domingo, 9 de julio de 2017

Las consecuencias de la "austeridad" en el Reino Unido

Pablo Guimón, "Jaque a la austeridad en Reino Unido", en El País, 8-VII-2017:

La oposición, parte del Gobierno y la opinión pública, que por primera vez desde la crisis pide más gasto y más impuestos, presionan a May para acabar con siete años de recortes.

Si la inesperada mayoría absoluta de David Cameron en las elecciones de 2015 fue unánimemente interpretada como un respaldo a la austeridad, la pérdida de esa mayoría por Theresa May el pasado 8 de junio ha sido su rechazo. En medio, el referéndum sobre el Brexit del año pasado que, más allá de un voto sobre Europa, fue la expresión de un malestar nacional. Los cuatro ataques terroristas que sufrió el país en tres meses. El espeluznante incendio en una torre de viviendas sociales en Londres. Estos días en Westminster, todo se las acaba arreglando para señalar un fin de ciclo en un país que vive, desde 2010, el mayor y más largo recorte en el gasto público desde que existen registros.

El estudio anual sobre actitudes sociales en Reino Unido, publicado esta semana, revelaba el rechazo popular a la austeridad. Por primera vez desde la crisis financiera de finales de la década pasada, más británicos (48%) quieren que suban los impuestos para permitir mayor gasto público que aquellos (44%) que quieren que los niveles impositivos y de gasto permanezcan como están. En 2010, cuando llegaron los conservadores al poder después de la crisis, solo el 32% quería mas impuestos y más gasto. Hoy, el 83% considera que el Gobierno debería gastar más o mucho más en sanidad, el 71% en educación y el 57% en la policía.

“Después de siete años de austeridad, la opinión pública muestras signos de una vuelta a posturas en favor de más impuestos y gasto y una mayor redistribución de la riqueza”, explica Roger Harding, director del estudio. “También encontramos que las actitudes hacia aquellos que reciben ayudas del Estado se están suavizando”.

Las grietas en el Gobierno se han abierto con el debate sobre las restricciones a las subidas salariales de los funcionarios, que la oposición laborista exigió levantar, respaldada moralmente por la imagen de los heroicos bomberos que siguen jugándose la vida para buscar cadáveres en las cenizas de la torre Grenfell. Pesos pesados del Ejecutivo, incluido Boris Johnson, se unieron a los laboristas esta semana al cuestionar el tope del 1% al incremento de los salarios de los 5,4 millones de trabajadores públicos, en un momento en que la inflación se acerca al 3%.

La postura de Johnson y compañía despide un tufillo oportunista: una toma de posiciones ante una eventual batalla por el liderazgo que nadie descarta. No tardó en llegar la airada reacción del ministro de Finanzas, Philip Hammond, temeroso de perder un margen de maniobra estrechado por sus autoimpuestos objetivos de equilibrio presupuestario y la muy real posibilidad de una ralentización de la economía tras el Brexit.

La realpolitik llevó el miércoles a la primera ministra a alinearse con Hammond y airear el fantasma de Grecia en el Parlamento. Pero lo cierto es que, ya hace un año, cuando tomó las riendas de un país en estado de shock, May intuyó que los límites de la austeridad se habían alcanzado. En sus primeros discursos defendió un conservadurismo para la clase trabajadora y un Estado intervencionista. “No creemos en el mercado libre sin límites”, dijo, “rechazamos el culto al individualismo egoísta”.

Fue una postura retórica: el discurso no estuvo sustentado en hechos concretos. Pero, a la vuelta de Semana Santa, May decidió adelantar las elecciones dispuesta a levantar su hegemonía sobre las cenizas del populista UKIP y el supuestamente suicida viraje laborista a la izquierda. Fracasó estrepitosamente. El mayismo murió antes de nacer. Y el vacío ideológico en el conservadurismo, combinado con un liderazgo débil, ha levantado el tabú.

Reino Unido ha sido un laboratorio de jibarización del Estado desde que Margaret Thatcher llegó al poder en 1979. Gobiernos conservadores y también del Nuevo Laborismo han seguido con las privatizaciones, la desregulación y la reducción del “Estado niñera”, en palabras de la propia dama de hierro, construido por el laborismo de posguerra.

Pero hoy el tema se ha vuelto a convertir en el centro de la batalla ideológica entre un partido conservador debilitado y una oposición laborista crecida. "La primera ministra encontró mil millones de libras para mantener su propio trabajo, ¿por qué no encuentra el mismo dinero para mantener a las enfermeras y los profesores en el suyo?", dijo el miércoles en el Parlamento el líder laborista, Jeremy Corbyn, en referencia a la millonaria inversión extra en Irlanda del Norte que May compremetió a cambio del apoyo del DUP norirlandés a su Gobierno en minoría.

Corbyn ha roto el consenso neoliberal de los últimos 30 años y resulta que el público, sobre todo el más joven, ha respondido. Cosechó un resultado histórico: diez puntos más que en 2010 e incluso cinco más que en 2005, cuando Blair ganó sus terceras elecciones.

“Los votantes están al fin cansados de la austeridad, el racionamiento, la subcontratación y la tacañería”, opina Jonathan Eley, columnista del liberal Financial Times. “Siete años de restricción del gasto están empezando a manifestarse en la calidad de algunos servicios públicos”.

Pero si algo simboliza trágicamente el rechazo a la contención presupuestaria, es la torre Grenfell. Tras la crisis de 2008, los presupuestos de los ministerios han sido recortados en una media superior al 20%. El tijeretazo ha superado el 50% en la financiación a las administraciones locales, responsables de la vivienda social. Al escarbar en las cenizas de la torre emerge un Estado que suelta lastre derivando al sector privado la política de vivienda, una desregulación que permite escatimar en seguridad para ahorrar unas pocas libras y, al fin, una sociedad herida por unas profundas desigualdades acrecentadas por una deficiente redistribución de la riqueza.

Mientras presidían la histórica retirada del Estado, los conservadores prometían “una hoguera de las regulaciones”. “Bien”, escribió el columnista de The Guardian Jonathan Freedman después del incendio de la torre, “pues aquí tienen su hoguera”.

miércoles, 5 de julio de 2017

El Evangelio según los cínicos

Hace unos días el padre Fortea escribía un par de cosas que me han hecho pensar.

En España, Enric Marto, al que le gustaba pasearse por los medios, se hizo pasar por prisionero en el campo de concentración de Mathausen. Se tardó 30 años en descubrir la falsedad. Enric Marco acabó reconociendo con toda frialdad y sin ningún arrepentimiento que fingió ser preso de los nazis para difundir mejor el sufrimiento de las víctimas.

Tania Head se hizo pasar por una víctima del 11 de septiembre, contando en todos los medios de comunicación cómo, arrastrándose entre el caos y los destrozos de la planta 78 de una de las torres, se salvó. "No he hecho nada ilegal", dijo cuando fue descubierta.


Hasta aquí lo que dijo el padre Fortea; claro que no es ilegal; solo es moderno.  Los políticos modernos suelen ser así: se benefician del dolor de los demás, pero realmente no lo comparten. Son como Gadafis o Sadames en tono menor. Viven del dolor de los demás o lo representan, pero no lo solucionan, ya que nunca lo han compartido realmente. Son los piojos simbióticos del dolor.

Es la forma moderna del cinismo greco-judaico que estatuyó Maquiavelo y que tanto daño ha hecho no solo en la moral europea, sino en su idea de la política, como ha explicado Peter Sloterdijk en su Crítica de la razón cínica. Tal como lo interpreta Isabel Gamero, la que Sloterdijk llama "falsa conciencia ilustrada" europea adopta una forma de actuación tal que, aun sabiendo que los ideales que extendía (razón, progreso, verdad, diálogo) no son (ni han sido nunca) posibles, "los intenta mantener en el orden establecido, produciendo un tipo de personas que, aunque públicamente no cuestionen dichos ideales, viven al margen de ellos y con completa libertad y superioridad en lo que Sloterdijk denomina cinismo".

Hay una frase moderna que lo describe: "Usted diga lo que quiera, que yo haré lo que me dé la gana". Las palabras, las leyes, el sufrimiento no importan: solo el poder y sus sucedáneos (dinero, cargos, fama). Véase España.

Y luego está la intolerancia de Galdós, la envidia de Unamuno, este tremendo y anárquico individualismo español incapaz de trabajar en común. Iberia... venenorum ferax, "España, fértil en venenos" dice Horacio en su quinta oda. ¿A que tiene razón? Horacio pinta a una espantosa bruja, Canidia, antecedente de la Celestina en cuanto que prepara filtros de amor; pero Ericto, la famosa nigromante que describe alguien que sí es hispano, Lucano, es aún más terrible. España: hervidero de venenos.

martes, 4 de julio de 2017

Dossier abusos bancarios

Seis artículos con denuncias e información sobre abusos bancarios, especialmente comunes en España, donde el marco jurídico está absolutamente influido por la derecha:

I

Íñigo de Barrón, "La banca desoye dos de cada tres reclamaciones en las que el cliente tiene razón. Según el Banco de España, los usuarios han presentado 8.000 quejas hasta abril, el doble que un año antes", en El País, 4 de julio de 2017:

El Banco de España no consigue doblegar a las entidades en una batalla que mantiene desde hace años: la banca solo da la razón en el 36,8% de las ocasiones en las que el supervisor afirma que tiene sentido la reclamación del cliente. Es decir, después de presentar su queja ante la oficina, luego ante el defensor del cliente del banco y después llevarlo hasta el Banco de España, en el 63% de los casos, la entidad se niega a reconocer su error, aunque el supervisor cree que ha obrado mal. Ante esta situación, al cliente solo le queda el camino, lento y costoso, de los tribunales.

La Memoria de Reclamaciones de 2016, presentada este lunes, deja clara el malestar del supervisor por esta actitud. "No es una buena noticia que la media general de rectificaciones, para las reclamaciones no relacionadas con cláusulas suelo, se haya situado en 2016 en el 36,8% de los informes favorables al reclamante, ligeramente por debajo del 40% de 2015, y que, en el caso de las sí relacionadas con cláusulas suelo, haya ocurrido otro tanto —31% en 2016, frente al 35,4% en 2015—. En ambos casos se rompe una tendencia de mejora que venía de hace varios años, aunque los datos son, todavía, mejores que los registrados hace dos años", se consuela.

