acompañan más o menos tiempo según la confianza o capacidad de entrever las intenciones de los maestros que guían el camino físico, en el Outback, y personal, expresado en la obediencia.

19-El premio llega y uno deja de sentir la pulsión o ganas de abandonar. Como consecuencia se experimenta un profundo agradecimiento por la oportunidad que el destino le ha brindado.

20-Al estar la mente más relajada y entregado el corazón, uno se siente conectado con el entorno; descubre belleza y armonía en todas partes, incluso en un nido de serpientes.

21-¿Como desarrollar la telepatía? Tras observar que los aborígenes  nunca mienten ni dicen verdades a medias, incluso que no hablan de cosas banales para no cargar la atmósfera con vibraciones inútiles y molestas, uno entiende que antes de conquistar esta facultad se tiene que perdonar a sí mismo y aprender de lo que ha vivido. Aceptarse, ser sincero con uno mismo y quererse con todo es el paso previo e ineludible para poder actuar del mismo modo con los demás. Sólo con un corazón y una mente así de clara y bondadosa puedes llegar a percibir qué sienten o qué se dicen mentalmente los de fuera de ti. Hay que ir sin reservas, ser  un libro abierto donde no se pueda leer, ni siquiera entrelíneas, rencores, envidias, competitividad, complejos de  todo tipo, etc. Entonces sí que uno se convierte en canal o caña hueca, capaz de filtrar lo más sutil de los pensamientos humanos, las más finas vibraciones de una flor en medio del desierto y, por qué no, el lamento más consentido de un animal a punto de ser sacrificado para servir de alimento.

22-También se aprende que es más sabio y coherente entender las cosas desagradables de la vida que eliminarlas, por que dentro de la Unidad todo tiene un propósito: “No hay monstruos, inadaptados ni accidentes. Sólo hay ignorancia o seres humanos que no lo entienden”.

Ellos parten del concepto de que en la vida toda acción vuelve hacia esa persona que la ha creado. Es el principio del boomerang, como el karma en la India. Todo regresa, lo bueno, lo malo y lo regular. Tarde o temprano el boomerang de nuestros actos regresa para devolvernos lo que hemos dado generosamente o para recordarnos que lo compartido o lo repartido fueron acciones que perjudicaron a nuestros semejantes o al planeta. Todo regresa.

Unión con la Naturaleza

Esa veneración y esa unión que sienten con la Naturaleza la manifiestan materialmente mediante los tótems, que están vinculados con algún elemento o algún aspecto de la Naturaleza, al que una tribu, una casa o un individuo aborigen rinde culto. Además, los aborígenes realizaron una clasificación de tótems desde los que eran de culto individual, hasta los de índole local, pasando por los vinculados con el sexo o con la familia.

Este orden fundamentado en tótems favoreció el desarrollo de una organización social basada en clanes, que a su vez se dividieron en casas, con lo cual se difundió una gran variedad de relatos, mitos, héroes y creencias particulares, que nos son imposibles conocer en su totalidad. Sin embargo, a pesar de esa enorme diversidad, la mayoría de los aborígenes australianos comparten un conjunto de creencias a cerca del Universo, su origen, la Naturaleza o el papel del ser humano. Así, la mayoría de su mitología está relacionada con la Naturaleza y con la Tierra, mostrada como antítesis al cielo y al océano.

La creación y la ordenación del Mundo, en la mitología de los pueblos nativos australianos, se explica mediante relatos mitológicos que tienen como protagonistas a seres legendarios, dioses y héroes ancestrales. Del mismo modo que ocurría con los mitos africanos o con la cosmogonía clásica, el origen del mundo y su forma, tal y como la conocemos, se debe a la intervención de seres mágicos y dioses primitivos, cuya actuación permite, no sólo que exista nuestro mundo, sino también la vida en él. De igual modo, estos relatos mitológicos ayudan a comprender el origen de ciertos fenómenos naturales o el origen de ciertas costumbres y normas sociales, justificándolas. De forma que estos mitos, acompañados de los correspondientes rituales, ayudaban a conservar este orden establecido, tanto desde el punto de vista natural como desde el punto de vista social.

En la mayoría de estos mitos, la Tierra surgió de la materia preexistente y el paisaje fue paulatinamente transformado por la acción de unas criaturas con forma parecida a la de gigantes serpientes. Estas serpientes fueron levantando, horadando y retorciendo, el terreno existente, y a medida que lo hacían iban configurando el paisaje actual. Estos seres ancestrales, que dieron forma a la Tierra, surgieron de la propia Tierra.

“Es muy importante decir siempre la verdad y evitar decir mentiras en todo momento. Así podremos aprender a utilizar y administrar nuestra energía. Cada palabra que decimos, cada pensamiento que tenemos o cada acto que hacemos, tiene energía.  Debemos ser muy conscientes de cada palabra, cada pensamiento y cada acto que hacemos. La auto-disciplina nos puede ayudar a mantener a raya las emociones negativas y alcanzar la sabiduría. Es necesario controlar las emociones para poder escuchar la comunicación entre el cuerpo y alma”.

“Todo en la vida forma círculos. Todos los encuentros con otras personas son experiencias y todas las experiencias son relaciones para siempre. Hay que cerrar el círculo de cada experiencia, no dejar cabos sueltos. Si te alejas con malos sentimientos de corazón hacia otra persona y ese círculo no se cierra, se repetirá más adelante. No lo sufrirás una vez, sino una y otra hasta que aprendas. Es bueno observar y aprender para ser más sabios. Dar las gracias y alejarse en paz”.

“Para que conozcas tu casa, la Tierra, todos los niveles de la vida y tu relación con todo lo visible e invisible, tienes que guiar. Está bien caminar durante un tiempo a remolque de un grupo, y es aceptable pasar un tiempo mezclado en el medio, pero al final todo el mundo ha de guiar durante un tiempo. No podrás comprender el papel  del liderazgo a menos que asumas esa responsabilidad, hemos de conducir a los demás si queremos ser responsables de nosotros mismos. El único modo de superar una prueba es realizarla. Todas las pruebas a todos los niveles se repiten siempre de un modo u otro hasta que las superas”.

Tenemos que volver a descubrir el contacto con la Naturaleza y, al igual que las serpientes dejan atrás la antigua piel, nosotros debemos alejar nuestras malas ideas y nuestras malas costumbres. Aprendamos de estas antiguas culturas a mantener la unión con los demás, manteniendo la armonía con la Naturaleza.

Para saber mas:

LAS VOCES DEL DESIERTO. Marlo Morgan

INITIATION RITES OF ABORIGINAL PEOPLE. Guner Orucu

ASTRONOMIC AND ASTROLOGICAL MYTHS OF ABORIGINES. Guner Orucu

https://www.revistaesfinge.com/culturas/culturas-del-mundo/item/791-aborigenes-australianos

lunes, 18 de mayo de 2020

Discurso, o más bien monólogo, de Greta Thurnberg

Mi mensaje es que os estaremos vigilando. Todo esto está mal. No debería estar aquí. Debería estar de vuelta a la escuela al otro lado del océano. ¿Por qué sin embargo todos ustedes vienen a nosotros, los jóvenes, en busca de esperanza? ¿Cómo se atreven? ¡Han robado mis sueños y mi infancia con sus palabras vacías! Y sin embargo, soy una de las afortunadas. La gente está sufriendo. La gente está muriendo. Ecosistemas enteros se están derrumbando. Estamos en el comienzo de una extinción masiva... y de lo único que podéis hablar es de dinero y de cuentos de hadas, de crecimiento económico eterno.

Durante más de 30 años, la ciencia ha sido clara como el cristal. ¿Cómo os atrevéis a seguir desviando la mirada y a venir aquí diciendo que estáis haciendo lo suficiente, cuando la política y las soluciones necesarias aún no están a la vista?

Decís que nos escucháis y que entendéis la urgencia. Pero no importa cuán triste y enojada esté: no quiero creer eso. Porque, si realmente entendisteis la situación y aún no actuasteis, entonces serías perversos, y me niego a creerlo.

La idea popular de reducir nuestras emisiones a la mitad en 10 años solo nos ofrece un 50% de posibilidades de permanecer por debajo de 1.5 grados Celsius y de reducir el riesgo de desencadenar reacciones en cadena irreversibles más allá del control humano.

El cincuenta por ciento puede ser aceptable para ustedes. Pero esos números no incluyen puntos de inflexión, ni la mayoría de los circuitos de retroalimentación y calentamiento adicional ocultos por la tóxica contaminación atmosférica o los aspectos referentes a la equidad y justicia climáticas. También dependen de que mi generación absorba cientos de miles de millones de toneladas de su CO2 fuera de la atmósfera con tecnologías que apenas existen.

Por tanto, un riesgo del 50% simplemente no nos es aceptable: nosotros somos quienes tenemos que vivir con las consecuencias.

Para albergar un 67% de posibilidades de permanecer por debajo de un aumento de temperatura global de 1.5 grados, las mejores probabilidades concedidas por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, el mundo tenía 420 gigatoneladas de CO2 para emitir el 1 de enero de 2018: hoy esa cifra ya se ha reducido a menos de 350 gigatoneladas.

¿Cómo os atrevéis a fingir que esto se puede resolver con "negocios como siempre" y algunas soluciones técnicas? Con los niveles de emisiones actuales, ese presupuesto restante de CO2 desaparecerá por completo en menos de 8 años y medio.

Hoy no se presentarán soluciones o planes que asuman estas cifras, porque estos números son demasiado incómodos. Y todavía no sois lo suficientemente maduros como para decirlo como es. ¿Cómo os atrevéis?  Nos estáis fallando. Pero los jóvenes están comenzando a comprender vuestra traición. Los ojos de todas las generaciones futuras están sobre vosotros. Y si elegís fallarnos, yo digo: nunca os perdonaremos.

No dejaremos que os salgáis con la vuestra. Justo aquí es ahora donde trazamos la línea. El mundo se está despertando. Y el cambio está llegando, os guste o no.

Gracias.

lunes, 7 de agosto de 2017

Carreras exigentes y exigidas pero sin salidas

Olga R. Sanmartín, "Carreras que exigen notas altas pero no ofrecen salidas laborales", en El País, 7 de agosto de 2017:

Cuando el estudiante universitario Francisco Jiménez estrenó su mayoría de edad, en 2011, la burbuja inmobiliaria hacía tiempo que había reventado. Los arquitectos habían pasado de ser esos tipos altivos con trajes negros carísimos a convertirse en humillados buscadores de empleo que, si tenían suerte, se sacaban algo de dinero haciendo valoraciones catastrales, inspecciones técnicas y otras tareas por debajo de su cualificación. Aun así, Francisco Jiménez se empeñó en matricularse en Arquitectura. Había sacado un 12,2 en Selectividad y podía haber entrado en Medicina, en Ingeniería o en lo que quisiera. Pero su sueño desde pequeño era ser arquitecto y la escasa empleabilidad de esta carrera no logró disuadirle. "Lo hago por vocación pura y dura. Tuve claro desde el principio que nunca iba a alcanzar el rol clásico del arquitecto, pero es que ahora mismo nada te garantiza un trabajo y cada vez un título es menos garante de cualquier cosa", explica este murciano de 24 años que, además de estar terminando Arquitectura, preside la Coordinadora de Representantes de Estudiantes de las Universidades Públicas (Creup).Se pone como ejemplo de "una titulación con mucha dificultad y pocas salidas laborales", pero lo dice con orgullo. Está contento con lo que hace. Sostiene que cada vez hay más universitarios que siguen la llamada de la vocación, incluso aunque se les cierren las puertas del mercado laboral. Piensan que, ante las incertidumbres futuras de este caótico mundo líquido en el que ya nada es como era, hay que dejarse llevar por el corazón y no por la cabeza.Las notas de corte de las universidades españolas para el próximo curso 2017/2018 dan cuenta de un buen número de grados con unas exigencias de acceso altísimas -porque tienen una gran demanda estudiantil- que ofrecen, en cambio, bajas cuotas de inserción laboral.Es el caso de Arquitectura. Según las cifras del Ministerio de Educación (las últimas disponibles), sólo el 44% de los que estudiaron esta carrera estaba afiliado a la Seguridad Social en 2014. De los que trabajaban, uno de cada cuatro lo hacía por debajo de su nivel formativo. Apenas el 6% estaba instalado por cuenta propia. Y, a pesar de este negro panorama, la nota de corte para entrar el curso que viene en la Universidad Politécnica de Madrid es un 9,2. Pasa igual en Periodismo -piden un 11,79 en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, pese al 42% de paro-; en Bellas Artes -con un 60% de desempleados, la nota de corte es un 9,54 en la Universidad de Málaga-, o en Psicología: con un 40% de paro y la mitad de los estudiantes sin trabajar en lo suyo, la Universidad de Oviedo exige una nota de 9,2, más que en la cotizada Ingeniería Informática del Sotfware, que exige un 8. En Comunicación Audiovisual, Sociología,Ciencias Políticas, Traducción, Criminología, Biología o algunas filologías se dan circunstancias parecidas: muchos estudiantes las demandan pese a sus elevados índices de paro, mientras faltan candidatos cualificados para realizar otras profesiones. "Los estudiantes están eligiendo las carreras que más les gustan, independientemente de que le vean una salida laboral inmediata", corrobora el presidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (Crue), Segundo Píriz. "Los universitarios ya no van a encontrar un puesto de trabajo que sea idéntico al grado que han estudiado y es muy difícil aconsejar un título que asegure un empleo", recalca.Es la misma opinión que expresan Carmen Romero, estudiante del último curso de Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid, y Gorka Martín, que va a pasar a 5º de Relaciones Laborales en la Universidad de Granada. Ambos cuentan, sin mostrar ningún signo de arrepentimiento, que escogieron su carrera "por gusto, no por tener un trabajo". ¿Sus padres no trataron de persuadirles? "Mi padre me dijo: 'Estudia lo que quieras, que trabajarás en lo que puedas'", responde tajante Carmen.¿Son conscientes los estudiantes de dónde se meten cuando hacen estas elecciones tan temerarias? ¿Es sensato decirles que se dejen llevar y estudien lo que les gusta? ¿Hasta qué punto los alumnos deben elegir lo que más les apetece o aquello en lo que hay más salidas? Benito Arruñada, catedrático de Organización de Empresas de la Universidad Pompeu Fabra, es bastante crítico con esta idea de que los jóvenes tienen que cumplir su sueño a toda costa. "Estamos entrenando a gente incapaz de hacer algo que no sea estrictamente placentero", sostiene. Su tesis es que, a los 17 o 18 años, los críos "no son conscientes de las consecuencias de sus decisiones" y eligen carreras en las que "invierten menos de lo necesario para alcanzar el nivel de vida al que aspiran" porque "no han sido educados para posponer la gratificación". "Primero, no saben realmente lo que les gusta, algunos eligen la carrera por las series de televisión. Segundo, no saben valorar las consecuencias de lo que creen que les gusta. Y tercero, incluso aunque sepan lo que les gusta, es cuestionable que tengan que estudiar lo que les gusta", expresa. Y recuerda que, "mientras que subvencionamos por igual la educación que hoy sirve más bien para disfrutar y aquella que sí produce valor social, el gravamen fiscal sólo pesa sobre esta última, sobre la educación socialmente productiva"."Hay un riesgo muy grande en escoger algo únicamente por el criterio utilitario", discrepa Màrius Martínez, profesor de Orientación Profesional en la facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Autónoma de Barcelona, que relata que conoce a un buen número de estudiantes que se apuntaron a unas carreras simplemente porque les dijeron que tenían salidas y las dejaron a la mitad. Un 22% de los estudiantes abandona la carrera durante el primer año. Martínez reconoce, eso sí, que "abusamos del gustar" y que "hay que tener cuidado con pensar que lo primero que te gusta es lo que ya va a ser". "Hay un punto intermedio que incluye la importancia relativa del esfuerzo y la importancia relativa de que las cosas te gusten. Tener información laboral sobre las salidas laborales es importante, pero no puede ser el único criterio. Lo importante es que sea una elección informada". ¿Y cómo se llega a esa elección informada? ¿Qué tal funcionan los departamentos de orientación profesional de los institutos? "Muchos alumnos llegan a los estudios superiores con muy mala orientación y entonces aparecen muchas deserciones", opina Martínez. "Conviven unas prácticas muy distintas y algunas son horribles. Por ejemplo, hay centros que orientan únicamente respecto a la formación que ofrecen. Otros que esperan hasta 2º de Bachillerato para dar cuatro charlas, cuando se debe hacer orientación desde principios de la ESO. También se desorienta a los alumnos cuando el profesor no imparte bien su clase de Matemáticas".