Entre las entidades que menos rectifican está Bankinter (solo lo hace un 5% de las ocasiones), Evo, Ibercaja, Unicaja, CaixaBank, Kutxabank, Popular, Bankia y Santander, que lo hace en un 43% de las ocasiones. Los que más caso hacen al Banco de España son: ING, BBVA, Cajamar y Sabadell.

El organismo dirigido por Luis Linde admite que hay un problema de voluntad en este asunto que afecta directamente a la mala reputación social de la banca. "Aun entendiendo la dificultad que, en ocasiones, entraña la rectificación de las entidades y su sumisión al criterio sentado por el Banco de España, la no rectificación podría ser indicativa de una insuficiente voluntad de la entidad para asumir ese criterio, que es previa y sobradamente conocido".

Y exige un cambio de actitud, como hizo en ejercicios anteriores con dudoso éxito. "Unas mayores tasas de rectificación son bienvenidas en la medida en que, finalmente, suponen resolver la controversia a favor del cliente, pero, por otro lado, impulsan al Departamento de Conducta de Mercado y Reclamaciones (DCMR) a incluir en sus acciones supervisoras actuaciones específicas encaminadas a inducir a las entidades a asumir sus criterios en fases anteriores del procedimiento de reclamación e incluso, ya idealmente, en su origen".

Una queja antigua

El Banco de España ha planteado en diferentes ocasiones la necesidad de que estas resoluciones sean de obligado cumplimiento. También ha sugerido que sea el propio sector el que organice este departamento, en línea con la autorregulación que existen en otros países, para que asuman los dictámenes. De todas formas, este departamento del Banco de España pasará al nuevo organismo de defensa del consumidor de los mercados, que planea crear el Gobierno.

Otro dato curioso del informe es que la inmensa mayoría de los clientes que reclaman ante el Banco de España acaban con un informe favorable. "En 2016, como se verá, del total de resoluciones emitidas —informes, allanamientos y desistimientos—, un 71,1% finalizó en un sentido favorable a los intereses del reclamante, en el entorno de los niveles registrados en años anteriores. Un porcentaje elevado de informes favorables al reclamante seguiría indicando que, con carácter general, la entidad no ha resuelto de modo correcto las reclamaciones de sus clientes".

Y también apunta un tema especialmente sensible ante la opinión pública. "Interesa destacar que el índice de resoluciones favorables a los reclamantes es superior al general en el caso de las reclamaciones relacionadas con la aplicación del Código de Buenas Prácticas previsto en la normativa de protección de deudores hipotecarios sin recursos", alcanzando el 83,6% de los casos. "Aun siendo pocas, relativamente, las reclamaciones en esta materia y estar concentradas solo en algunas entidades, no cabe duda de que se trata de una cuestión de gran relevancia social, por lo que algunas de las iniciativas supervisoras del Departamento se están dirigiendo, precisamente, a esta materia a la comisión de seguimiento" encargada de estos temas.

8.000 quejas en solo cuatro meses

El Banco de España registró más de 8.000 reclamaciones en el primer cuatrimestre del año, principalmente debido a un incremento de casos relacionados con la devolución de los gastos hipotecarios, lo que supone un cambio de tendencia respecto a los descensos que se han registrado
en los últimos años. El supervisor adelanta que si esta "cifra se proyecta para todo el año, llevaría las reclamaciones en 2017 a cifras próximas a 30.000". En 2016 hubo 14.462 quejas, por lo que este año va camino de duplicarse las protestas de los clientes bancarios.

El nuevo aluvión de quejas de 2017 se debe a "las solicitudes que las entidades bancarias están recibiendo de sus clientes para la devolución de los gastos de formalización de los préstamos hipotecarios al albur de la sentencia 705/2015 del Tribunal Supremo, que declaró abusivas determinadas cláusulas insertas en préstamos hipotecarios; entre otras, la de atribución de gastos de la operación al consumidor".

No obstante, en 2016 se registró "una nueva reducción en el número de reclamaciones, situándose en 14.462, un 28,6 % inferior al de 2015, y continuando así una tendencia que viene desde 2013, cuando alcanzó su máximo histórico en 34.645", dice el informe.

La disminución de reclamaciones en 2016 ha sido especialmente significativa en las cláusulas suelo, que han pasado de representar un 46% del total en 2015 a ser un 27% —3.954— en 2016. "La proliferación de sentencias sobre esta materia permite suponer que existe un creciente uso de la vía judicial para dilucidar las controversias, circunstancia que, sumada a una mayor propensión de las entidades a cerrar acuerdos de resolución amistosa con sus clientes, permite explicar el menor recurso al sistema de reclamaciones", dice el documento.

El número de consultas también se redujo el pasado ejercicio, tanto las telefónicas, que se situaron en 31.660, un 11% menos, como las escritas, que fueron 1.935, lo que supone una caída del 40,2%.

La mayor parte de las reclamaciones, el 55,8%, correspondieron a operaciones de activo, es decir, préstamos y créditos, y destacan las relacionadas con la liquidación de los préstamos hipotecarios tras la desaparición de algunos índices de referencia, con la aplicación por parte de las entidades de las medidas para reforzar la protección de los deudores hipotecarios y con las cláusulas suelo.

II

El Banco de España expedienta a siete entidades financieras por falta de transparencia, el País, 16 de mayo de 2017:

La apertura de expediente fue a cuatro bancos y otras tres entidades de crédito

El Banco de España abrió en 2016 siete expedientes sancionadores en el ámbito de la conducta de las entidades, la transparencia y la protección de la clientela. La apertura de expediente fue a cuatro bancos y tres entidades financieras, de acuerdo con la Memoria de supervisión bancaria de 2016, publicada este martes por la institución.

De los tres expedientes sancionadores en esta materia que no fueron dirigidos a bancos, uno fue para una cooperativa de crédito, otra a una entidad de cambio de moneda y otra a un establecimiento financiero de crédito. En 2016, el Banco de España también resolvió un expediente incoado el año anterior a un establecimiento financiero de crédito.

Cinco de los siete expedientes sancionadores incoados fueron el resultado de inspecciones realizadas a entidades, mientras que los otros dos tuvieron su origen en reclamaciones recibidas y tramitadas en el Banco de España. En estos casos se concluyó la posible existencia de quebrantamiento de las normas de transparencia y protección de la clientela.

En materia de cobertura de recursos propios, contabilidad y salvaguarda de los fondos entregados por los clientes, se abrió durante el año pasado un expediente, en el que además se llevó a cabo la suspensión de la actividad de la entidad. Además, se resolvieron otros dos expedientes con imposición de sanciones.

80 actuaciones

El supervisor llevó a cabo 80 actuaciones de comprobación en el área de conducta, de las que la mayoría, unas 31, correspondieron a servicios de atención al cliente. El resto fueron 23 en el ámbito hipotecario (código de buenas prácticas, cláusulas suelo o transparencia), otras 23 a transparencia (deber de información, comisiones y pagos), dos a publicidad y una a otras materias.

En el área de conducta, la institución realizó 29 inspecciones, principalmente en el ámbito de transparencia (19), pero también en el hipotecario (10). El Banco de España abrió en 2016 unas 42 actuaciones supervisoras y seis inspecciones que no estaban previamente planificadas, según detalla la Memoria.

En el ámbito del crédito hipotecario, el Banco de España trabajó en ocho inspecciones presenciales a entidades de crédito que estaban en desarrollo el año anterior, debido al grado de detalle. Se prevé que terminen en la primera mitad de este año.

III

Íñigo de Barrón , "El Banco de España pide al sector que no use lenguaje confuso ni engañoso con sus clientes. Javier Alonso, subgobernador, reclama que se cobre por los servicios tecnológicos que ahora son gratuitos", en El País, 20 de abril de 2017:

Javier Alonso, el nuevo subgobernador, nombrado en enero pasado, ha aprovechado su primera intervención pública para lanzar mensajes claros y directos al sector. Tras analizar la necesidad de incrementar la rentabilidad y advertir de los riesgos de los nuevos competidores tecnológicos, Alonso ha centrado su discurso en lo que deben y no deben hacer los bancos para recuperar la confianza de los clientes, una prioridad para los bancos.

Respecto al lenguaje utilizado, el número dos del supervisor español ha comentado que "los nombres y descripciones de los productos bancarios no deben ser confusos respecto a sus características de rentabilidad y riesgo, ni ser utilizados como herramienta comercial engañosa". Sin citarlo, pareció referirse a las participaciones preferentes, y a otras colocaciones masivas realizadas en las oficinas en la pasada crisis, que tan funestas consecuencias ha tenido para los clientes.  

En esta línea, en su discurso de apertura de la segunda jornadas del XXIV Encuentro del Sector Financiero, organizado por Deloitte, ABC y la Sociedad de Tasación, explicó que "la recuperación y el fortalecimiento de la reputación del sector ante los inversores y clientes es uno de los principales desafíos que tenemos por delante. Para ello es necesario empezar por priorizar la sencillez y la veracidad en toda comunicación con los clientes, algo que engloba aspectos tales como mejorar el lenguaje que se utiliza en las relaciones con los clientes, depurar las prácticas de comercialización e impulsar la transparencia".

Y concretó lo que no deben hacer los bancos: "Debe evitarse el uso de términos que ofrezcan una falsa sensación de seguridad en cuanto a la percepción de una renta o interés. La necesidad de mejorar el lenguaje es aún más apremiante teniendo en cuenta que el diálogo entre el banco y el cliente no es un diálogo de fuerzas equilibradas".

Sin referencias a la necesidad de fusiones, como era habitual en su predecesor, Fernando Restoy, y como aconsejó el FMI en su reciente informe, el subgobernador se refirió a las prácticas de comercialización de las entidades. Alonso afirmó que han mejorado la atención que prestan, pero apuntó que "se requieren mayores esfuerzos para asegurar que el cliente bancario, principal activo de la entidad, es capaz de comprender las condiciones de la operación en cuestión, como las cláusulas de los contratos, los precios de los servicios que se prestan, etc.".

En este sentido, pidió que se dedique más tiempo a la información precontractual, y reclamó que se "erradique la venta de productos a clientes cuyo perfil no es apto para comprar esos productos". Para cerrar este capítulo, Alonso habló de las actuaciones que está haciendo el Banco de España para que el sector cumpla con la normativa de transparencia en la comercialización del crédito hipotecario y del crédito al consumo, así como con el funcionamiento de los servicios de atención al cliente de las entidades.