domingo, 2 de octubre de 2016

Anatomía del infeliz


Mientras algunos parecen ser la alegría de la huerta, otros de la huerta solo tienen la cara de acelga. Son esas personas tristes y atormentadas para las que la vida solo es cuesta arriba, y que cambian el cascabel por la banda sonora de las lamentaciones. ¿Sesgo perceptivo? ¿Procesamiento cerebral? Diferentes teorías explican la génesis de una personalidad gris, apática o depresiva. Lo cierto es que estos perfiles tienen mucho en común.

Más allá de la psicología clínica y de la psiquiatría, existe todo un mundo de personalidades que en ocasiones rayarán la sospecha patológica. Pero no están enfermos: son así. De este modo lo explica Ramón Oria de Rueda, psicoterapeuta: “Descartando lo que los manuales diagnósticos llaman trastornos del estado de ánimo, que tienen como característica principal una alteración del humor, y los trastornos de la personalidad, quedan algunas personas de las que podemos decir que son, simplemente, negativas”. Ahondar en el origen de este mal quizá sea estéril, porque en realidad solo habrá una manera de combatir la lacra de la negatividad, según añade Oria: “No sabemos cuánto hay de herencia genética y cuánto de aprendizaje, y no pudiendo influir sobre lo primero, trataremos de facilitar el aprendizaje de un estilo positivo”.

“La felicidad, al igual que el éxito, tiene una definición subjetiva”, nos recuerda, por su parte, Dafne Cataluña, psicóloga y coach del Instituto Europeo de Psicología Positiva. Para la experta serán fundamentales las expectativas que vertamos sobre nosotros mismos, y la forma en que respondamos a algunos interrogantes acerca de nuestros objetivos y su causa. “¿Son realmente nuestros, o están motivados por nuestra necesidad de aprobación de los demás?”, invita a considerar. Si se trata de esto último, nos llenará de frustración, algo de lo que precisamente pueden presumir los caracteres amargados. Son individuos frustrados.

Pero además de objetivos distorsionados, las personas infelices (esas que siempre están amargadas sin motivo aparente que lo justifique) tienen en común otra serie de cosas.

1. “Son tendentes a hacer una atribución interna de incapacidad y una atribución externa de mala suerte”, asegura el clínico. Es decir: piensan, por un lado, que no son capaces, y por otro, que cuando les va mal, no es culpa suya.

2. Presentan un déficit en las habilidades metacognitivas. "No se permiten reflexionar sobre los propios estados mentales ni reconocer las emociones que surgen”, según explica el psiquiatra y psicoterapeuta italiano Antonio Semerari, autor de varios libros de esta materia. Aprender a relacionarse con lo que uno siente, observando los pensamientos desde la no identificación con ellos, ha demostrado ser muy eficaz para los perfiles con depresión y ansiedad, según contempla un reciente estudio realizado por la doctora en Psicología Leticia Linares, de la Universidad de Deusto.

3. "La queja es el centro de su vida. Lo ven todo como una profecía auto-cumplida”, describe Oria. Un patrón sano conllevaría, por el contrario, “perder el miedo a pedir ayuda y comunicar las necesidades personales con empatía”, recuerda Dafne Cataluña, defendiendo los preceptos del profesor de Harvard Tal Ben-Shahar, quien aconseja huir del perfeccionismo para ser feliz en su libro La búsqueda de la felicidad.

4. "Sienten envidia y dificultad para admirar al otro”, advierte el psicoterapeuta: “Son personalidades centradas en sí mismas y en ocasiones con una visión paranoide que les hace difícil mirar más allá”. Superar la envidia pasará por autoaceptarse a uno mismo tal cual es, con sus fortalezas y debilidades, como opina Cataluña. Con este proceso, “se llegará a la madurez psicológica”.

5. “El egoísmo es la base de su personalidad”, refiere el psicólogo. “La gente negativa es egoísta: habla de sus problemas, de sus dificultades, de sí misma y de su mala fortuna, y esa misma forma de pensar hace que se cumplan sus expectativas”. Además, “aunque encuentren a quien cargue con su desgracia, los egoístas son más enfermizos, más pobres y están más solos”. Justo lo contrario que los más alegres, que derrochan generosidad. “Manejando la gratitud, sentiremos que lo conseguido es valioso y merecedor de elogio”, dice la psicóloga positivista.