Cobrar los costes de la tecnología

Pero el nuevo subgobernador no obvió que todo esto tiene costes para los bancos. Y pidió que se los cobren a los clientes, consciente de que las entidades han perdido ingresos en los últimos años. "Las entidades bancarias deben ser claras en el coste de los servicios que ofrecen y deben repercutirlos adecuadamente al cliente bancario".

En su opinión, el precio de los servicios que se repercute al cliente "debe ajustarse al coste de los mismos. Actualmente, gran parte de las mejoras tecnológicas que se ofrecen no parecen tener un coste adicional para el usuario". Citó la inmediatez en el acceso a los datos a través de dispositivos móviles, la reiteración automática de consultas cada pocos segundos, o los envíos masivos de instrucciones o de peticiones de datos, "que se ofrecen sin coste aparente para el cliente. Sin embargo, los nuevos servicios tienen costes y estos deben repercutirse de forma clara y transparente a los clientes".

Recordó que entre los costes de las nuevas tecnologías las inversiones en innovación "que se realizan pero que posteriormente no llegan a fructificar, o inversiones cuyos ciclos de amortización podrían acabar siendo mucho más largos de lo previsto como, en principio, parecen apuntar algunas de las iniciativas que se están desarrollando sobre tecnologías DLT (Distributed Ledger Technology)".

Y explicó, ante una sala con abundante presencia de directivos bancarios, que existen riesgos relacionados con la privacidad de la información personal, con el fraude o con los ciberataques, entre otros. "Además, la proliferación de las nuevas tecnologías también puede llevar a la eventual exclusión financiera de aquellos usuarios alejados de ellas, que podrían resultar perjudicados si no se garantiza la continuidad en la prestación de servicios a través de los sistemas tradicionales", apuntó Alonso.

IV

Íñigo de Barrón, "El Banco de España ve tasas excesivas por reclamaciones por descubierto. El supervisor publicó hace días la Memoria de Reclamaciones, donde informaba de que había recibido 29.528 quejas el año pasado". El País, 7 de diciembre de 2015:

Una vez al año, el Banco de España repasa el comportamiento de las entidades con asuntos de pequeña cuantía económica. Uno de estos asuntos son las comisiones, que no afectan a la solvencia, pero tiene un gran impacto en la reputación de las entidades con sus clientes. El supervisor publicó hace días la Memoria de Reclamaciones, donde informaba de que había recibido 29.528 quejas el año pasado, un 14,8% menos que en 2013, cuando se llegó al récord.

No es habitual que el supervisor afee la conducta de los bancos, pero en varios apartados de la memoria advierte de que se están produciendo comportamientos “que no se están ajustando a las buenas prácticas y usos bancarios”. Se trata de dos comisiones muy frecuentes y que provocan numerosas quejas de los clientes: la comisión por ingresos en efectivo (hasta tres euros) y la de reclamación de descubierto (de 39 a 25 euros), es decir, cuando una cuenta se queda en números rojos.

En el ingreso en efectivo, las protestas llegan porque es una forma habitual de pago de recibos, comunidad de vecinos o derramas. La normativa del supervisor dice que el banco no puede cobrar ninguna comisión excepto cuando se reclama un justificante del pago “por el que estarían habilitadas a percibir una comisión, si se verifican los requisitos para ello”. Sin embargo, poner el nombre de la persona que realiza el ingreso “no está considerado como un justificante”, aclaran fuentes del Banco de España, ya que los pagos son nominativos por ley y la entidad debe identificar al que los realiza.

Otro motivo de reclamación es cuando una persona hace un ingreso en una oficina y la persona que lo va a recibir tiene su cuenta domiciliada en otra. En este caso, el Banco de España aclara que “no es aceptable el cobro de una comisión bajo el concepto de transferencia, giro y otras órdenes de pago”. El supervisor entiende que si el banco no da servicio al que ingresa el dinero, no se lo puede cobrar. En realidad, el servicio se lo presta al que recibe el dinero, que ya paga la comisión anual de mantenimiento.

El problema es que el criterio de los tribunales, de obligado cumplimiento, no coincide con el Banco de España. Este organismo afirma que no es vinculante y da la razón a los bancos que cobran si emiten justificantes. En tres sentencias a las que ha tenido acceso EL PAÍS, los jueces han fallado en favor del cliente.

No es habitual que se produzcan denuncias. El importe de la comisión es tan pequeño que supera los gastos del procedimiento. Por eso, suelen ser abogados los que denuncian. CaixaBank ha sido condenada en dos ocasiones: un el juzgado de Chiclana, en Cádiz, este marzo y otro de Palencia en junio. Fuentes de CaixaBank apuntan: “Se trata de un servicio de pago sujeto a la normativa que regula los servicios de pago y de transparencia. El Banco de España admite el cobro de una comisión siempre que se preste un servicio añadido. Además, esta operación se puede hacer en los cajeros sin comisión”.

Ibercaja también ha sido condenada en Zaragoza, el 3 de noviembre pasado. El abogado Juan Carlos Martínez Hierro afirma que mostró su disconformidad con este cargo y habló con el departamento jurídico “que me reconoció la improcedencia del cobro, pero el sistema informático no permitió condonar el importe. Cuatro días más tarde, se repitió la historia porque el banco no había modificado su sistema informático y puse una demanda amparándome en el artículo 82 de la Ley de Defensa de los Consumidores”. Los tres fallos han llegado en juzgados de primera instancia. Adicae ha realizado estudios sobre estas comisiones y afirma que son “totalmente abusivas”.

El precio del dinero

La otra tasa polémica es la de reclamación de descubierto. Este cargo está al margen de la comisión por liquidación, que se calcula aplicando al importe en descubierto un tipo de interés concreto multiplicado por el número de días que la cuenta está en números rojos. No se puede aplicar un interés superior a 2,5 veces el precio oficial del dinero.

El Banco de España solo justifica esta comisión de reclamación de descubierto “cuando la entidad haya hecho algún tipo de gestión encaminada a reclamar la deuda y lo puede justificar documentalmente. De lo contrario, se consideraría mala práctica bancaria”. El problema es que un buen número de entidades tienen sistemas informáticos que cargan automáticamente esta comisión al quedar el saldo en negativo. Estefanía González, portavoz del comparador Kelisto, cree que “en la práctica, lo que sucede es que las entidades se limitan a remitir una carta tipo, que se genera de forma automática, para avisar de lo sucedido o, como mucho, realizan una llamada telefónica o envían un mail, incluso a clientes que no usan la banca telefónica. No creemos que pueda considerarse una buena práctica bancaria y recomendamos presentar una reclamación y exigir su devolución”.

V

Laura delle Femmine, "Cuáles son las comisiones bancarias más abusivas y cómo evitarlas. Los pagos por servicios aumentaron un 14,5% durante el año pasado, según ADICAE", en El País, 28 MAY 2015:

Un euro por un lado, dos por el otro, cientos a fin de año: en 2014, las comisiones bancarias se encarecieron un 14,5% respecto al año anterior, de acuerdo con ADICAE. Si se considera que desde 2011 se ha eliminado la obligación de registrar en el supervisor los folletos de las tarifas aplicadas y sus cuotas máximas, el panorama para los consumidores es aún más desolador: la actual normativa establece que es suficiente con informar al cliente “sobre las comisiones percibidas por operaciones y servicios más frecuentes”. Es decir, que los bancos son libres de aplicar los importes que quieran, salvo que cobren dos veces por el mismo servicio.

Como resultado, el consumidor sigue siendo víctima de cobros elevados y de un sistema de reclamaciones lejos de ser eficiente. Según la última Memoria de Reclamaciones del Banco de España, durante 2013 se contabilizaron 34.645 quejas, un incremento del 142,1% respecto al año anterior. Sin embargo, incluso cuando el supervisor da la razón a los clientes, las entidades no están obligadas a recoger sus veredictos, y en 2014 hicieron caso omiso a cinco de cada seis solicitudes apoyadas por el Banco de España. El mismo subgobernador del organismo ha admitido que el “sistema adolece de varios problemas”, entre ellos la escasa agilidad y la falta de “involucración de un tercero con capacidad de emitir un dictamen vinculante”, por lo que propone que se estudie “la posibilidad de desarrollar [...] esquemas centralizados y vinculantes de resolución de disputas”.

¿Cuáles son las comisiones más abusivas?

De acuerdo con el último informe de FACUA-Consumidores en Acción —llevado a cabo entre julio y septiembre de 2014 tras comparar las tarifas de 16 bancos—, el usuario tipo establecido para su estudio —sin nómina domiciliada— paga en media 168,77 euros al año en comisiones. Las entidades más caras resultaron ser Barclays (271,41 euros), adquirido por CaixaBank, el Santander (248,40 euros), Unicaja (242,40 euros) y CaixaBank (239,90 euros); las más baratas, ING Direct (25 euros) y Triodos Bank (30 euros). Entre las comisiones más abusivas, están las por sacar dinero del cajero, realizar ingresos en ventanilla o recibir correspondencia. 

NO DEJES DE RECLAMAR

Cuáles son las comisiones bancarias más abusivas y cómo evitarlas

Si nos siguen cobrando cuantías que creemos exageradas o por conceptos que consideramos abusivos, aunque tengamos nuestra nómina u otros recibos domiciliados, lo primero es protestar en la oficina, mantiene Pardo de ADICAE, a través de una reclamación escrita al servicio de atención o al defensor del cliente de la entidad, que tiene dos meses para contestar. Si su resolución es favorable al consumidor, la entidad tendrá que cumplirlo.

El abogado Francisco López Sorio alerta de que es fundamental poder acreditar que hemos presentado una queja previa por esta vía, al ser elemento indispensable para continuar con el trámite ante el servicio de reclamaciones del Banco de España, adonde acudiremos si la respuesta que hemos recibido —o su falta— no nos convence. El supervisor deberá resolver la solicitud en un plazo máximo de cuatro meses, pero su veredicto no es vinculante. La última vía es la judicial, y los expertos aconsejan dirigirse a las asociaciones de consumidores, que cuentan con los medios para emprender una causa colectiva —como en el reciente caso de las cláusulas suelo— y tienen más probabilidades de que los clientes logren ver reconocidos sus derechos. 

Pagar por sacar del cajero. CaixaBank ha empezado a cobrar dos euros a los usuarios que no sean sus clientes y saquen de uno de sus 9.683 cajeros, la red más extensa de España. Pese a que la Unión Europea haya pedido “aclaraciones” sobre esta maniobra, otras entidades españolas han anunciado estar estudiando aplicar la misma medida. Actualmente, quien cobra la comisión mínima más cara para usar un cajero de la misma red es Bankia —un 4% con un mínimo de 4 euros—, y para sacar de otra red es Cajamar —un 5,5% y un mínimo de 5,5 euros—, según el comparador de comisiones de ADICAE, que permite confrontar las comisiones al suponer que el cliente sea titular de una cuenta básica sin ningún tipo de domiciliación. Para Manuel Pardo, presidente de la asociación, esta decisión se inscribe en “la lucha interna” del sector contra los operadores online y la pequeña banca que no dispone de cajeros en todo el territorio.

Realizar ingresos en ventanilla. Antonio Gallardo, experto de iAhorro, explica que esta comisión se está extendiendo a cada vez más entidades y responde a la estrategia de “expulsar a los clientes de las oficinas” para incentivar el uso de cajeros y medios online. “Lo cierto es que nos están cobrando dos veces por el mismo servicio, y esta situación es aún más grave si consideramos que durante la crisis muchas familias han quitado domiciliaciones para evitar descubiertos”, asegura. De los grandes bancos, Bankia y Santander aplican la tarifa más cara —hasta tres euros—, de acuerdo con ADICAE. Por su parte, los bancos se justifican aduciendo que se genera un justificante “especial o adicional” al tener que indicar el concepto de la operación. 

Comisión por descubierto, cada vez más cara. “Las comisiones máximas se mantienen estables, el truco está en las mínimas”, explica Gallardo: “Si tienes un descubierto de 10 euros y el mínimo establecido son 18, acabas pagando más”. De los grandes bancos, la comisión mínima más cara es la de Banco Popular (20 euros), seguida por la de Santander (18 euros). La entidad liderada por Ana Botín es también, entre los grandes bancos, la que más cobra por notificar un descubierto: el importe alcanza los 39 euros, contra los 33 de media señalados por FACUA.

Gastos por correspondencia. Algunos bancos cobran para enviar información relativa a nuestra cuenta, “normalmente el coste de un sello”, dice Gallardo. “Lo hacen para que la gente utilice el canal online”, asegura, “pero hay miles de mayores que no tienen Internet. Además, suelen mandar muchas cartas con pequeños movimientos, cobrando por cada una de ellas”.

Las comisiones tienen que responder a servicios efectivamente prestados

Tarjetas de crédito. Al tener domiciliada la nómina u otros ingresos, o usar el plástico un número mínimo de veces, los bancos no nos suelen cobrar para disponer de una tarjeta de crédito. Al no cumplir con estos requisitos, la entidad más cara es Barclays, con un coste de mantenimiento anual de 80 euros; entre los grandes bancos españoles, los más caros son CaixaBank (45 euros) y el banco online de Sabadell, ActivoBank (43 euros), según se desprende del comparador de comisiones de ADICAE. 

Mantenimiento y apuntes en cuenta. La comisión por el mantenimiento de la cuenta puede llegar hasta los 120 euros anuales, cuantía aplicada por el Banco Popular, si no hay ninguna domiciliación. Sabadell cobra 60 euros, lo mismo que Bankia y Santander. Los demás grandes bancos exigen cantidades inferiores a los 50 euros. La comisión por apuntes en cuenta es otra de las “sacaperras” de las entidades: por cada movimiento en nuestra cuenta, hay bancos que nos cobran entre 0,50 y 0,60 céntimos de euro. 

¿Cómo podemos defendernos?

Las entidades retiran gran parte de las comisiones cuando el cliente domicilia la nómina, se compromete a ingresar un determinado importe cada mes o vincula una cantidad ingente como un depósito o un plan de pensiones. Por ejemplo, el último producto diseñado por el Santander, la Cuenta 1,2,3, no solo reduce las comisiones —el mantenimiento mensual son 3 euros y otros tres para la tarjeta—, sino que promete rentabilidades entre el 1% y el 3% según el saldo —que puede oscilar entre 1.000 y 15.000 euros—, y ofrece bonificaciones sobre impuestos, seguros y otras cuotas hasta un máximo de 110 euros mensuales, a cambio que el cliente aumente su vinculación con la entidad.  “Es importante que la ausencia de comisiones se establezca de forma contractual”, puntualiza Gallardo. El experto también recomienda privilegiar el canal virtual para reducir gastos, tanto para realizar operaciones como para recibir la correspondencia. 

Según la normativa sobre transparencia y protección del cliente de servicios bancarios, “solo podrán percibirse comisiones [...] por servicios solicitados en firme o aceptados expresamente por un cliente y siempre que respondan a servicios efectivamente prestados o a gastos habidos”. En caso de modificaciones unilaterales en la política de comisiones, la entidad tendrá que comunicar los cambios al cliente con dos meses de antelación. Asimismo, si hemos tenido que abrir una cuenta para acceder a otros servicios, como contratar una hipoteca, el Banco de España considera que “no corresponde a los clientes soportar ninguna comisión por mantenimiento y/o administración [...], pues conduciría al absurdo de que el cliente pague por cumplir una obligación —apertura de cuenta para facilitar la gestión de la entidad— que esta le impuso en interés propio”. 

VI

Íñigo de Barrón, "La banca ignora la mitad de las quejas incluso si los clientes tienen razón", en El País, 27 de noviembre de 2015:

El Banco de España respaldó 15.516 reclamaciones, pero las entidades solo rectificaron sus errores en 7.487 ocasiones. La ley les permite no hacer caso al supervisor.

El Banco de España recibió el año pasado 29.528 reclamaciones. Son un 14,8% menos que el año anterior, cuando se produjo el récord de quejas en la institución por parte de clientes en desacuerdo con su entidad bancaria. Sin embargo, aunque el supervisor dio la razón al reclamante en 9.987 ocasiones y los bancos rectificaron su error sin abrir expediente (allanamiento) 5.619 veces (un total de 15.516), las entidades solo dieron marcha atrás y admitieron que el cliente tenía razón en 7.486 informes.

Esto supone que en el 48% de los casos en los que el Banco de España dijo que el usuario tenía motivos fundados para la reclamación, las entidades se lo concedieron, según la Memoria de Reclamaciones de 2014. Pero en el 52% restante, no

La legislación actual permite no acatar las decisiones del supervisor. Tanto el Banco de España como la CNMV, organismo al que tampoco deben obediencia las empresas controladas, han pedido al Gobierno una modificación de la ley, pero no lo ha hecho. El Banco de España admite que no está cómodo con esta situación e insta a las entidades a "realizar un esfuerzo" para mejorar el número de veces que se sigue su dictámen y se dá la razón al cliente. Y añade: "La no rectificación podría ser indicativa en otros de una escasa voluntad de la entidad para asumir los criterios de buenas prácticas del Banco de España".

Bajan las rectificaciones

Si se desglosan los datos hasta analizar solo las rectificaciones (sin los allanamientos) en los datos provisionales hasta el 30 de septiembre de 2015, el porcentaje de rectificación en reclamaciones, excluidas las cláusulas suelo de las hipotecas, es del 36,5%, y en los casos de quejas por estas cláusulas, el porcentaje baja al 32%.

Estas condiciones de las hipotecas fueron la causa de 9.852 reclamaciones en 2014, de los que 6.687 fueron favorables al reclamante. De estos, solo se rectificó en 1.098 casos, es decir, en un 16,4%, aunque en 3.693 casos (el 27,3¨%) los bancos decidieron dar la razón al cliente (allanamiento) en cuanto supieron que había reclamado al Banco de España.

El supervisor eleva el tono y critica que suban tanto los allanamientos porque entiende que significa que los bancos retrasan dar "una solución efectiva a favor de su clientela, hasta que presenta la reclamación" ante el el Departamento de Conducta de Mercado y Reclamaciones (DCMR). 

Por primera vez, el supervisor especifica las entidades que menos rectifican en los temas generales: Ibercaja Banco (8,3% de las ocasiones), Catalunya Banc (6,6%, hoy BBVA) y Barclays Bank (6,3%, hoy CaixaBank). En cuanto a las cláusulas suelo, los menos obedientes, "con ratios de rectificación muy por debajo de la media", son Caixabank (9,2%) , Liberbank (7,2%), Banco CCM (7%), Unicaja Banco (5,5%) o Banco de Caja España (1,2%). "Destacan negativamente diez entidades que, tras recibir informes favorables al reclamante, no han rectificado en ninguno de los casos, como son Caja Rural de Granada, Credifimo, Caja Rural de Castilla-La Mancha, Caja Rural de Navarra, Caja Rural de Jaén, Barcelona y Madrid, Abanca, Caja de Arquitectos, Caja Rural de Extremadura, Targobank y Bancofar.

Los créditos, motivo de queja

Los principales motivos de reclamación se siguen concentrando en los créditos, que absorben un 68,9% del total de reclamaciones, manteniendo su volumen respecto al pasado ejercicio. "No obstante, se observa un ligero descenso de las reclamaciones por cláusulas suelo (52,8%)" y un aumento del peso en reclamaciones sobre otros créditos.

Aunque las reclamaciones en 2014 y los nueve primeros meses de 2015 están cayendo, el supervisor admite que "si se comparan las cifras de 2014 con las 2012, se observa que el incremento en el número de reclamaciones es del 106%, lo que parece confirmar la estabilización del número de reclamaciones en niveles equivalentes al doble de los registrados en el período 2009-2012".

El Banco de España también recuerda que, pese a la cesión de competencias al BCE, esta labor de vigilancia le sigue correspondiendo a el como supervisor de conductas

lunes, 3 de julio de 2017

Esclavos españoles: Cervantes, Pasamonte, Galán, Latino, Valdés, Manzano, Montejo y otros I

No se suele insistir lo suficiente en el hecho de que Cervantes llegara a ser esclavo, y así resulta que uno de los grandes temas de su obra, al que consagró un libro entero Luis Rosales, fue la libertad. Incluso ha sido considerado el primer escritor liberal de nuestras letras... si no lo hubiera sido ya antes otro alcalaíno, Juan Ruiz, arcipreste de Hita.