6. Su pensamiento está distorsionado y lleno de ideas falaces. Frases como “me lo merezco” (y por ello debería tener ese ascenso), “tengo que caer bien”, o “si valgo, he de conseguir lo que me proponga”, no son certezas, sino etiquetas mentales poco realistas. El psicólogo americano Albert Ellis, pionero en el uso de la psicología cognitiva allá por los años 50, inventó la Terapia Racional Emotiva, todavía en vigor, cuyos principios postulan que “no son los hechos lo que nos altera, sino la interpretación que les damos”.

LA VIDA NO ES 'CHULI', POR MUCHO QUE LO DIGA MR WONDERFUL


Aunque las expectativas de fracaso suelen precipitarlo y conllevan desilusión y amargura, no conviene dejarse engañar por esos cantos de sirena, eco de las corrientes de autoayuda de las redes sociales. Oria alerta de un tipo de pensamiento mágico que nos dota de fantasías de omnipotencia: “No paramos de escuchar que podemos hacer aquello que nos propongamos, y no es verdad. Frases como si quieres volar despliega las alas, o aquello de que el universo conspira a nuestro favor, nos incitan a creer que somos todopoderosos”. Esto, a la larga, puede ser peor: “No podemos dejarnos llevar por la industria de la autoayuda, que acaba generando una mayor frustración y solo conviene a sus propios autores”. En vez de alinearse en un pensamiento mágico como el de los supuestos astros que velan por nuestros intereses, los psicólogos recomiendan “ser objetivos respecto a las propias capacidades y ponerse manos a la obra”. Al fin y al cabo, las cosas no saldrán solas, ni siquiera cuando uno las merezca.

martes, 19 de enero de 2016

Los hombres más proclives a la depresión suicida


Los suicidios masculinos superan en número a los femeninos en todo el mundo. La ciencia explica por qué

La presión para conseguir el éxito laboral, la conciliación familiar y el reconocimiento social es uno de los factores de riesgo de suicidio actual.

Drummond consiguió por fin realizar sus sueños. Había sido un largo camino desde que, de niño y con gran molestia, no pudo superar el acceso a secundaria. Fue una gran decepción para su madre, pero sobre todo para su padre, que era ingeniero en una empresa farmacéutica. Éste nunca había mostrado un gran interés por él de pequeño; nunca jugaban juntos y si se portaba mal lo inclinaba sobre el respaldo de una silla y le daba una zurra. Así eran los hombres de entonces. Un padre era objeto de temor y respeto. Un padre era un padre.

Fue duro ver pasar cada mañana frente a su casa a los alumnos de secundaria con sus gorras, tan elegantes. El sueño de Drummond siempre había sido llegar a director de una pequeña escuela en un pueblo tan perfecto como el que le vio crecer, pero sólo consiguió plaza en un instituto técnico como aprendiz de carpintero y albañil. Su asesor laboral casi rompe a reír cuando Drummond le habló de sus aspiraciones profesionales, pero no por ello cesó en su empeño. Luchó por hacerse un hueco en la universidad y se convirtió en presidente del sindicato de estudiantes. Encontró trabajo de profesor, se casó con su novia de toda la vida y poco a poco se abrió camino hasta dirección, en un pueblo de Norfolk. Tenía tres hijos y dos coches. Su madre estaba orgullosa al menos.

Fue así como acabó solo, sentando en un pequeño cuarto, y barajando la posibilidad de suicidarse.

Factores de riesgo

La impulsividad, la melancolía obsesiva, los niveles bajos de serotonina o la falta de dotes sociales son algunas de las vulnerabilidades que aumentan el riesgo de suicidio. El presidente de la Academia Internacional de Investigación del Suicidio, el profesor Rory O’Connor, lleva veinte años estudiando los procesos psicológicos que se esconden tras la muerte autoinfligida. “¿Ha visto las noticias?”, pregunta. Los periódicos matutinos muestran los datos más recientes: en el 2013 se registraron 6.233 suicidios en el Reino Unido. Mientras que la tasa de suicidio femenino se mantiene más o menos estable desde 2007, la de los hombres se encuentra en su nivel más alto desde 2001. Casi ocho de cada diez suicidios son masculinos, una cifra que lleva más de tres décadas en aumento. En 2013, la causa más probable de muerte para un hombre de entre 20 y 49 años no era ni asalto, ni accidente de tráfico, ni las drogas, ni un ataque al corazón, sino la propia decisión de no seguir viviendo.

Aquellos que se dedican al estudio del suicidio, o que trabajan en organizaciones benéficas de salud mental, están empeñados en convencer a los curiosos de que rara vez, si acaso, existe un único factor que explique una muerte autoinducida, y que la enfermedad mental, y más comúnmente la depresión, precede por lo general a ese evento. “Pero lo más alarmante es que la mayoría de los depresivos no se suicidan”, me comenta O’Connor. “Menos del 5% lo hacen. Así que la enfermedad mental no lo explica. Para mí, la decisión de suicidarse es un fenómeno psicológico. Aquí, en el laboratorio, lo que pretendemos es entender la psicología de la mente suicida”.

Estamos sentados en el despacho de O'Connor en el Gartnavel Royal Hospital. A través de la ventana, bajo un cielo sombrío, se alza la torre de la Universidad de Glasgow (Escocia). Sobre un tablón de corcho, dibujos de sus dos hijos, un monstruo naranja y un teléfono rojo. Oculta en el armario, una siniestra colección de libros: Comprender el suicidio, Por su propia mano inocente, y Una mente inquieta, la célebre crónica de la locura, de Kay Redfield Jamison.

En 2013, la causa más probable de muerte para un hombre de entre 20 y 49 años no era ni asalto, ni accidente de tráfico, ni las drogas, ni un ataque al corazón, sino la propia decisión de no seguir viviendo

El Laboratorio de Investigación de Conductas Suicidas de O’Connor trabaja con supervivientes en hospitales, evaluando sus casos dentro de las primeras 24 horas tras un intento, y haciendo el seguimiento de su progreso posterior. También llevan a cabo estudios experimentales para poner a prueba hipótesis sobre cuestiones tales como la tolerancia al dolor en personas suicidas, o los posibles cambios cognitivos tras períodos breves de estrés inducido.

Tras años de estudio, O’Connor descubrió algo sorprendente acerca de las mentes suicidas. Se llama perfeccionismo social, y podría ayudarnos a comprender por qué los varones tienden tanto a suicidarse.

El padre perfecto

Drummond se casó con Livvy, su novia de ojos marrones, a la edad de 22 años. Dieciocho meses después se convirtió en padre. Al poco tiempo ya tenía dos niños y una niña. El dinero era escaso, por supuesto, pero él era fiel a sus responsabilidades. Daba clases durante el día y trabajaba detrás de la barra de un bar por la noche. Los viernes acudía a hacer el turno de noche en una bolera, de 6 de la tarde a 6 de la mañana. Dormía durante el día y regresaba a tiempo de hacer un nuevo turno la noche del sábado. A continuación, el turno del almuerzo en un pub los domingos, un pequeño descanso, y vuelta al cole en la mañana del lunes. No veía mucho a sus hijos, pero para él lo más importante era garantizar la comodidad de su familia.