Cervantes amaba la libertad y luchó en Lepanto por libertar a Europa del yugo musulmán, algo de lo que se sintió siempre orgulloso. Sus redaños excedían lo común: aunque entonces estuvo enfermo, eligió el lugar más peligroso del combate para que no se dudara de él. Es más, se jugó la vida en al menos otras cuatro ocasiones: cada vez que organizó una evasión de esclavos españoles en Argel. Y se libró de la muerte por los pelos, aunque no de la tortura. Algunos dirán que tenía baraka, pero seguramente el bey esperaba un gran rescate por él (le habían interceptado cartas del gran coco de la Sublime Puerta, Juan de Austria, nada menos) y no querría arriesgar su salud. En Argel lo llamaban ya en árabe dialectal Shaibedraa o Saavedra, "el tullido", mote que a partir de entonces se añadió como un segundo apellido sin descender realmente de ese solar gallego. Provenía en realidad de una familia cordobesa de médicos, de la que su padre, un cirujano sordo (por lo cual no pudo obtener el título) representaba la rama menos favorecida. Por entonces ser cirujano y sordomudo era una ventaja: operar sin la molestia de oír los gritos que producía la falta de anestesia era una garantía de frialdad y celeridad en la labor.  

¿Y qué pensaba Miguel de Cervantes de Cortinas sobre la libertad? Que exigía actividad, elección y compromiso. Como escribió en su Quijote es "uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede (y debe) aventurar la vida; y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres". En su Numancia es preferible el suicidio a la esclavitud y Cervantes fue el creador y más importante autor de un género teatral de esa época que lo reflejaba, la comedia de cautivos, con alrededor de 16 textos conservados. Pero el liberalismo de Cervantes le hace comprender las razones de los otros, aunque no las comparta. Su morisco Ricote contó que en Alemania "cada uno vive como quiere, porque en la mayor parte della se vive con libertad de conciencia" [II, 54] y los varios viajes del alcalaíno, como los del Tomás Rodaja de El licenciado Vidriera, le hicieron escribir aquello tan repetido de que "las luengas peregrinaciones hacen a los hombres discretos". Defensor de la Edad de Oro, concede primacía a la ley natural frente a la positiva y libera por ello a los galeotes. El "perspectivismo" que define al Don Quijote como la primera "novela polifónica" moderna es, de hecho, la asunción del principio de que no hay una sola versión posible de la realidad, sino muchas que deben integrarse en una mayor cuya exclusiva nadie posee. No en vano pudo escribir Antonio Rey Hazas que "la REALIDAD con mayúsculas, absoluta y única para todos, no existe en el mundo del Quijote, sino puntos de vista concretos, personales y diferentes sobre ella".  Esa idea perspectivista, cuyo origen se atribuye a las Meditaciones del Quijote de Ortega, se encuentra ya en la correspondencia que mantuvo con el gran cervantista manchego Francisco Navarro Ledesma, un ensayista toledano de La Sisla a quien Ortega había leído y que pertenecía a la Generación del 98. Navarro era un crítico cultísimo pero algo destemplado: a Pardo Bazán la llamaba "Pardo Bacín" y le dio tal bofetada a Leopoldo Alas que casi lo tiró por las escaleras del Ateneo.

Para Cervantes el hombre no solo está obligado a luchar por su propia libertad hasta el fin, sino que debe hacerlo, y también por la de los demás: perderla representa no solo perder toda dignidad humana (el "honor", en la lengua de la época), sino toda dignidad social (u "honra"). Una actitud pasiva, silenciosa y cobarde, un no elegir era ya para Cervantes una elección, la de la condena moral y social que supone la falta absoluta de conciencia. Él estaría de acuerdo en aquello que dijo también otro famoso liberal, Edmund Burke:  "Para que triunfe el mal basta con que los hombres de bien no hagan nada." De hecho, eso fue lo que sacó a su Alonso Quijano de su lugar de La Mancha: no hacer nada, el deporte político nacional. La ética cervantina reclama, como bien vio Unamuno, luchar por la libertad ajena incluso aunque fuera en perjuicio propio, como hizo don Quijote al liberar a los galeotes (uno de los cuales, el famoso Ginés, sustrajo el rucio a Sancho) o incluso en perjuicio de alguien que te amara (como es el caso de la pastora Marcela), ya que el amor no debe ser tampoco una cadena para el libre albedrío. 

Para una mentalidad explotadora como la actual este modo de pensar parece un poco marciano, pero era el de los españoles con hidalguía de la época que ya no somos. Como escribió el más cervantino de los escritores actuales, Pérez Reverte, los caballeros están obligados a lo imposible contra el precepto jurídico positivo: "Dios tolera lo intolerable; es irresponsable e inconsecuente. No es un caballero" (El maestro de esgrima). Don Quijote no tenía libros devotos en su librería y, aunque en el libro figuren curas, no se habla casi nunca de Dios: era un tema tan peligroso que se soslayaba, como en el itinerario de Don Quijote las grandes poblaciones, que hubieran obligado a la Santa Hermandad a tomar cartas en el asunto y encerrar al loco.

Pero la España de entonces no era menos esclavista que Berbería. Aunque tengamos a un abolicionista manchego tan importante como el jurista Bartolomé de Albornoz, al que no se le hizo ni puto caso por mor de la censura inquisitorial, o a un titán de los derechos humanos como el dominico fray Bartolomé de las Casas, al que se le hizo un poco más (en España siempre han mandado más las autoridades eclesiásticas que las civiles, y hasta hace bien poco había más iglesias que escuelas). Alguien como él, que era dominico y, por tanto, con mano en la orden inquisitorial, tenía suficiente predicamento como para paralizar la colonización y obligar a reescribir las Leyes de Indias. Porque en nuestra colonización los españoles fueron más listos (y más vagos) que los anglosajones y prefirieron vivir de los indios en vez de trabajar duro compitiendo con ellos y exterminándolos. Y para ello se valieron del mecanismo feudal de las encomiendas.

Así, nos cuenta el dominico que, para asegurarse su obediencia, lo primero que hacían los conquistadores al llegar a un nuevo pueblo era preguntar por el mandamás o "cacique" en su lengua; y con una denuncia o falsedad cualquiera, como en la Guerra civil, tenían ya el pretexto perseguido perfecto para ejecutarlo. Con eso se aseguraban el miedo y, por tanto, la obediencia ciega de todos los débiles y acojonados indígenas del pueblo, la gran mayoría. Después se repartían las encomiendas para que los españoles fueran servidos más que "para evangelizarlos", que era el pretexto oficial. Por suerte la Iglesia moderó ese precapitalismo cerril y estableció, al contrario que los anglosajones, universidades en que pudieron estudiar, integrando a los indígenas; incluso aprendió sus lenguas y toleró en cierto modo algo de su cultura sin que hubiera un excesivo apartheid. El procedimiento es menos asesino que otros, pero también se las trae; la explicación es que, como estábamos saliendo de la Edad Media, aún no se había desarrollado demasiado el capitalismo buitre a la manera norteña y por eso pudo realizarse un cierto mestizaje cristiano que creó una cierta "casta" criolla a la que las repúblicas hispanoamericanas deben bastante de su idiosincrasia y, por qué no decirlo, de su pobreza y de su ruina. Esa casta se constituyó en una especie de aristocracia americana sin mérito que pretendía servirse de indios y esclavos sin trabajar duro al modo anglosajón, postura que representaba el gran contradictor de Las Casas, el aristotélico Ginés de Sepúlveda, un defensor de la esclavitud, que veía como algo tan natural como el mismo Aristóteles. Cuando el ciudarrealeño Mejía pudo conocer el paño de cerca como periodista, militar y juez en Guatemala durante diez años al servicio del liberalísimo gobierno de Gálvez y Morazán, que pertenecían a esa aristocracia, y tuvo que huir del golpe de estado del dictador mulato Rafael Carrera, dejó su opinión bien clarita y resumida en una sola frase: "Nuestros hermanos de América, que cada vez están más pobres y revueltos". Dos adjetivos que los definen no solo a ellos, sino a nosotros.

domingo, 2 de julio de 2017

Probatio diabolica

Javier Marías, hoy:

"Se está deslizando en nuestro pensamiento la mayor perversión imaginable de la justicia, a saber: que corresponda al acusado probar algo, y no al acusador, que es a quien toca siempre demostrar que un reo es culpable. Que la carga de la prueba recaiga en el acusado es lo que se ha llamado, con latinajo, probatio diabolica, algo propio de la Inquisición y nunca de los Estados de Derecho. Aquélla consideraba que si un reo confesaba, era evidentemente culpable; y si no lo hacía ni bajo tortura, también, porque significaba que el diablo le había dado fuerzas para aguantarla. Hace años me encontré con una versión moderna de ese “razonamiento”, en el caso de un librero juzgado por pederastia en Francia. “Lo propio de todo pederasta”, arguyó el juez, “es negar los cargos en primera instancia”. “Y lo propio de los no pederastas también”, le escribí a ese juez. “¿O es que pretende usted que un inocente no niegue tamaña acusación, siendo falsa?” Soy contrario a prohibir nada, pero ruego a todo el mundo (periodistas, guionistas, escritores, locutores, abogados y hasta incriminados) que evite siempre la expresión “demostrar su inocencia”. Porque si no, poco a poco, acabaremos creyendo que eso es lo que nos toca hacer a todos y que además es factible. Y no lo es, es imposible."

viernes, 30 de junio de 2017

Entrevistas a Jon Juaristi

L

Manuel Hidalgo entrevista a Jon Juaristi: "Ser español y ser vasco es muy cansado", El Mundo, 30-VI-2017:

"Escribí 'a los vascones' de cachondeo. pero en euskadi, chistes, Los de 'ocho apellidos vascos' y poco más"

"Podemos dice que está a favor de las instituciones, pero que no funcionan. ¡sí funcionan, muchacho!"

"La corrección política se ha cargado la libre expresión...y así se hundió la democracia griega"

Escritor en euskera y castellano, Jon Juaristi (Bilbao, 1951) publicó en enero 'Los árboles portátiles' (Taurus), extenso reportaje histórico, literario y de ideas que reprueba los relatos hegemónicos de la izquierda en la segunda mitad del siglo XX. De familia nacionalista y republicana, Juaristi pasó por ETA, el comunismo y el socialismo hasta recabar en el judaísmo y el conservadurismo liberal, llegando a dirigir la Biblioteca Nacional en uno de los gobiernos de José María Aznar. 'El linaje de Aitor', 'El bucle melancólico' y 'El bosque originario' son algunas de sus críticas indagaciones en las esencias del nacionalismo vasco. Es profesor de Literatura Española en la Universidad de Alcalá. Poeta, ensayista, novelista, traductor y articulista, Jon Juaristi parece resignado al populoso desorden libresco que impera en su casa y me dedica Los árboles portátiles, la crónica del viaje en barco desde Marsella al exilio americano de Breton, Serge y Lévi-Strauss. Ahí fermentó, según el escritor, la Nueva Izquierda, el estructuralismo y, con Wifredo Lam, la vanguardia artística anticolonial. Al filo del mediodía, la conversación transcurre bajo la torridez del verano anticipado. Juaristi habla en voz baja, con calma, y con un humor creciente que alivia de la asfixia.

Se supone que tenemos que hablar de España, pero, no sé, con este calor, ¿de qué le apetece hablar?
(Risas) Como diría Baroja, de lo que sea costumbre. Se habla demasiado de España, lo que no es un buen síntoma. Denota preocupación morbosa y enfermiza y, sobre todo, inseguridad. Es un mal endémico y atávico hablar tanto de nosotros. Si no se habla, parece que la gente lleva con naturalidad lo de ser español. Si se habla, surge enseguida esa incomodidad de siglos con el ser y el no ser español. De tanto en tanto, hay reapariciones estelares de la polémica, como cuando el Sexenio Democrático, a partir de 1868. O cuando, en 1937, en plena Guerra Civil, Bosch i Gimpera, delante de Azaña, en Valencia, suelta aquello de que la unidad española es postiza e impuesta, que España tiene un sustrato prehistórico, sí, pero sin españoles. Y otra vez salen a pasear los demonios. En la Transición la cosa se contuvo con alfileres y, ahora, otra vez filosofando, haciendo mala filosofía sobre España.

¿Cree usted que los italianos, los franceses, los ingleses... hablan tanto de sí mismos como los españoles?

Los escoceses, sí. Los ingleses, no. Tienen claro que la nación inglesa viene de mucho tiempo atrás, es anterior al 1066, cuando la invasión de Guillermo de Normandía. Y citan tres rasgos que definen a la nación: un idioma común, una horizontalidad social sin pronunciados desniveles jerárquicos y un libro nacional, que para ellos es la Historia ecclesiastica gentis Anglorum (731), de Beda el Venerable. En España también hay desde antiguo el mismo zócalo unitario: un idioma común; una notable horizontalidad social -Ortega decía que en España no había habido un feudalismo digno de tal nombre- y un libro nacional, que no es El Quijote, como quería Unamuno, sino el Comentario al Apocalipsis, del monje mozárabe Beato de Liébana, del siglo VIII, que se copió en todos los reinos cristianos y dio al carácter español esas señas apocalípticas y patéticas.

¿Y en qué momento estamos?

Pues en un momento de crisis y desconfianza en la existencia de la nación. Pero, ya digo, esto no es nuevo para nada. Empezó durante la expansión imperial, durante la agregación de la conquista, en el siglo XVI, que es el siglo de la invención de los vascos. Don Julio Caro Baroja ya recordó que la monarquía hispánica necesitó, para asentarse, crear el mito de la España primitiva, fundamentarse sobre una monarquía primigenia, y entonces puso en danza a Túbal, nieto de Noé y tal, y eso ha creado más problemas que los que solucionó. Desde fuera, desde los tópicos del abad Brantôme sobre nosotros, siempre nos ven iguales e inmutables, pero aquí andamos diciendo que yo no soy igual que tú, que tú no te me pareces a mí. Hay una identidad que puede ser sólida, pero en la que la gente parece que no cree.

¿Hay razones que aconsejan creer en la conveniencia de una nación unitaria?

Julián Marías hablaba de las razones de España. Hay razones pragmáticas: estamos mucho mejor juntos y juntos pintamos mucho más en el mundo que por separado. Y también hay razones históricas y documentales: hombre, Hispania ya existía desde el siglo I antes de Cristo, antes que Vasconia y Cataluña, por más que estuviera formada por pueblos apartadizos y enfrentados. Julio César dejó dicho que las Galias fueron difíciles de conquistar porque todos se unían como una piña contra los romanos, mientras que Hispania fue más fácil de conquistar porque aquí todos andaban a la greña. Por eso, Bosch i Gimpera decía que la unidad romana de Hispania fue postiza. Menéndez Pidal le replicó: hombre, postiza, no se sostiene que una unidad postiza dure ya 20 siglos, se habrá hecho natural.

Usted hizo una biografía de Unamuno, que además de ser de Bilbao, como usted, fue, como usted también, un tipo inquieto, con sucesivas convicciones, algo errático, si me permite...

 Ya. Es que eso es muy de Bilbao. Bilbao propicia biografías palinódicas, llenas de retractaciones y rectificaciones. A Unamuno le pasó eso, sí, y tenemos una plantilla biográfica con ciertas similitudes y paralelismos. De eso hablaba en la introducción a la biografía que escribí. ¡Yo también tuve que salir a estudiar fuera como él! Porque me echaron. No había traspasado la peña de Orduña, en ese tren que parece que nunca va a llegar a su destino, y ya me sentía mal, con nostalgia anticipatoria y ganas de cantar zortzikos de Iparraguirre.

¿Le va la angustia de Unamuno?

No, para nada. No me interesa su angustia existencial, ni sus conflictos entre fe y razón, que tanto gustan a los curas. A mí eso me deja frío. Me interesa de él su idea de intrahistoria, de ese zócalo histórico resistente que conforma las identidades culturales y nacionales, ese tegumento sólido, aunque parezca poco visible, que no está impuesto por nadie y que une incluso a sociedades proclives a la bronca como la nuestra. Ganivet tuvo tiempo de contestarle a Unamuno que eso era un error y un horror, que por España había pasado gente de todas partes, lo peor de cada casa, que habíamos tenido invasiones... Y Unamuno, en sus trece, que ni hablar, que en España hay una cepa, un bloque de granito berroqueño apenas arañado por las invasiones, una permanencia que se da a partir de la raza originaria, en el pueblo. Luego, Ortega le replica: demasiado pueblo, ahí está el problema, en la nivelación a la baja, que hace imposible que surjan aquí minorías egregias y creativas...

¿Cuál es la relación entre pueblo y nación, sobre todo ahora cuando no está claro qué es el pueblo?

Antes del XIX no se planteaban distinciones entre pueblo y nación. Fue Pi y Margall el que dijo: "Los pueblos son eternos; las naciones son históricas". O sea, el pueblo como sustrato de la nación. Eso no se sostiene hoy. En el XIX, el pueblo lo conformaban los que vivían de sus manos, los que trabajaban manualmente desde la salida del sol hasta el ocaso, a los que no les quedaba energía suficiente para forjarse una individualidad, de modo que tenían una cultura colectiva que era la de la nación. Así lo explicaba, más o menos, Machado Álvarez, el padre de los Machado. Al margen de que se discuta sobre la historicidad de una nación concreta, hoy, en el mundo democrático, nación es una comunidad política que nos ofrece las ventajas propias de haber producido instituciones que garantizan nuestra libertad. Como viejo thatcheriano no creo demasiado en la idea de sociedad, pero sí en las instituciones que son, a la vez, producto y soporte de esa comunidad política que es la nación. Recordemos al novelista Heinrich Böll, que, en la Alemania de posguerra, decía que seguía siendo anarquista, pero que necesitaba de unas instituciones que eran las que le permitían vivir como individuo en libertad, que le daban su libertad personal.

La socialdemocracia ha tenido un papel muy importante en Europa y en España. Ahora está en crisis, sometida a duras críticas...

Para que una democracia funcione hacen falta una derecha liberal y una izquierda liberal que se disputen el centro y garanticen el respeto a las instituciones. El resto está contra las instituciones. Podemos dice que está a favor de las instituciones, pero que no funcionan. ¡Sí funcionan, muchacho! Dice que está a favor del Estado, siempre que sea una instancia expendedora de bienes y valores. ¡Ya lo es! Con las tensiones propias de un sistema político de corte liberal, claro. La socialdemocracia se ha visto rebasada por su izquierda y se ha quedado sin programa al asumir también la derecha el Estado del Bienestar. ¿Qué ha hecho? En tiempos de Zapatero, se lanzó a la ampliación de derechos, a crear nuevos objetos y sujetos de derechos: transexuales, animalistas, no sé qué... Eso, en un momento dado, fragmenta y enfrenta al cuerpo social. No se puede funcionar con la delación continua, con la proliferación de sicofantes, de denunciantes profesionales. Nadie está a salvo, la corrección política se ha cargado la libre expresión en el ágora, en la ciudad. Esto está todo lleno de sicofantes, de denunciadores de incorrecciones, y así se hundió la democracia griega.

¿Y entonces qué puede hacer la socialdemocracia en España?

Pues exactamente lo contrario de lo que está haciendo Pedro Sánchez, que parece haber abandonado la disputa del centro a la derecha liberal y ha caído en la tentación de radicalizarse, de querer ocupar la izquierda, que es un espacio que ya está ocupado. No es exactamente lo mismo, pero nunca le fue tan mal al PNV como cuando quiso ocupar el espacio en el que entonces estaba HB.

Se han cumplido los 40 años de las elecciones del 15-J, las primeras en democracia, en un ambiente agitado por la presunta muerte del bipartidismo. ¿Los partidos nuevos han venido para quedarse?

No se sabe. No lo sé, la verdad. No está de más recordar que, de aquellas elecciones del 77, no salió precisamente un bipartidismo, al contrario: había nacionalistas a manta, comunistas, socialistas y una derecha dividida en tres sectores: UCD (hacia el centro), AP (una especie de CEDA con restos franquistas) y la extrema-derecha. De ahí al bipartidismo virtual de hace unos años, siempre con nacionalistas de por medio, el camino no fue tan rápido ni tan fácil. La crisis actual está marcada por el espejismo de una izquierda que piensa que la Constitución del 78 no sirve porque no es de izquierdas. ¡Pero ésa es su virtud, que acoja a todos! En el 31, la izquierda quiso hacer su república e hizo, orillando a la derecha, una Constitución de izquierdas. Y aquello acabó mal, porque es suicida querer echar del sistema a la derecha. Si ahora empezamos con que la Constitución del 78 la impusieron la derecha y los poderes fácticos, además de no ser verdad, malo, porque nos acabaremos cargando las instituciones y la democracia. ¡Y los nacionalistas aprovechan para sacar los pies del tiesto! Bueno, para mi sorpresa, los vascos, como ya han rentabilizado a ETA, quieren calma en su corralito, aunque el otro día Aitor Esteban le recordó a Rajoy la batalla de Padura, ganada por los vascos: si no se mete usted conmigo, yo tranquilo; si se mete, ya sabe...