Además de trabajar, Drummond también estudiaba, decidido a hacerse con la titulación necesaria para ser director. Más ambición, más progresos. Consiguió nuevos trabajos en escuelas mejores. Guiaba a su familia hacia un destino mejor. Sentía que era un buen líder . El marido perfecto.

Tras años de estudio, O'Connor descubrió algo sorprendente acerca de las mentes suicidas. Se llama perfeccionismo social

Sólo que no lo era.

El valor de los roles

Cuando se es un perfeccionista social, uno tiende a identificarse con los roles y responsabilidades que cree tener en la vida. “No se trata de lo que uno espera de sí mismo”, explica O’Connor, “sino de lo que cree que piensan los demás. Que ha decepcionado a otros, que ha fracasado como padre, como hermano, o lo que sea”.

Esto puede resultar especialmente tóxico, pues se están juzgando los juicios imaginados de otras personas acerca de uno mismo. “No tiene nada que ver con lo que la gente piensa realmente acerca de uno,” asegura. “Sino con lo que uno cree que ellos esperan. Lo verdaderamente problemático es que esto está siempre fuera de tu control”.

La primera vez que O’Connor supo de la existencia del perfeccionismo social fue leyendo estudios con sujetos universitarios norteamericanos. “Pensé que no sería lo mismo dentro de un contexto británico, y que no funcionaría con personas procedentes de entornos más adversos, pero vaya que sí. Es un efecto sorprendentemente robusto. Lo hemos estudiado en las zonas más desfavorecidas de Glasgow”. Su primer estudio tuvo lugar en el 2003, con veintidós personas que habían intentado suicidarse recientemente, más un grupo de control. Fueron evaluados mediante un cuestionario de quince preguntas para medir el acuerdo con afirmaciones tales como: ‘El éxito está en trabajar todavía más para complacer a los demás’, o ‘la gente no espera de mí menos que la perfección’. “La relación entre perfeccionismo social y tendencias suicidas está presente en todas las poblaciones con las que hemos trabajado”, dice O’Connor, “tanto entre los desfavorecidos como entre los ricos".

Lo que aún no conocemos es el por qué. "Manejamos la hipótesis de que los perfeccionistas sociales son mucho más sensibles a las señales de fracaso dentro del entorno", comenta.

Casi ocho de cada diez suicidios son masculinos, una cifra que lleva más de tres décadas en aumento

Pero, ¿se trata de un fracaso percibido, a la hora de ajustarse a las expectativas, y sobre cuáles son los roles a los que los hombres sienten que deben ajustarse, ¿padres? ¿proveedores? “La sociedad está sufriendo cambios”, responde O’Connor, “ahora también tienes que ser el Sr. Metrosexual. Las expectativas son aún más grandes, hay más oportunidades para que un hombre pueda sentir que fracasa”.

La presión en Asia 

La capacidad de percibir las expectativas ajenas, junto a la catastrófica creencia de no estar cumpliendo con ellas, muestra un rápido crecimiento en Asia, cuyas tasas de suicidio se han disparado. Corea del Sur es el país peor parado de la zona; algunos cálculos aseguran que ya posee la segunda tasa de suicidios más alta del mundo. Cerca de 40 surcoreanos toman su propia vida cada día, según informes del 2011. En 2014, una encuesta de la Fundación para la Promoción de la Salud en Corea, reveló que algo más de la mitad de sus adolescentes había tenido pensamientos suicidas durante el año previo.

Un psicólogo social de la Universidad Inha de Corea del Sur, el profesor Uichol Kim, cree que esto puede deberse en gran parte a la miseria desatada tras el vertiginoso paso del país de la pobreza rural a la opulencia urbana. Hace sesenta años, el país estaba entre los más pobres del mundo, asegura, comparando su posguerra con el estado de Haití tras el terremoto del 2010. En el pasado casi todo el mundo vivía en comunidades agrícolas, mientras que hoy, el 90% vive en zonas urbanas.

Este cambio ha hecho añicos los cimientos de una cultura que, durante 2.500 años, había estado profundamente arraigada en el confucianismo, un sistema de valores que obtiene su sentido de la subsistencia en pequeñas comunidades agrícolas, frecuentemente aisladas. “La vida giraba en torno la cooperación y el trabajo en común”, explica Kim. “Por lo general, se trataba de una cultura basada en compartir, dar y cuidar. Pero en la ciudad moderna es todo mucho más competitivo, más basado en la superación de logros”. El significado de éxito personal ha cambiado para la gran mayoría. “Ahora uno se define según su estatus, su poder o su riqueza, y esto no forma parte de la tradición cultural”. ¿A qué se deben estos cambios? “Un estudioso de Confucio, viviendo en una granja dentro de una aldea, podría ser muy sabio, pero nunca dejaría de ser pobre”, afirma Kim. “Hemos querido enriquecernos”, y como resultado, hemos sufrido una especie de amputación del significado personal. “Hablamos de una cultura sin raíces”.

Trabajadores en un edificio de Corea del Sur, donde la tasa de suicidios es la segunda más alta del mundo.

También se trata de una cultura cuyo camino hacia el éxito está entre los más exigentes -Corea tiene el horario laboral más prolongado de entre todas las naciones prósperas de la OCDE– además de ser de los más estrictos. Si fracasas como adolescente, es fácil sentir que has fracasado de por vida. “La empresa más respetada de Corea es Samsung”, afirma Kim. Entre el 80% y el 90% de su plantilla proviene de tres únicas universidades. “A no ser que consigas acceder a una de ellas, no podrás conseguir trabajo en ninguna de las principales corporaciones”. 

Pero se trata de algo más que la perspectiva de empleo para la juventud del país. “Si eres un buen estudiante obtendrás el respeto de tus profesores, de tus padres y de tus amigos. Serás popular, y todos querrán salir contigo”. La presión para conseguir este nivel de perfección, no sólo social, puede ser inmensa. “La autoestima, la consideración social y el estatus, se combinan todos en una única meta”, asegura. Y “¿qué pasa si no lo consigues?”.

El cambio de la vida agraria a la urbana en Corea del Sur ha hecho añicos los cimientos de una cultura que, durante 2.500 años, había estado profundamente arraigada en el confucianismo, un sistema de valores que obtiene su sentido de la subsistencia en pequeñas comunidades agrícolas, frecuentemente aisladas

"Devaluado como hombre"

Por si fuera poco, además de todo el trabajo a tiempo parcial que hacía por dinero, y sus estudios, Drummond también realizaba labores de voluntariado que le quitaban aún más tiempo de estar con su mujer y sus hijos. Livvy se quejaba de lo mucho que trabajaba, decía sentirse abandonada. "Estás más interesado por tu carrera que por mí", le insistía. Y el constante trasiego de las mudanzas de una escuela a otra tampoco ayudaba.

De la primera aventura se enteró mientras trabajaba de voluntario en un hospital de King’s Lynn. Una mujer le hizo entrega de un fajo de papeles: “Son las cartas que tu mujer le ha estado escribiendo a mi marido”, le espetó. Tenían una alta carga erótica, pero lo peor de todo fue descubrir lo prendada que Livvy había estado de aquel hombre.

Drummond se fue a casa dispuesto a enfrentarse a su esposa. Livvy no pudo negarlo. Estaba todo allí, de su propio puño y letra. Se enteró de todas las escenas que habían tenido lugar en la calle del amante; con ella conduciendo calle arriba y abajo, frente a su casa, tratando de verlo. Pero Drummond fue incapaz de dejarla; los niños eran pequeños, y ella le había prometido no volver a hacerlo. Así que decidió perdonar.

Drummond solía ausentarse los fines de semana para hacer cursos de formación. Al volver un día a casa descubrió que el coche de Livvy había sufrido un pinchazo, y que un policía local le había cambiado la rueda. Aquello, pensó él, había sido muy amable por su parte. Un tiempo más tarde, su hija de 11 años le contó, cubierta en lágrimas, que había pillado a su madre en la cama con el policía.

El siguiente amante de Livvy fue un visitador médico. Esta vez llegó a dejarle, si bien regresó a casa un par de semanas más tarde. Drummond lidió con ello de la única manera en que sabía hacerlo: resignándose. No era su estilo venirse abajo, llorar o patalear. No tenía amigos masculinos cercanos con los que hablar, y aunque lo hubiera hecho, es poco probable que hubiera dicho nada. No es el tipo de cosas que uno arde en deseos de contar, que tu mujer anda por ahí poniéndote los cuernos. Fue entonces cuando Livvy decidió que quería separarse.

Ellos están principalmente motivados para el avance, centrados en ir abriendo paso. Las mujeres se preocupan más por el clima organizativo, por cómo conectan con el resto. Creo que esto puede extrapolarse a facetas más allá del entorno laboral”

Livvy se quedó con la casa y los niños tras el divorcio; el lote completo. Una vez pagada la manutención no es que quedara gran cosa para Drummond, pero nadie lo supo en el colegio. Allí seguía siendo el varón modélico en quien tantos años había invertido: el director de éxito y el marido con tres hijos en la flor de la vida. Pero aquello no podía durar. Un día se le acercó un monitor y le preguntó: "¿Es cierto que tu mujer se ha mudado?".

Para entonces ya estaba viviendo en una gélida habitación de alquiler en una granja a las afueras de King’s Lynn. Se sentía completamente devaluado como hombre. Estaba en la ruina y se sentía un fracaso, un cornudo; muy lejos de lo que todos esperaban de él. Su médico le recetó unas pastillas. Recuerda estar sentado en aquel lugar, en los humedales, y darse cuenta de que lo más fácil sería asumir sus pérdidas y acabar con todo.

Perfil del perfeccionista social

Un perfeccionista social tiene unas expectativas inusualmente altas de sí mismo. Su autoestima pende peligrosamente de su capacidad para mantener un nivel, a veces imposible, de éxito. Ante el fracaso, colapsa.

Aún así, los perfeccionistas sociales no son los únicos en confundirse con sus objetivos, sus roles o sus aspiraciones. El profesor Brian Little, de la Universidad de Cambridge, es famoso por sus investigaciones en “proyectos personales”. Él cree que si nos identificamos tan estrechamente con ellos, es porque los acabamos integrando en nuestra propia concepción del yo. “Sois vuestros proyectos personales”, como solía repetirles a sus estudiantes, en Harvard.

Según Little, existen diferentes tipos de proyecto, con diferentes cargas de valor. Pasear al perro no es menos proyecto personal que llegar a director en un bonito pueblo, o convertirse en un buen padre o un buen marido. Sorprendentemente, se cree que lo significativo de nuestros proyectos no influye tanto sobre nuestro bienestar. Lo que marca la verdadera diferencia sobre nuestra felicidad es si estos proyectos son o no realizables.

¿Qué es lo que ocurre cuando nuestros proyectos personales empiezan a desmoronarse? ¿Cómo hacemos para afrontarlo? ¿Existe una diferencia de género que explique por qué tantos hombres deciden acabar con sus vidas?

Sí, existe. Se supone que, por lo general, un hombre, en su propio perjuicio, encuentra difícil hablar de sus dilemas emocionales. Y lo mismo ocurre cuando se trata de hablar de proyectos si estos empiezan a tambalearse. En su libro Yo, yo mismo y nosotros, Little escribe: “Las mujeres obtienen provecho de dar visibilidad a sus proyectos y a los retos que afrontan en su búsqueda, mientras que un hombre prefiere reservarse esos problemas para sí mismo”.

Little también descubrió, como parte de un estudio sobre individuos en altos cargos directivos, otra diferencia relevante entre géneros. “No ofrecer resistencia a la corriente es una importante característica diferenciadora en los hombres”, nos cuenta. “Ellos están principalmente motivados para el avance, centrados en ir abriendo paso. Las mujeres se preocupan más por el clima organizativo, por cómo conectan con el resto. Creo que esto puede extrapolarse a facetas más allá del entorno laboral. No pretendo perpetuar estereotipos, pero los datos son lo suficientemente claros”.

Esta teoría encontró el apoyo de un informe muy influyente, publicado en el año 2000 por el equipo de Shelley Taylor, catedrática de la UCLA, que trataba sobre las respuestas bioconductuales al estrés. Descubrieron que mientras los hombres tienden a mostrar una filosofía de pelea o sal corriendo, las mujeres son más propensas a servir y relacionarse. “Aunque una mujer pueda considerar muy seriamente el suicidio”, asegura Little, “dada su conectividad social, es probable que también piense, ‘Por Dios, ¿Qué será de mis hijos? ¿Qué pensará mi madre?’ así que hay una cierta resistencia a llevar el acto a cabo”. En el caso masculino, la muerte podría entenderse como el salir corriendo definitivo.

Esta forma letal de huida requiere determinación. El doctor Thomas Joiner, de la Universidad Estatal de Florida, ha centrado sus estudios en las diferencias entre los que barajan el suicidio y los que realmente actúan sobre su deseo de muerte. “No puede actuarse sin antes vencer el miedo a la muerte”, afirma. “Y creo que esto es lo que marca la verdadera diferencia entre géneros”. Joiner nos habla de su vasta colección de vídeos de cámaras de seguridad y policiales, mostrando gente “con un deseo desesperado de quitarse la vida y que, en el último momento, vacilan por miedo. Es este momento de duda el que salva sus vidas”. ¿Significa esto que los hombres son menos propensos a flaquear? “Exacto”.