O sea, que usted ve el País Vasco en calma...

Hombre, ¡a ver! Euskadi ya se ha construido, los nacionalistas son hegemónicos, el PNV tiene todo el poder, es el que manda en el País Vasco y encima se entiende con los que mandan en Madrid. Los vascos siguen siendo la nación foral, con una administración eficaz y con el Basque Culinary Center, ¡y qué bien se come!, y todo en plan zen, a la japonesa, con unas gotas de San Ignacio.

Ya le ha salido el sarcasmo...

Es que, en España y en el País Vasco, te lo ponen a huevo, no puedes desaprovechar la ocasión de soltar una maldad. Los etarras de las cárceles comerán el turrón en casa por Navidad cuando Urkullu y Rajoy lo decidan con unos presupuestos delante. Ser español y ser vasco es muy cansado, un coñazo, y, si tú le encargas a una comunidad pequeña que se ocupe de representar a la España primitiva en plan parque temático, pues tienes que pagarles como nación foral y no puedes meter al Estado ahí porque la España primitiva no tenía Estado.

Y para vivir, dice usted en el cuestionario, Bilbao.

Las telas del corazón... La añoranza y la melancolía nunca se curan. Me habría gustado no sólo vivir, sino también morir en Bilbao. No sé cómo evolucionará esto... Tengo raíces muy antiguas, tengo algo de mentalidad de propietario, aunque ya no tenga ninguna propiedad en Bilbao. El otro día, en la presentación de un libro sobre el grupo literario Pott, del que yo formé parte, se pusieron a hablar de mí, y Bernardo Atxaga, compañero en aquel grupo, dijo que no me perdonaba que yo hubiera escrito un poema titulado Epístola a los vascones. ¡Hace 30 años escribí ese poema, que era de cachondeo! Pero en Euskadi, chistes, los justos. Los de Ocho apellidos vascos, y poco más. Si te están diciendo: tú sobras aquí, muchacho, no conviene que vengas porque nos vas a joder aquí con tus cosas... En fin, el País Vasco siempre ha bombeado población hacia afuera. Pero no me he sentido en el exilio, ¿eh?, yo en España no me siento exiliado. Desterrado, sí.

Sobre nosotros

Mejor virtud. La caridad, pero entendida sólo como compasión.

Peor defecto. El fanatismo.

Mejor hecho histórico. Lo que Ortega llamaba el proceso agregativo o incorporativo, entre el siglo VIII y 1580.

Peor hecho histórico. Las guerras civiles de los siglos XIX y XX.

Mejor personaje histórico. El Conde-Duque de Olivares.

Peor personaje histórico. Fernando VII.

Libro que nos refleja mejor. 'El Quijote', por supuesto.

Cuadro que nos refleja mejor. 'El 2 de mayo de 1808', de Francisco de Goya.

Película que nos refleja Mejor. La trilogía galdosiana de Luis Buñuel: 'Viridiana', 'Nazarín' y 'Tristana'.

Pieza musical que nos refleja mejor. 'La verbena de la Paloma', del maestro Tomás Bretón.

Gran pensador. Unamuno & Ortega.

Gran figura artística. Velázquez & Goya.

Problema del presente. Disensión interna.

Potencial del presente. (Discreto) prestigio internacional.

Un lugar para vivir. Bilbao.

Tópico elaborado por nosotros. Soberbia más que justificada.

Tópico elaborado sobre nosotros. Soberbia infundada.

Nos falta...Reflexión.

Nos sobra...Pereza mental.

II

Daniel Ramírez entrevista a Jon Juaristi: "Como no todo está permitido, quizá exista Dios". El Español3 enero, 2016:
       

Hacía mucho que no llovía en Madrid. Jon Juaristi (Bilbao, 1951) lleva un chubasquero azul y una sufrida mochila de cuero marrón que, probablemente, le haya acompañado en ese “contar historias desde la historia” que le apasiona desde hace más de cuarenta años. Por ese saco de múltiples bolsillos quizá hayan pasado los manuscritos de 'El bucle melancólico', 'La tribu atribulada' o su 'Diario de un poeta recién cansado'. Tras haber dirigido la Biblioteca Nacional y el Instituto Cervantes, enseña Literatura en la Universidad de Alcalá de Henares.

Aficionado a las series de televisión, le gusta desmontar el argumentario nacionalista refiriéndose, por ejemplo, a Juego de Tronos: “Les encantaría que el País Vasco fuera Invernalia, pero no es así”. Preguntado por las diferencias que esgrimen vascos y catalanes, se ríe recordando algo que decía Pío Baroja: “Cualquiera que investigue su árbol genealógico encontrará un delincuente ahorcado antes de llegar a la quinta generación”. Ya sentado, con un café con leche y un pincho de tortilla como almuerzo, mueve las manos para acompañar sus explicaciones. Bajo las mangas de un jersey verde, asoman los colores del Athletic. “¿Has visto, eh? Cuando vine a Madrid, me fui a vivir al norte porque desde allí, en los días clareados, se puede ver Bilbao”.

¿España es ingobernable o los líderes políticos deberían alcanzar un pacto?

Creo que el acuerdo es imposible. Los resultados son tan demenciales y la situación tan diabólica que supongo que iremos a unas nuevas elecciones. Además, un pacto de gobernabilidad, tanto por la izquierda como por la derecha, sería demasiado frágil. Votar de nuevo es lo mejor que puede pasar. La gente ya se ha divertido. Ahora es tiempo de pensar lo caras que salen las diversiones. Una segunda vuelta sería la solución menos mala.

¿El bipartidismo ha muerto o sólo está tocado?

El PP ha conseguido unos resultados propios del bipartidismo. La izquierda, en cambio, se ha fragmentado, aunque creo que se trata de algo coyuntural, y no decisivo. Se han dado una serie de equívocos. Ciudadanos ha pensado que había espacio para un partido de centro con una cierta solvencia moral y figuras de empaque, pero tan sólo han absorbido el voto de UpyD y parte del voto disidente de los dos grandes partidos. Vivimos una situación mixta entre el bipartidismo y la fragmentación. Aquellos que han lanzado las campanas al vuelo con la muerte del bipartidismo afortunadamente se equivocan.

¿Por qué afortunadamente?

Menéndez Pidal dijo en 1947, con la perspectiva de lo que había sido la fragmentación en la república, que España necesitaba dos partidos para lograr la estabilidad: uno conservador y otro liberal. La experiencia histórica en España, con la revolución liberal sobre todo, ha demostrado que el bipartidismo funciona. No obstante, funciona sólo cuando las dos grandes formaciones son capaces de integrar muchas tendencias.

¿Están consiguiendo integrarlas ahora?

No. Han fallado. Estamos viendo un Partido Popular verdaderamente estúpido. No conozco una fase más estúpida de la derecha española que ésta. Han vivido en un desconcierto absoluto, pero no sus bases, sino sus propios líderes. La izquierda, por su parte, ha pasado por una especie de locura. Ha flipado en colorines durante toda la legislatura. No han conseguido asimilar un movimiento siniestro como Podemos, que aspira a imponer una nada paradójica anarquía totalitaria. Izquierda Unida se ha evaporado y los nacionalismos siguen cada uno por su lado. La confusión es casi absoluta.

Si, como usted dice, el bipartidismo es garante de la estabilidad, pero la derecha está desconcertada y la izquierda atraviesa una frase de locura, ¿adónde vamos?

La primera crisis del bipartidismo aconteció ya a comienzos del siglo pasado y terminó con el golpe de Estado de Primo de Rivera. La que atravesamos ahora se viene prolongando desde 2003 o 2004. Como decía Maura, la turbina está en el estercolero y lanza mierda en todas las direcciones. Dicho esto, existe una serie de referencias que no han desaparecido en medio de tanta locura. La política del PP ha sido un fracaso, pero el partido ha conseguido mantener su voluntad integradora.

Con sus más y sus menos, sigue recogiendo votos desde el nacional-catolicismo hasta la socialdemocracia. La izquierda, en cambio, ha arrastrado resentimiento y ha caído en el aventurerismo. Rajoy tiene gran parte de culpa. Ha dicho sin vacilar que todo iba estupendamente, lo que ha propiciado el voto a Podemos. Seis millones de votantes se han dicho: ya que vamos sobrados y con margen, hagamos experimentos. Y hasta aquí hemos llegado.

Los españoles sufrimos un grave problema de identidad

Ha recogido en varias ocasiones una cita de Antonio Machado: “España es un país que muere y otro que bosteza”. ¿Quiénes mueren y quienes bostezan en este momento?

Todavía no veo bostezar a nadie. No sé si por la Navidad o por la resaca electoral. Cuando bostecemos mucho llegarán las nuevas elecciones. Después de varias tentativas inútiles y de intentos de investidura de uno y otro candidato, acabaremos bostezando todos y Rajoy, aunque aguanta casi todos los bostezos del mundo, se verá en el límite y convocará elecciones.

Cerremos el tema electoral. ¿Cuál considera el principal problema de España?

Sufrimos un grave problema de identidad. No hablo solamente de los nacionalismos. La deriva de Europa y de las instituciones en la que estamos es terrible. No sabemos quiénes somos. Los nuevos partidos desconfían de la identidad nacional, pero el PSOE tampoco cree en ella. Zapatero hablaba de la nación como algo discutible. La solidaridad nacional no existe en España. El cuerpo social lo conforman personas de cepas muy distintas. La inmigración ha sido muy fuerte, poco controlada y no se ha trabajado por la integración.

Pero, ¿qué es España? ¿Cuál es su identidad?

No soy muy partidario de crear un relato artificioso que sirva como hilo conductor. Me quedo con Menéndez Pidal, que hablaba de España como una identidad formada históricamente y culminada por una revolución liberal que supuso la creación de un Estado. Esta circunstancia permite que no seamos asesinados por la calle, que todos estemos más o menos cómodos o incómodos pero que vivamos juntos… Funcionamos relativamente bien. Como decía Auden, una nación es una comunidad política en la que uno ama a su mezquino vecino con su corazón mezquino.

Habría que explicar a los jóvenes la revolución liberal

Julián Marías decía que España es ininteligible para los españoles. ¿Por qué?

Lo es para un sector muy amplio de los españoles. La izquierda piensa que la nación es una entelequia propiciada por la derecha para evitar que se resuelvan los conflictos de clase. Fíjese en la tontería de las banderas republicanas. Es una mentira. Esa bandera ni siquiera se utilizaba en la primera república. Es un símbolo antimonárquico y antisistema y la sacan por eso.

Al menos, la segunda república tenía un sentido nacional y quienes ensalzan sus símbolos no lo tienen. A la derecha también le cuesta aceptar la nación. Sus vástagos estudian en Estados Unidos y, a la mayoría, la cultura española le importa muy poco.

¿Cuál es el imaginario colectivo por el que apuesta usted?

Pienso que habría que contar a los jóvenes la revolución liberal, la aparición de los Estados nacionales como ámbitos de libertad. Pero en estos momentos es imposible.

Usted ha escrito: “Donde flojea el universalismo, irrumpen los particularismos”. ¿La búsqueda de un relato universal, como un pez que se muerde la cola, no puede terminar en el surgimiento de otro particularismo?

Sí. En España se pretende superar la nación liberal volviendo al Antiguo Régimen. Le pongo un ejemplo. El lehendakari vasco, Iñigo Urkullu, dice: “Nosotros somos la nación foral”. O lo que es lo mismo: mientras no nos toquen los privilegios, seguiremos siendo españoles.

¿Por qué habla del nacionalismo como un bucle melancólico?

Porque vuelve continuamente sobre la idea de una pérdida. Los nacionalistas cuentan historias de martirio y de gloria desesperada, de pérdida y de negación de la pérdida. Son relatos que, invirtiendo el orden habitual del cuento, arrancan de una situación de plenitud para concluir en la desposesión desde la que el nuevo héroe -papel reservado a cada uno de los jóvenes- debe partir en busca de la patria arrebatada y de la lengua prohibida.

Pero todo es mentira. Parece que hablan de Juego de Tronos y que el País Vasco es Invernalia. Además, montar una nación en la Comunidad Autónoma Vasca es imposible. Por ejemplo, los guipuzcoanos desconfían de los vizcaínos y ambos grupos territoriales, de los alaveses.

El problema de ETA es su paso de la guerrilla imaginaria al terrorismo real

También habla de victimismo infinito.

Claro. El papel de la víctima es lo más cómodo, sobre todo si no eres víctima en absoluto. Recuerdo una viñeta de los años setenta, de Juan Carlos Eguillor, un gran humorista de mi generación ya desaparecido, en la que aparecían dos señoras del PNV de Bilbao, vestidas con abrigos de visón, que decían: “Esto de ser los más oprimidos y los más ricos es estupendo”.

Supongo que cuando hace este tipo de declaraciones, muchos le recordarán su pasado nacionalista.

Soy de familia nacionalista y en casa recibí un catecismo nacionalista. Pero, como decía Borges, si uno sobrevive largo tiempo, vive varias vidas diferentes. Me acuerdo de aquellos años, miro atrás y digo: “Soy y no soy aquel”. Estuve en ETA en los sesenta. Por aquel entonces, ETA era apoyada por toda la izquierda española y parte de la derecha antifranquista.

El problema de ETA es que pasó a la acción, de la guerrilla imaginaria al terrorismo real. Y me gustaría decir algo. En aquellos años, luchábamos o creíamos luchar por la revolución socialista y no por la democracia. No había demócratas. Ni siquiera sabíamos qué era la democracia.

Han pasado cuarenta años desde la muerte de Franco. ¿Se ha terminado la dialéctica de vencedores y vencidos?

No. Está viva. La izquierda ha seguido alimentando el imaginario guerracivilista, y así, quienes no han vivido la guerra siguen imaginándola como una división absoluta entre buenos y malos.

¿Qué aspectos cambiaría de la Constitución?

Es inevitable modificarla, pero no tengo claro que tenga que ser un cambio sustancial. En las dos últimas legislaturas hubo la oportunidad de iniciar un proceso constituyente sobre el consenso de los dos grandes partidos mayoritarios, pero no se atrevieron.

Hablemos de temas concretos. ¿Eliminaría los derechos históricos?

Son una bomba de relojería que hará saltar por los aires cualquier Constitución decente. Pero los partidos políticos no quieren meter mano a este asunto.

El Rey es voluntarioso y, por eso, presenta un contrapunto con el presidente del Gobierno

¿Qué me dice de la ley electoral?

Habría que cambiarla, pero me da mucha pereza pensar en una propuesta ¡Que alguien nos ofrezca un proyecto atractivo!

¿Monarquía o república?

Lo que quiera la gente.

¿Usted qué quiere?

La forma de Gobierno me parece un problema menor. Hay monarquías, y también repúblicas, que funcionan bien. En España no se ha dado muchas oportunidades a la república porque quienes decían apoyarla eran precisamente los que más estaban en contra de ella.

El Rey actual me cae bien. Viajé y hablé mucho con él cuando era Príncipe de Asturias. Me parece simpático y trabajador. Pero creo que tendría que haber propiciado cierto reformismo constitucional. Se ha atrincherado porque tocar la Constitución podría haber puesto en peligro a la monarquía. Su padre sí que se arriesgó. Puso la Corona al tablero y ganó. Por otra parte, Felipe VI es voluntarioso y, acaso por eso mismo, un contrapeso interesante del actual presidente del Gobierno.

En 'A cuerpo de rey' (Ariel, 2014) escribió: “Toda sucesión inaugura una crisis que se resolverá de forma distinta en cada caso y cuya salida puede ser pacífica o violenta, breve o larga”.

La sucesión no se ha cerrado. Ha inaugurado un periodo de inestabilidad. La crisis de identidad general también ha afectado a la monarquía. Todavía vivimos la crisis de la sucesión. Para apreciarlo, basta con mirar alrededor.

¿Qué es el populismo?

El pueblo es un concepto político que surge con la revolución liberal. A partir de ahí, ha tenido interpretaciones muy distintas. Los populistas definen al pueblo como una clase social opuesta a todas las demás. Cuando este sujeto, el pueblo, se identifica con la nación, como en el caso de nuestra Carta Magna, no hay problema. Pero cuando se habla del pueblo como aquellos que trabajan con sus manos frente a los ricos, las castas económicas, políticas, etcétera, la cosa se empieza a complicar.

En España, Pi y Margall, es decir, la izquierda del siglo XIX, acabó de dar forma ideológica al pueblo. Dijo que estaba integrado por aquellos que invertían todas sus energías en la conquista del pan cotidiano. La izquierda ha tendido a utilizar el pueblo para dividir a la sociedad. En definitiva, los populismos apuestan por un sujeto histórico colectivo y anónimo opuesto a la otra mitad de la sociedad.

¿Por qué el término 'pueblo' sólo es utilizado por la izquierda?

Se han apropiado de la palabra. Y es curioso, porque la derecha política actual se autodefine como Partido Popular. Lleva el pueblo en su nombre, pero como adjetivo, no como sustantivo. Es una referencia al pueblo como nación y sujeto de la soberanía, pero la derecha es reticente a invocar al pueblo porque les parece peligroso ya que no se sabe muy bien qué cosa es.

Las ciencias humanas se han desprestigiado porque no se han sabido transmitir

Usted se dedica a la educación. ¿Qué se hace mal y qué se hace bien en España?

No sé qué se hace bien y ése es el problema. No poseo una fórmula maravillosa, pero tengo claro que aplicar recetas mágicas lo estropea todo. Hemos tenido una serie de leyes que, más que arreglar algo, lo han dejado todo peor de lo que estaba. Cuando he coincidido con ministros de Educación y me han dicho que iban a sacar un nuevo decreto para mejorar esto o aquello, siempre les he aconsejado que no lo hagan.

¿Qué es lo que más le preocupa?

La transmisión del saber. Las ciencias humanas se han desprestigiado porque no se han sabido transmitir. Con las ciencias exactas está empezando a pasar lo mismo. La prueba de ello es que las comunidades docentes, cada vez más desesperadas, se quejan de un analfabetismo general. Y es que no se puede ni se debe enseñar deleitando siempre. Enseñar también supone memorizar e imponer rutinas penosas. Es necesario arrostrar un alto grado de aburrimiento para aprender algo.

¿Le apasiona dar clase?

Disfruto mucho. No he sido un tránsfuga de la pizarra. No sé si consigo enseñar o no. No depende sólo de mí. El desnivel entre los estudiantes y los docentes es, en estos momentos, muy grande. Soy muy pesimista. La transmisión del saber se está llevando a cabo a través de contextos informales y lejanos a la escuela. Y la gente va a la universidad a divertirse y a ligar con sus compañeros… Y eventualmente con los profesores o profesoras.

¿Ha ligado mucho?

Lo normal, supongo, pero nunca con mis alumnas (o alumnos) ni con mis colegas -dice entre risas-.

¿Cuánto de miedo y egoísmo hay en la gestión de la crisis de los refugiados?

Es un caos. Por eso, el miedo y la desconfianza son lógicos. Más aún cuando la estrategia de los yihadistas pasa por exportar la guerra al corazón de Occidente. No se puede abrir las fronteras y plantear una acogida general y absoluta, sin discriminaciones. La apelación a la compasión está muy bien, pero tiene que haber un control.

El presidente de la República Checa dijo que la ola de refugiados no es una huída, sino una invasión organizada.

Es una afirmación demasiado taxativa. Pero es evidente que se trata de una invasión, no sé si organizada o no. La inmigración supone algo controlado en su destino, y esto no lo es, de modo que los que lo intentan controlar en su origen, sean yihadistas o mafias, juegan con ventaja.

¿Los españoles sufren una crisis de valores?


Supongo que sí. Las sociedades estables, con valores resistentes, estaban ligadas a la pervivencia del mundo campesino. Me acuerdo de la única abuela campesina que tuve. Era conservadora y escéptica, pero aferrada a una serie de valores muy claros. Sabía dónde estaba el bien y dónde el mal. Eso ha desaparecido a la vez que la civilización de los campos. Ahora, la gente experimenta y especula todo el tiempo. Uno tiene suerte si acaba viviendo de acuerdo con dos o tres convicciones básicas. En cuanto a los valores y la trascendencia, los judíos solemos invertir aquella máxima presente en 'Los hermanos Karamazov': "Si Dios no existe, todo está permitido". Como es obvio que no todo está permitido, puede que haya Dios.