Un perfeccionista social tiene unas expectativas inusualmente altas de sí mismo. Su autoestima pende peligrosamente de su capacidad para mantener un nivel, a veces imposible, de éxito. Ante el fracaso, colapsa

Tampoco deja de ser cierto que, en la mayoría de países occidentales, las mujeres intentan suicidarse con más frecuencia que los hombres. Si los hombres mueren más, se debe en gran parte al método escogido. Mientras que los hombres optan por las armas o el ahorcamiento, las mujeres prefieren utilizar pastillas. Martin Seager, psicólogo clínico y asesor de los Samaritanos, cree que esto demuestra que los hombres albergan una mayor intención suicida. “El método escogido refleja su psicología”, asegura. Por su parte, Daniel Freeman, del departamento de psiquiatría de la Universidad de Oxford, apunta a un estudio con 4.415 pacientes que pasaron por el hospital tras un intento de suicidio, y que revela una mayor intención en hombres que en mujeres. Aún así la hipótesis sigue fundamentalmente sin investigar. “No creo que se haya demostrado de forma definitiva,” dice. “Pero también es cierto que sería increíblemente complicado de probar”.

La cuestión de la intención también sigue en el aire para O’Connor. “No estoy al tanto de ningún estudio decente sobre el tema porque tratarlo sería realmente complicado”, asegura. Pero para Seager la cosa está clara. “Los hombres consideran el suicidio una forma de ejecución”, afirma. “Un hombre se expulsa a sí mismo del mundo. Hablamos de una enorme sensación de vergüenza y fracaso. El género masculino se siente responsable de proveer y proteger a los demás, además de responsable de su propio éxito. Cuando una mujer pierde su empleo es doloroso, pero no pierde su sentido de la identidad, ni su feminidad. Cuando un hombre pierde su trabajo siente que ya no es un hombre”.

Esta es una idea que comparte el profesor Roy Baumeister, un célebre psicólogo cuya teoría del suicidio como ‘escape del yo’ ha tenido una gran influencia sobre O’Connor. Según Baumeister, “un hombre incapaz de proveer a su familia no puede considerarse, de alguna forma, ya un hombre. Mientras que una mujer nunca deja de serlo, la hombría sí puede perderse”.

Suicidio por vergüenza

En China no es inusual que un funcionario corrupto se suicide, en parte para que sus familias puedan disfrutar del botín adquirido de forma indebida, pero también para ahorrarse la vergüenza y la cárcel. El expresidente de Corea del Sur, Roh Moo-hyun, lo hizo en 2009, tras ser acusado de aceptar sobornos. Uichol Kim dice que, desde el punto de vista de Roh, “se suicidaba para salvar a su esposa e hijo. La única manera [pensó] de detener la investigación era matarse a sí mismo”.

Kim aclara que la vergüenza no suele ser un factor de peso en los suicidios en Corea del Sur, si bien puede serlo en otros países. Chikako Ozawa-de Silva, antropóloga en el Emory College de Atlanta, nos cuenta que en Japón, “la idea es que al suicidarse, un individuo restablece el honor de su familia y salva al resto de la vergüenza”.

“El valor dado a otras personas se convierte entonces en una carga adicional”, explica Kim. La vergüenza individual puede filtrarse y mancillar al entorno. Bajo la antigua ley confuciana, serían ejecutadas hasta tres generaciones de los familiares de un criminal.

Tanto en japonés como en coreano las palabras ‘ser humano’ significan ‘humano entre’. El sentimiento de individualidad es mucho más laxo en Asia que en occidente, y más absorbente. Se expande hasta incluir los grupos de los que uno forma parte. Esto implica un profundo sentimiento de responsabilidad hacia los demás que resuena profundamente en aquellos con tendencias suicidas.

No se trata de lo que uno espera de sí mismo sino de lo que cree que piensan los demás. Que ha decepcionado a otros, que ha fracasado como padre, como hermano, o lo que sea”

La concepción de uno mismo, en Japón, está muy íntimamente vinculada a su función. Según Ozawa-de Silva, es habitual que la gente se presente antes por su título que por su nombre. “En lugar de decir, ‘Hola, me llamo David’, en Japón dirán, ‘Hola, soy el David de Sony”, asegura. Esto ocurre “incluso al relacionarse en entornos informales”. En tiempos adversos, este impulso japonés de llevar el rol profesional al terreno personal puede resultar especialmente letal. “Llevan años, incluso siglos, glorificando el suicidio, probablemente desde los Samurái”. Como la gente tiende a ver su empresa como si de su familia se tratara, “un director general dirá, ‘me hago cargo de la responsabilidad de la empresa’ y se quitará la vida, y lo más probable es que los medios vean esto como un acto honorable”, asegura Ozawa-de Silva. En Japón, noveno país mundial en el ranking de suicidios, se estima que dos terceras partes de los suicidios acontecidos en el 2007 fueron masculinos. “En las sociedades patriarcales lo normal es que la responsabilidad la asuma el padre”.

El extraño caso chino

China ha pasado de tener una de las tasas de suicidio más alta del mundo, en 1990, a una de las más bajas. El año pasado, un equipo a cargo de Paul Yip, en el Centro de Investigación y Prevención del Suicidio de la Universidad de Hong Kong, descubrió que la tasa de suicidio había descendido del 23,2 por cada 100.000 personas a finales de 1990 al 9,8 por 100.000 en el 2009-11. Esta asombrosa caída del 58 por ciento se produce en un momento de grandes desplazamientos desde el campo a la ciudad, del mismo tipo que en el pasado reciente de Corea del Sur. Y, sin embargo, parece que con el efecto contrario. ¿Cómo puede ser?

Kim cree que China está viviendo una especie de “tregua” achacable a la ola de esperanza que siente la gente al encaminarse hacia una nueva vida. “Los suicidios aumentarán, sin duda”, asegura, señalando que Corea del Sur vivió descensos similares entre los setenta y los ochenta, cuando su economía estaba en rápida expansión. “La gente cree que será más feliz cuanto más rica, y concentrados en sus metas no piensan en suicidarse. Pero es distinto cuando alcanzas tus metas y no encuentras lo que esperas”.

De hecho, la esperanza en lugares desesperados puede resultar peliaguda, tal y como descubrió Rory O’Connor en Glasgow. “Formulamos la siguiente pregunta: ¿Encuentras siempre beneficioso tener una visión optimista del futuro? Nuestra intuición nos hacía pensar que sí”. Pero al observar los “pensamientos futuros intrapersonales”, aquellos que no consideran otra cosa más que el yo, como “quiero ser feliz” o “quiero estar bien”, el equipo volvió a sorprenderse. O’Connor evaluó en el hospital a 388 personas que habían intentado acabar con sus vidas, para después llevar a cabo un seguimiento de reincidencias los siguientes 15 meses. “Los estudios previos habían revelado una menor tasa de fascinación suicida en aquellos con niveles altos de pensamientos intrapersonales futuros”, nos cuenta. “Descubrimos que el mejor predictor de intentos futuros era el comportamiento pasado –nada del otro mundo- pero también esta cosa del pensamiento intrapersonal futuro. Y no en la dirección que hubiéramos pensado”. Resultó que la gente con mayor tendencia a este tipo esperanzador de pensamiento personal era más propensa a intentar suicidarse de nuevo. “Estos pensamientos pueden ser positivos en tiempos de crisis”, dice. “Pero, ¿Qué ocurre con el tiempo, una vez te das cuenta de que nunca vas a alcanzarlos?”.

Algo que Asia y Occidente sí tienen en común es la relación entre los roles de género y el suicidio. Pero claro, es que los estereotipos occidentales sobre la masculinidad son mucho más progresistas, ¿no es cierto?

Se cree que lo significativo de nuestros proyectos no influye tanto sobre nuestro bienestar. Lo que marca la verdadera diferencia sobre nuestra felicidad es si estos proyectos son o no realizables

En 2014, el psicólogo clínico Martin Seager y su equipo decidieron poner a prueba la definición cultural de lo que entendemos por ser hombre o mujer. Se sirvieron de una serie de preguntas cuidadosamente pensadas para hombres y mujeres reclutados a través de una selección de webs norteamericanas y británicas. Lo que descubrieron sugiere, que para los tiempos que corren, las expectativas que albergan ambos sexos en cuanto al concepto de hombre, siguen ancladas en los años 50. “El primer requisito es ser un luchador, un triunfador”, explica Seager. “El segundo es el deber de proteger y proveer, y el tercero mantener la compostura y el control en todo momento. Si incumples cualquiera de estos requisitos es que no eres un hombre”. Ni que decir tiene que además, un ‘hombre de verdad’ no debe dar nunca muestras de debilidad. “Un hombre que pide ayuda será siempre objeto de burla”, asegura. Las conclusiones de este estudio reflejan, de forma notable, lo que O’Connor y sus colegas venían diciendo sobre el suicidio masculino desde su informe para los Samaritanos en el 2012: “Un hombre se mide a sí mismo contra un ideal masculino que premia el poder, el control y la invulnerabilidad. Cuando un hombre siente que no se ajusta a este ideal, llega la vergüenza y el sentimiento de derrota”.

Metrosexuales

En Occidente, a veces tenemos la sensación de que en algún momento, a mediados de los ochenta, decidimos que los hombres eran algo abominable. La lucha por la igualdad de derechos y la seguridad sexual de las mujeres, ha dado como resultado décadas de percepción del hombre como un abusador, violento y privilegiado. Las versiones modernas del hombre, surgidas en oposición a estas críticas, no son más que criaturas risibles: el vanidoso metrosexual; el marido inútil que no sabe operar un lavavajillas. Entendemos, como género, que ya no se nos permite mantener la expectativa de control, de liderazgo, de pelea, de soportarlo todo con calma y resignación, de perseguir nuestras metas con tal determinación que no deje tiempo para amigos ni familia. Estas aspiraciones son ahora motivo de vergüenza sin razón aparente. Pero, ¿qué podemos hacer? Nuestra definición de éxito no ha cambiado, a pesar de los avances sociales, como tampoco lo ha hecho lo que entendemos por fracaso. ¿Cómo haremos para desmontar los impulsos de nuestra propia biología o los imperativos culturales, reforzados por ambos sexos desde el Pleistoceno?

Mientras hablamos, le confieso a O’Connor que hace tiempo, quizás diez años, yo mismo le pedí antidepresivos a mi médico, temeroso de que me diera por hacer una tontería, y salí de consulta con la receta: “Vete al bar y diviértete un poco”.

“¡Por Dios!” dice, frotándose los ojos con incredulidad. “¿Y eso ocurrió hace tan sólo diez años?”. “Es cierto que a veces pienso que debería estar medicado”, le digo. “Y me avergüenza decirlo, pero me preocupa bastante lo que mi mujer pudiera pensar”. “¿Lo has hablado con ella?”, pregunta.

Por un momento siento tal vergüenza que no puedo articular palabra.

“No”, contesto. “Y me tenía por alguien que se sentiría cómodo al charlar de estas cosas, pero ha sido aquí, hablando, que he caído en la cuenta. La típica mierda masculina”.

 “¿Pero es que no lo entiendes? No es ninguna mierda”, dice. “¡Ese es justo el problema! En la narrativa actual se dice que ‘los hombres son una mierda’, ¿verdad? Pero eso es una gilipollez. No hay manera de cambiar a los hombres. Se les puede tunear, no me malinterpretes, pero es la sociedad la que tiene que plantearse, ‘¿A qué servicios, que nosotros podamos ofertar, estarían ellos dispuestos a acudir? ¿Qué ayuda podemos ofrecerles para cuando se sientan angustiados?”

Entonces me habla de una amiga suya que se mató en 2008. “Aquello tuvo un impacto enorme sobre mí”, me dice. “No podía dejar de preguntarme, ‘¿Cómo es posible que no te hayas dado cuenta? Por Dios, llevas años dedicado a esto’. Me sentía un fracaso. Le había fallado a ella y a todo su entorno”.

Esto, a mí, no hace más que recordarme al perfeccionismo social. “Ah, claro. Es que yo soy un perfeccionista social”, asegura. “Soy hipersensible a las críticas sociales, aunque se me da bien ocultarlo. Tengo una desproporcionada necesidad de complacer y soy muy propenso a creer que he fallado a los demás”.

Otro de sus factores de riesgo es la melancolía obsesiva, los bucles cerrados de pensamiento. “Soy un perfeccionista social y un melancólico obsesivo, sí, sin lugar a dudas”, asegura. “Cuando te vayas me pasaré el día entero, y luego la noche, rumiando, ‘vaya, no puedo creer que haya dicho eso’. Me voy a matar...“, hace una pausa, y corrige, “me voy a castigar mucho con esto”.

"La relación entre perfeccionismo social y tendencias suicidas está presente en todas las poblaciones con las que hemos trabajado, tanto entre los desfavorecidos como entre los ricos"

Le pregunto si él se considera en riesgo de suicidio. “No metería la mano en el fuego”, dice. “Creo que a todo el mundo se le pasa por la cabeza en algún momento. Bueno, no a todo el mundo, pero está demostrado que sí a mucha gente. Nunca he estado deprimido o mostrado tendencias suicidas, gracias a Dios”.

Voluntarios

De vuelta en su gélido cuarto, en una granja en los humedales de Norfolk, Drummond sigue sentado con sus pastillas y sus ansías de tomárselas. Lo que salvó su vida fue la curiosa coincidencia de haber sido voluntario en los Samaritanos. Un día fue allí no a escuchar, como hacía habitualmente, si no a hablar durante horas. “Sé por propia experiencia que hay un montón de gente que debe sus vidas a lo que allí se hace”, nos cuenta.

Drummond ha vuelto a casarse y sus hijos han crecido. Han pasado 30 años desde aquella ruptura. Incluso ahora, todavía le resulta doloroso hablar del tema, así que no lo hace. “Supongo que uno hace por enterrarlo, ¿no?”, dice. “Se espera que lo afrontes como un hombre, y no lo hables con nadie. Eso no se hace”.